Época:
Inicio: Año 1236
Fin: Año 1500




Comentario

El 29 de junio de 1236, festividad de San Pedro y San Pablo, Córdoba cayó en poder de la dinastía castellano-leonesa que encabezaba el rey Fernando III. Esta acción tuvo honda resonancia, pues significó un gran espaldarazo para el avance cristiano en el sur peninsular, que llevó al reino de Castilla a ensanchar espectacularmente sus tierras.
De este periodo se conserva la imagen de la Virgen de Linares, que actualmente se encuentra en el santuario del mismo nombre de las afueras de la ciudad. La entrada de las huestes cristianas supuso un vuelco en la vida de la ciudad. Las capitulaciones firmadas entre conquistadores y conquistados hicieron que éstos fueran obligados a abandonar Córdoba, al mismo tiempo que comenzó una intensa cristianización. Ya desde el primer momento empezaron a erigirse iglesias, muchas de ellas sobre anteriores mezquitas. En muy poco tiempo se alcanzó el número de catorce parroquias que, desde el punto de vista artístico, pueden adscribirse al llamado estilo fernandino o de la Reconquista, caracterizado como una transición del románico monacal al gótico castellanizado, es decir, con gruesos y sólidos muros, artesonados mudéjares y arcos de nervadura en ojiva.

Igual que había sucedido en tiempos de los visigodos, con los conquistadores llegaron personajes notables para ocupar los altos cargos de la nueva administración y las propiedades que los musulmanes habían sido obligados a abandonar. Gentes venidas de León, Toledo, Talavera, Burgos y Navarra ocuparon señoríos recién creados y grandes y pequeñas propiedades.

Pero, también como en la época visigoda, la ciudad siguió siendo el escenario en el que se desarrollaban luchas de facciones y contiendas civiles, que dominaron buena parte de los siglos XIII y XIV. Tal convulsión sólo finalizó en la época de los Reyes Católicos, cuando Isabel y Fernando deciden desplazarse a la ciudad (1478) para poner fin a las pugnas feudales.

Durante algunos años Córdoba fue el epicentro de la política de los Reyes Católicos, quienes vivieron allí hasta ocho años, devolviendo los pasados días de gloria a la urbe. En 1482 nació allí su hija doña María, más tarde reina de Portugal. De esta época es el establecimiento en Córdoba del tribunal de la Inquisición, responsable de cruentos procesos inquisitoriales, así como son estos los años en los que vivió el artista Bartolomé Bermejo. También por estas fechas hay que situar el nacimiento de un cordobés insigne, Gonzalo Fernández de Córdoba, natural de la cercana Montilla y más conocido como el Gran Capitán, gracias a sus triunfos en Italia. Y, por último, hay que situar en este periodo el papel destacado que juega Córdoba en la vida de Cristóbal Colón, pues es aquí donde el futuro Almirante consigue de los Reyes Católicos apoyo para su empresa descubridora, contándose además que durante su estancia en la ciudad Colón tuvo amoríos con la cordobesa Beatriz Henríquez de Arana, fruto de cuya relación nacerá su hijo Hernando Colón.