Comentario
El desarrollo de la batalla en sí mismo no tiene demasiada historia, aunque el detalle del movimiento de cada una de las unidades macedonías, cuidadosamente descrito por las fuentes, ha hecho correr ríos de tinta por unos metros río arriba o río abajo. Básicamente, el joven y audaz macedonio decidió correr un riesgo enorme con un ataque casi frontal contra una posición defendida... y le salió bien gracias a cuatro circunstancias: a su probado arrojo personal, a la cohesión y flexibilidad de sus bien entrenadas fuerzas, a la ventaja de las largas lanzas de su caballería pesada (los Compañeros) frente a las jabalinas de la caballería persa, y a un movimiento o gambito inicial que desorganizó la línea persa lo suficiente como para que su verdadero ataque tuviera más posibilidades. Por otro lado, la aparentemente alocada decisión de Alejandro tiene su lógica: necesitaba una victoria contra las únicas fuerzas que por el momento se le oponían en Anatolia (fuerzas que él sabía todavía inferiores), para obtener libertad de acción y reforzar su liderato. Y consiguió ambas cosas.
Mientras que su ala izquierda, formada básicamente por caballería tesalia bajo el mando de Parmenion, amagaba y contenía a la derecha persa, y al tiempo que su centro (la falange) amenazaba con cruzar el río (pero sin hacerlo todavía), una sólida cuña de tropas, formada por una combinación de parte de la infantería de la guardia (los hipaspistas), caballería pesada (el escuadrón o ile de Compañeros de servicio ese día), caballería con lanzas largas (los prodromoi), algunos jinetes peonios, así como arqueros e infantes ligeros, en total unos tres mil hombres, se lanzó al río y atacó frontalmente el centro-izquierda de la línea persa, provocando cierto desorden en el enemigo, pero sufriendo serias bajas. Se trata de un gambito o movimiento de sacrificio destinado a desordenar la línea enemiga y atraer sus reservas.
En ese momento, y siguiendo un esquema clásico en las tácticas macedonias, Alejandro lanzó el golpe de martillo. Se metió en el río -no totalmente lleno de agua- con el grueso de su caballería pesada -los Compañeros- en el extremo derecho de la línea, avanzó en oblicuo hacia su derecha, río arriba, llegando incluso a desbordar ligeramente el flanco enemigo (cosa sólo posible si la línea macedonia era tan larga como la persa), y cargó al frente de sus tropas, justo cuando la fuerza que había atacado en primer lugar comenzaba a retroceder.
En ese momento se enfrentó personalmente a varios de los jefes persas y corrió serio riesgo de muerte, de la que escapó gracias a la oportuna intervención de uno de sus oficiales, Clito, hijo de Drópides, apodado El Negro, jefe de la ile basiliké. Poco a poco, la presión de la caballería macedonia, armada con lanzas muy largas, y apoyada por infantes ligeros que actuaban mezclados entre sus filas, los hamippoi, fue rechazando a la caballería persa, armada fundamentalmente con jabalinas, hasta que finalmente toda el ala derecha macedonia se asentó sólidamente en la llanura al otro lado del curso del río.