Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, II



Comentario

Cómo otro día después de haber llegado a aquella villa, que yo no le sé otro nombre sino San Gil de Buena-Vista, fuimos con el capitán Luis Marín hasta ochenta soldados, todos a pie, a buscar maíz y a descubrir la tierra, y lo que más Rasó diré adelante


Ya he dicho que como llegamos a aquella villa que Gil González de Ávila tenía poblada, no tenían qué comer, y eran hasta cuarenta hombres y cuatro mujeres de Castilla y las dos mulatas, y todos dolientes y las colores muy amarillas; y como no teníamos qué comer nosotros ni ellos, no veíamos la hora de irlo a buscar; y Cortés mandó que saliese el capitán Luis Marín con los de Guazacualco y buscásemos maíz; y fuimos con él sobre ochenta soldados a pie hasta ver si había caminos para caballos, y llevábamos con nosotros un indio de Cuba que nos fuese guiando a unas estancias y pueblos que estaban de allí ocho leguas, donde hallamos mucho maíz e infinitos cacaguatales y frisoles y otras legumbres, donde tuvimos bien que comer, y aun enviamos a decir a Cortés que enviase todos los indios mexicanos y llevarían maíz, y le socorrimos entonces con otros indios con diez hanegas de ello, y luego enviamos por nuestros caballos; y como Cortés supo que estábamos en buena tierra, y se informó de indios mercaderes que entonces se habían prendido en el río del Golfo-Dulce, que para ir a Naco, donde degollaron a Cristóbal de Olí, era camino derecho por donde estábamos, envió a Gonzalo de Sandoval con toda la mayor parte de su ejército que nos siguiese, y que nos estuviésemos en aquellas estancias hasta ver su mandado. Y como llegó el Sandoval adonde estábamos, y vio que había abastadamente que comer, e holgó mucho, y luego envió a Cortés sobre treinta hanegas de maíz con indios mexicanos, lo cual repartió a los vecinos que en aquella villa quedaban; como estaban hambrientos y no eran acostumbrados sino a comer zapotes asados y cazabe, y como se hartaron de tortillas, con maíz que le enviamos, se les hincharon las barrigas, e como estaban dolientes, se murieron siete dellos; y estando desta manera con tanta hambre, quiso Dios que aportó allí un navío que venía cargado de las islas de Cuba con siete caballos y cuarenta puercos y ocho pipas de tasajos salados, y pan cazabe, y venían hasta quince pasajeros y ocho marineros, y cuya era toda la más cargazón de aquel navío se decía Antón de Carmona, "el Borceguero", y Cortés compró fiado todo cuanto bastimento traía, y repartió dello a los vecinos; y como estaban de antes en tanta necesidad y debilitados, y se hartaron de la carne salada, dio a muchos dellos cámaras, de que murieron catorce. Pues como vino aquel navío con la gente y marineros, parecióle a Cortés que era bien ir a ver y calar y bojar aquel tan poderoso río, si había poblaciones arriba, y qué tierra era; y luego mandó calafatear un bergantín que estaba al través, que era de los del Gil González de Ávila, y adobar un batel y hacerle como barco del descargo, y con cuatro canoas, atadas unas con otras, y con treinta soldados y los ocho hombres de la mar de los nuevamente venidos en el navío, y Cortés por su capitán, y con veinte indios mexicanos, se fue por el río, y obra de diez leguas que hubo ido el río arriba, halló una laguna muy ancha, que tenía de bojo el largor y el anchor seis leguas, y no había población ninguna alrededor della, porque todo era anegadizo; y siguiendo el río arriba, venía ya muy corriente más que de antes, y había unos saltaderos, que no podían ir con el bergantín y los bateles y las canoas, acordó de las dejar allí en el río en un remanso con seis españoles en guarda dellas, y fue por tierra por un camino angosto, y llegó a unos pueblezuelos despoblados, y luego dio en unos maizales, y de allí tomó tres indios por guías, que le llevaron a unos pueblos chicos, donde tenían mucho maíz y gallinas, y aun tenían faisanes, que en estas tierras llaman sacachules, y perdices de la tierra y palomas; y esto de tener perdices desta manera, yo lo he visto y hallado en pueblos que están en comarca destos de Golfo-Dulce, cuando fui en busca de Cortés, como adelante diré. Volvamos a nuestra relación: que allí tomó Cortés guías y pasó adelante, y fue a otros pueblezuelos que se dicen Cinacantencintle, donde tenían grandes cacaguatales y maizales y algodón, y antes que a ellos llegasen oyeron tañer atabalejos y trompetillas, haciendo fiestas y borracheras; y por no ser sentido Cortés, estuvo escondido con sus soldados en un monte; y cuando vio que era tiempo de ir a ellos, arremeten todos a una, y prendieron hasta diez indios y quince mujeres, y todos los más indios de aquel pueblo de presto se fueron a tomar sus armas, y vuelven con arcos y flechas y lanzas, y comenzaron a flechar a los nuestros, y Cortés con los suyos fue contra ellos, y acuchillaron ocho indios que eran principales; y como vieron el pleito mal parado y las mujeres tomadas, enviaron cuatro hombres viejos, y los dos eran sacerdotes de ídolos, y vinieron muy mansos a rogar a Cortés que les diese los presos, y trajeron ciertas joyezuelas de oro de poca valía; y Cortés les habló con doña Marina, que allí iba con Juan Jaramillo, su marido, porque Cortés sin ella no podía entender los indios, y les dijo que llevasen el maíz y gallinas y sal y todo el bastimento que allí les señaló; e dio a entender adónde habían quedado los bergantines y el barco y las canoas, y luego les daría los presos; y les dieron a entender en qué parte del río quedaban, y dijeron que sí harían, y que cerca de allí estaba uno como estero que salía al río; y luego hicieron balsas, y medio nadando la llevaron hasta que dieron en fondo, que pudieron nadar bien. Pues como Cortés había quedado de les dar todos los presos, pareció ser mandó Cortés que se quedasen tres mujeres con sus maridos para hacer pan y servirse de los indios, y no se las dieron; y sobre ello apellídanse todos los indios de aquel pueblo, y sobre las barrancas del río dan una buena mano de vara, flecha y piedra a Cortés y a sus soldados, de manera que hirieron a Cortés en la cara y a otros doce soldados; allí se les desbarató una balsa y se perdió la mitad de lo que traía, y se ahogó un mexicano; y en aquel río hay tantos mosquitos, que no se podían valer, y Cortés todo lo sufría, y da vuelta para su villa, que no sé cómo se la nombró, y abastécela mucho más de lo que estaba. Ya he dicho que el pueblo do llegó Cortés se decía Cinacantencintle, y me han dicho ahora que estará de Guatemala setenta leguas, y tardó Cortés en este viaje y volver a la villa veinte y seis días; y como vio que no era bien poblar allí, por no haber pueblos de indios, y como tenía mucho bastimento, así de lo que antes estaba como de lo que al presente traía, acordó de escribir a Gonzalo de Sandoval que luego se fuese a Naco, y le hizo saber todo lo aquí por mí dicho de su viaje del Golfo-Dulce, según lo tengo aquí relatado, y cómo iba a poblar a Puerto de Caballos, y que le enviase diez soldados de los de Guazacualco, que sin ellos no se hallaba en las entradas.