Época: Guerras Israel
Inicio: Año 1900
Fin: Año 2004

Antecedente:
Encadenados a una promesa



Comentario

Los árabes no quisieron aceptar aquella decisión internacional que, arbitrariamente, les privaba de su tierra y enquistaba en ella a otro pueblo, cuyo argumento eran derechos religiosos e históricos con dos milenios de antigüedad. Cuando David Ben Gurion proclamó el Estado de Israel, en la tarde del 14 de mayo de 1948, lo hizo sin acogerse a los límites de la partición de la ONU, consciente, por un lado, de que su país tendría las fronteras que fuese capaz de defender, pero, también, esperando que sus soldados vencieran y las ampliaran.
En la guerra de 1948, que para los israelíes es la de "la independencia" y para los árabes la de "la infamia", se impuso el nuevo país y durante el conflicto se creó el problema de los refugiados, el más grave que ahora mismo subsiste: de las tierras del nuevo Estado fueron arrojadas por el miedo, las fuerzas armadas judías o la propaganda árabe unas 500.000 personas. El 11 de diciembre de 1949, la Asamblea General de la ONU, en la resolución 194, ya ordenaba a Israel que las acogiera en su territorio si deseaban regresar o las indemnizase, caso de que prefirieran emigrar. Israel acogió a unos 40.000 e indemnizó a algunos millares más.

En los veinte años siguientes, Israel se desarrolló económica y militarmente: logró éxitos agrícolas y un ejército capaz de vencer a todos sus vecinos. En estos progresos debe hacerse constar su buena parte de artificialidad, porque el Estado judío ha recibido en medio siglo cientos de miles de millones de dólares de Europa y, sobre todo, de Estados Unidos, en ayudas de todo tipo. Entre ellas hay que citar una central nuclear, que la ha convertido en potencia atómica, y las armas más sofisticadas, que no suelen estar ni siquiera en manos de los aliados de la OTAN.

Donde no ha evolucionado es en lo político. En el interior, el país está fraccionado social, racial y religiosamente; en sus relaciones exteriores ha sido incapaz de construir vínculos de cooperación y progreso con sus vecinos e, incluso, llegan a ser hoscas con Europa y Estados Unidos, a los que ha prestado servicios como centinela del Mediterráneo Oriental durante la Guerra Fría y de los que ha recibido y recibe las ayudas que hacen viable su funcionamiento (hasta un tercio de renta).

En esas tensiones regionales, Israel provocó la Guerra del Sinaí-Suez, de octubre 1956, y se dejó llevar a la Guerra de los Seis Días, de junio de 1967. Sobre esas victorias se erigiría el prestigio militar israelí pero también su descalificación moral. La guerra de 1956 fue una agresión vinculada a los intereses colonialistas franco-británicos en el Canal de Suez. La guerra de 1967 no fue defensiva, para lo cual hubiera bastado el primer día de la contienda, sino una campaña de conquista en la que se apoderó del Sinaí -devuelto a Egipto en 1982, tras los acuerdos de Camp David-, y del Golán, de Cisjordania y de la zona vieja de Jerusalén.

Coincidencias de la Historia: también en 20 años el sionismo pasaba de lograr un Estado, en el cual no ser víctima de otros, a convertirse en una potencia con actitudes imperialistas. Las resoluciones de la ONU números 242 (1967), 338 (1973), y 3236 (1974) exigen la retirada israelí de todos los territorios ocupados en esa guerra y muestran la abierta censura de la comunidad internacional ante una ideología de corte fascista que pretende mantener vigente el derecho de conquista con el pretexto de que está amenazada su integridad.