Comentario
El mariscal Erich Ludendorff contaba en el frente de Francia con casi cuatro millones de hombres, y el día 21 de marzo lanzó a una cuarta parte de ellos (47 divisiones) sobre el frente del Somme. En una semana progresó unos 70 km capturando cien mil prisioneros. En vista de este éxito, proyectó una fuerza similar en dirección al Lys, pero su derroche de hombres obtuvo una compensación muy reducida. Tras un respiro para reorganizarse, volvió al ataque en mayo, logrando alcanzar el Marne. El agotamiento de ambos bandos era tremendo al finalizar la primavera, pero los Aliados estaban recibiendo la transfusión de sangre americana y se preparaban ya para pasar a la contraofensiva.
Con todo, aún intentaría Ludendorff romper las defensas francesas frente a Nancy, fracasando por completo, y el 15 de julio, a la desesperada, envió cuanto podía moverse, 57 divisiones, con cerca de un millón de soldados, contra el Marne. Los alemanes pasaron el río y, por unas horas, hicieron peligrar las líneas defensivas de París. Entre aquellas fuerzas que atravesaron el Marne y soñaron con la conquista de la capital de Francia se hallaba el cabo Adolf Hitler.
Pero el dispositivo francés no cedió. En aquella resistencia se distinguieron ya los primeros norteamericanos en recibir el bautismo de fuego. Tres días después, el 18 de julio, el mariscal Ferdinand Foch, generalísimo de los ejércitos aliados del frente de Francia, pasó al contraataque y rechazó a los alemanes hasta el río Aisne; allí combatieron ya unos 200.000 norteamericanos.
Foch no cedería la iniciativa. A lo largo del mes de agosto y comienzos de septiembre recuperó todo lo perdido en primavera. Los alemanes hubieron de batirse en retirada en un frente de 350 km y establecer nuevas líneas defensivas, la primera entre Brujas y la margen derecha del río Aisne (Línea Hermann-Stellung) y la segunda, desde Amberes a las cercanías de Verdún, apoyada en la ribera derecha del Mosa (Línea Amberes-Mosa).