Comentario
Cómo después de desbaratado Narváez según y de la manera que he dicho, vinieron los indios de Chinanta que Cortés había enviado a llamar, y de otras cosas que pasaron
Ya he dicho en el capítulo que dello habla, que Cortés envió a decir a los pueblos de Chinanta, donde trajeron las lanzas e picas, que viniesen dos mil indios dellos con sus lanzas, que son mucho más largas que no las nuestras, para nos ayudar, e vinieron aquel mismo día y algo tarde, después de preso Narváez, y venían por capitanes los caciques de los mismos pueblos e uno de nuestros soldados, que se decía Barrientos, que había quedado en Chinanta para aquel efecto; y entraron en Cempoal con muy gran ordenanza, de dos en dos; y como traían las lanzas muy grandes y de buen cuerpo, y tienen en ellas unas braza de cuchilla de pedernales, que cortan tanto como navajas, según ya otras veces he dicho, y traía cada indio una rodela como pavesina, y con sus banderas tendidas, y con muchos plumajes y atambores y trompetillas, y entre cada lancero e lancero un flechero, y dando gritos y silbos decían: "Viva el rey, viva el rey, y Hernando Cortés en su real nombre"; y entraron bravosos, que era cosa de notar; y serían mil y quinientos, que parecían, de la manera y concierto que venían, que eran tres mil; y cuando los de Narváez los vieron se admiraron, e dicen que dijeron unos a otros que si aquella gente les tomara en medio o entraran con nosotros, qué tal que les pararan; y Cortés habló a los indios capitanes muy amorosamente, agradeciéndoles su venida y les dio cuentas de Castilla, y les mandó que luego se volviesen a sus pueblos, y que por el camino no hiciesen daño a otros pueblos, y tornó a enviar con ellos al mismo Barrientos. Y quedarse ha aquí, y diré lo que más Cortés hizo.