Comentario
Johnson había dicho que no era su intención enviar a muchachos norteamericanos a miles de kilómetros a hacer algo que debían hacer los vietnamitas, pero las circunstancias mismas favorecieron que incrementara la intervención. En agosto de 1964 el incidente del "Maddox" -un buque norteamericano atacado por los norvietnamitas-, muy probablemente exagerado, pareció justificarla y de cualquier modo el adversario demostró estar dispuesto a intervenir en el Sur sin hacer mucho caso a los soviéticos ni a los chinos: en 1964 ya enviaron 10.000 soldados a través de la porosa frontera occidental y tres años después enviaban ya 20.000 al mes.
En un principio, el legislativo norteamericano estuvo al lado del Gobierno. Una resolución tras el incidente del "Maddox" superó la prueba parlamentaria con una enorme ventaja (88-2 en el Senado y 416 a 0 en el Congreso). Johnson no necesitó subterfugio alguno para intervenir más en el Vietnam: nunca pensó que los bombardeos sobre el Norte, que inmediatamente se produjeron, dieran la victoria, pero podían ser un procedimiento para evitar multiplicar la intervención en tierra. Pero, como en el caso de la Segunda Guerra Mundial, se demostró que los bombardeos no eran capaces de producir la ruptura de la resistencia adversaria, sino que tan sólo aumentaron la capacidad antiaérea de los vietnamitas gracias a la ayuda soviética. Desde los comienzos, los norvietnamitas enviaron tropas regulares a combatir al Sur. Cada año podían enviar a 200.000 más y no tenían ningún problema para infiltrarlos a través de la frontera occidental. Cuando Johnson ganó las elecciones en 1964 ya las fuerzas norteamericanas en Vietnam habían alcanzado los 25.000 hombres. Mientras tanto, los aliados occidentales no mostraban interés alguno por la Guerra de Vietnam, aunque reaccionaron mucho mejor los de la SEATO. La oposición interior inicial más fuerte a la política de Johnson en Estados Unidos no fue la de las palomas sino la de los halcones. Pero, a diferencia de lo sucedido en Corea, nunca se pensó -ni se mencionó- en la posibilidad de utilizar el arma atómica. Siempre se controló la posibilidad de una guerra generalizada.
La aparente imposibilidad de resolver el conflicto produjo como consecuencia que desde octubre de 1967 hubiera más norteamericanos contrarios a la intervención que favorables a ella. En ello no influyó el costo, porque fue tan sólo una cuarta parte de lo que costó Corea; mucho más decisiva fue la idea de que se estaba llevando a cabo una guerra errada. Ese año, en las elecciones, el presidente sudvietnamita Thieu no obtuvo más que el 35% de los votos, en unos comicios muy corruptos que dieron un 17% a los partidarios de pactar con el Vietcong. La economía sudvietnamita, mientras tanto, se convertía en todavía mucho más dependiente de los Estados Unidos de lo que lo había sido hasta el momento.