Comentario
El carácter expansivo de la cultura Moche resulta evidente en los valles que circundan a sus centros principales, los cuales fueron asimilados desde inicios de nuestra era. Sin embargo, otros como Virú continuaron las tradiciones Salinar hasta bien avanzado el siglo III. Virú tuvo una evolución aldeana con montículos que contenían basureros como las tolas ecuatorianas, que se ordenan alrededor de patios. A mediados de la tercera centuria se inicia la construcción de altas pirámides, algunas de tamaño superior a los 25 m de altura, que tienen función religiosa y que aglutinan habitaciones rectangulares construidas con adobe según cánones Moche. Su función primordial fue político-administrativa. Gallinazo y otros sitios Vicús estuvieron decorados con diseños que tienen su origen en el arte textil y que consisten en representar cabezas pentagonales con cuerpos en forma de bandas aserradas, confeccionadas en adobes a modo de mosaico. Por lo demás, Virú se incluye a partir del siglo III en la cultura Moche, y desarrolla técnicas hidráulicas similares, manifestando influencias en el resto de sus manifestaciones culturales, excepto en lo que se refiere a la metalurgia, que tiene en este valle un escaso desarrollo.
Las sociedades de la costa central tuvieron un gran dinamismo desde los inicios de nuestra era. Tal es el caso de la cultura Recuay, emplazada a lo largo del valle de Santa y en el Callejón del Huaylas. Desconocemos los aspectos básicos de este desarrollo, aunque se ha conseguido una buena muestra de sus enterramientos, formados a base de galerías subterráneas a las que se llega desde un tubo de más de 1 m de profundidad y 0,65 m de diámetro, el cual da acceso a una cámara sellada por una piedra. Las cámaras funerarías están enfoscadas por lajas de piedra muy toscas pegadas a la pared, y tienen los pisos de arcilla.
De entre los objetos hallados como ofrendas destaca la escultura en piedra, por medio de la cual se representan guerreros con una maza en la mano y una cabeza trofeo a la espalda, y mujeres en diferentes estilos, que han sido denominados Aija, Huaraz y Huántar. La cerámica Recuay tiene una característica decoración en negativo, que combina con pintura y modelado.
Mediante los trabajos en alfarería se representan figuras de animales como el cóndor, garza, lechuza, jaguar y armadillo. Las figuras modeladas de hombres y animales son muy comunes.
Diversos valles de la costa central forman parte de la cultura Lima: Chancay, Chillón, Rímac y Lurín, los cuales tienen dos desarrollos diferentes definidos en función de dos rasgos de gran personalidad: el Interlooking, o Entrelazado, que duplica en cerámica el tratamiento de los textiles y se define en Playa Grande; y el desarrollo Maranga.
Los sitios más tempranos de este período Clásico son Maranga y Trujillo. Maranga es una gran huaca de 15 m de altura y 270 por 100 m en la base. Se trata de una arquitectura ceremonial, que tendrá su máxima expansión en el sitio de Pachacamac; algunas de estas inmensas edificaciones están relacionadas con construcciones administrativas hechas de adobe. En ocasiones, esta arquitectura pública estuvo decorada con murales pintados en los que la figura fundamental es la cabeza de un tigre confeccionado siguiendo patrones textiles y, en consecuencia, de forma hexagonal.
En cerámica, el Entrelazado sustituye al blanco sobre rojo. Círculos, cruces, aserrados y la figura de un pez, todo ello confeccionado siguiendo los patrones de la manufactura de los textiles, son las características básicas de este estilo. También se han encontrado tejidos en las áridas tierras desérticas, trabajados tanto lisos como en tapiz. Al final de la etapa se inicia la gran ciudad de Cajamarquilla.
El estilo dominante en la costa sur durante el Intermedio Temprano es denominado Nazca, el cual tiene sus raíces en tradiciones anteriores de afiliación Paracas. Su definición se ha elaborado más en función de su cerámica que en la excavación real de sus asentamientos, cuya estructura resulta aún hoy día bastante desconocida. En términos amplios, se mantiene el empleo de los textiles para cubrir fardos que se asocian a enterramientos; sin embargo, hay una diferencia fundamental en lo que se refiere al colorido de tales mantas, que tiende a ser menos vistoso, más liso que el desarrollado por gentes Paracas.
Se han establecido cuatro grandes periodos para definir la cultura Nazca: Proto-Nazca (I), que consiste en una transición entre esta cultura y sus predecesores Paracas; Nazca Temprano y Medio (Il) -también denominado Nazca Monumental-, Nazca Tardío (III) y Nazca Disyuntivo IV). El florecimiento Nazca se desarrolla en la misma zona en que se habían establecido los sitios Paracas, en Ocucaje y en los valles de Nazca e Ica, aunque más tarde se expandió a otras cuencas de la costa sur como Chincha, Pisco y Lomas (Acarí), en una secuencia que se dilata desde el 100 a.C. hasta 800 d.C. En estos valles aparece definido un patrón de expansión contracción militar por el hecho de que algunos asentamientos son abandonados, a la vez que se forman otros pertenecientes a esta cultura.
Conocemos muy pocas estructuras monumentales Nazca en pie. Los edificios importantes fueron confeccionados de adobes de forma cónica, y las residencias de caña y tierra -quincha. El centro ceremonial de Cahuachi, en el valle de Nazca, puede haber sido la cabecera de una jefatura en expansión, que estuvo dominada por una gran estructura que aprovechó una gran colina natural y fue repellada de adobe. Alrededor de ella se dispusieron diversas plazas y habitaciones con tumbas en su interior. Este sitio, al igual que otros grandes asentamientos Nazca, fue abandonado antes de que finalizara el periodo, lo mismo que ocurrió a otros como Tambo Viejo o Dos Palmos.
Las actividades fundamentales en estos asentamientos, grandes y pequeños, fue la agricultura, aunque también debió ocupar un papel relevante el comercio, a juzgar por la amplia distribución del estilo Nazca a otras regiones de la costa e, incluso de la sierra, como es caso de Ayacucho.
Esta ausencia de color en el arte textil es solucionada con éxito en la cerámica Nazca, caracterizada por la policromía, que suele ser zonal en bandas y estar delimitada con incisión y, al final de este desarrollo estilístico, con líneas pintadas gruesas agrupadas en zonas. Ello no obstante, muchos motivos Nazca están presentes en Paracas, y documentan la continuidad de las tradiciones estilísticas y rituales en la región; es el caso del propio Ser Oculado o el doble pitorro y asa-estribo.
La transición entre ambas culturas está marcada por un cambio desde la pintura resinosa aplicada después de la cocción a pinturas y engobes precocción, y por un cambio desde los textiles a las cerámicas como medio de expresión artístico más importante. Los ceramistas Nazca llegaron incluso a aplicar hasta siete colores para decorar sus vasijas.
Otro rasgo relevante de Nazca es el culto a las cabezas trofeo, las cuales han sido encontradas en escondites en varios de los cementerios que definen su cultura material.
Pero sin lugar a dudas, una de las cuestiones que más ha excitado la imaginación de la gente es aquella relacionada con las figuras, líneas y formas geométricas que se realizaron sobre el desierto de la costa sur en una extensión cercana a los 500 km2 descubiertos en la Pampa del Ingenio, entre Nazca y Palpa. Tales diseños sobre el cascajo rojizo del desierto fueron confeccionados levantando superficialmente la arena, de manera que se dejaba ver una tonalidad amarillenta en el suelo. Animales, seres zooantropomorfos, pájaros y flores se combinan con líneas rectas, en zig zag, trapezoidales, peces, un mono, una araña y otras formas abstractas.
Es cierto que las líneas pueden verse exclusivamente desde el aire, pero algunos investigadores sostienen que se trata de alineamientos con una finalidad astronómica con el fin de elaborar un calendario a imagen de los astros, mientras que otros se inclinan porque algunos de ellos se hayan utilizado como caminos rituales.