Época: América
Inicio: Año 1325
Fin: Año 1521

Siguientes:
Las clases sociales
Educación y moral
El matrimonio
La vida cotidiana



Comentario

Para acercarnos a lo que llegó a ser la organización sociopolítica del pueblo azteca, pocos años antes de la conquista española, es necesario recordar algunos antecedentes. Tras largo peregrinar en el ámbito geográfico de la altiplanicie central, los aztecas o mexicas se habían asentado al fin, en 1325, en un pequeño islote, situado en uno de los lagos que entonces cubrían parte considerable del valle de México. Al establecerse en ese lugar, quedaban dentro de la zona de dominación de un reino poderoso. La isla de Tenochtitlan pertenecía a los tepanecas de Azcapotzalco. Primera consecuencia de ello fue que hicieran reconocimiento de vasallaje al señor de Azcapotzalco. Además, los aztecas hubieron de pagarle tributos y participar también, como una especie de mercenarios, en muchas de sus empresas bélicas.
Hasta entonces la organización sociopolítica azteca continuaba siendo la de un pueblo cuyas estructuras se apoyaban fundamentalmente en relaciones de carácter gentilicio. Unidades de organización en tal contexto, además de los núcleos familiares y de las "familias extensas", eran los que se conocen con el vocablo indígena de calpulli. Esta palabra es un aumentativo de calli que significa "casa". La significación de calpulli, "gran casa", connota al grupo de personas que, ligadas por vínculo de parentesco, realizaban conjuntamente una serie de funciones de carácter socioeconómico, religioso, militar y político.

Algunos investigadores han creído ver en la naturaleza de los calpulli una especie de clan con tendencias endogámicas, aunque sin excluir la exogamia en grado más limitado. Cada uno de los calpullis tenía sus correspondientes guías y autoridades. Sobresalían los sacerdotes, y varios jefes, así como el que tenía la custodia de los bienes de la comunidad. Durante toda la época de la peregrinación, los varios calpullis aztecas prestaron obediencia a quienes guiaban al conjunto tribal, los jefes-sacerdotes supremos, aquellos que tenían a su cargo el culto de los dioses y el destino mismo de la nación. Cuando ocurrió ya el asentamiento en la isla, la situación prevalente comenzó a modificarse.

Según un testimonio del manuscrito indígena que se conoce como Anales de Cuauhtitlán, México-Tenochtitlan no fue en un principio sino un conglomerado de chozas construidas en medio de los carrizales que había en el lugar. Edificación principal, aunque todavía muy modesta, fue la del templo en honor de Huitzilopochtli, el dios tutelar de los aztecas. Cuando el templo quedó construido, el dios, a través de los jefes-sacerdotes, expresó esta profecía: "Escuchad, estableceos, haced partición, fundad calpullis y señoríos por los cuatro rumbos del mundo."

En la isla se delimitaron entonces cuatro grandes sectores o barrios que habrían de perdurar en los tiempos de la Nueva España y, hasta el presente, en la moderna ciudad de México. Organizadas esas cuatro grandes divisiones, los distintos calpullis se fueron asentando en ellas. A partir de ese momento fue también atributo de los integrantes de un calpulli habitar en un mismo barrio, poseer un territorio en común, trabajar juntos para beneficio de la propia comunidad. Para algunos investigadores, los calpullis adquirieron, desde entonces, el carácter específico de "clanes geográficos", es decir de clanes con una determinada ubicación que mucho significaría en su ulterior desarrollo.

Los aztecas, en su calidad de tributarios del señor de Azcapotzalco, continuaban sirviéndolo. De modo especial participaban en las luchas que tenía él con otros señoríos. Hasta entonces los viejos caudillos que habían guiado al pueblo azteca en su peregrinación tenían en sus manos el gobierno en la isla. En la organización social, económica y política de los aztecas subsistían las características fundamentales de un sistema tribal. Los recursos naturales a su alcance eran bastante limitados. Las formas de producción permitían sólo la autosubsistencia, agravada por la necesidad del pago de tributos a Azcapotzalco. Pronto, sin embargo, habría de introducirse un cambio ciertamente radical.

Se habían percatado los aztecas, en su permanente contacto con las gentes de Azcapotzalco y con las de otros señoríos, de que existían otras formas, al parecer más eficientes, de organización política. Así, al morir Tenochtli, el gran sacerdote y último caudillo azteca que los había gobernado desde antes de su asentamiento en la isla, hubo entre los ancianos, sacerdotes, sabios, jefes y capitanes, quienes se inclinaron por consolidar una organización política semejante a la de sus vecinos más poderosos. Un grupo de prominentes aztecas se dirigió entonces a Culhuacán, antiguo señorío de raigambre tolteca que, aunque estaba sometido a Azcapotzalco, conservaba su propia forma de organización política y social. Los aztecas manifestaron allí el propósito de que se les concediera al noble llamado Acamapichth para que fuera el primer gran gobernante, tlatoani, de México-Tenochtitlan. Otro documento indígena, la Crónica Mexicáyotl, refiere cómo, tras larga deliberación, los de Culhuacán accedieron a la demanda. Su respuesta fue:

"Que gobierne Acamapichtli a la gente del pueblo, a los aztecas, a los que son siervos de Tloque Nahuaque, "el Dueño del cerca y del junto", del que es Yohualli Ehécatl. "Noche, Viento"; que gobierne a los siervos de Yaotzin Tezcatlipoca y del sacerdote Huitzilopochtli".

Así desde la década de los setenta del siglo XIV, Tenochtitlan tuvo su primer rey o señor de linaje emparentado con los toltecas. A través de él y de otros culhuacanos establecidos también en Tenochtitlan, por la vía de uniones matrimoniales con hijas de los aztecas y, con la sucesiva exaltación de descendientes de antiguos caudillos aztecas, comenzó a formarse un poderoso estrato social, el de los nobles o pipiltin, con atributos y privilegios de los que se derivaba una situación muy distinta de la que correspondía a la gente común, los hombres del pueblo o macehualtin. Precisamente los macehualtin, la gente del pueblo, eran los que preservaban, y de hecho conservaron hasta los tiempos de la Conquista y, en algunos lugares, hasta mucho después, las antiguas estructuras de los calpullis.