Comentario
Una de las características de la cultura Samarra es su extensión hacia la zona más meridional de Mesopotamia, situándose en la zona del Tigris medio, principalmente en la región de Mandali, llegando hasta la zona de montaña baja del Zagros. Cronológicamente se sitúa en la segunda mitad del VI milenio y está representada por una serie de poblados que indican una estructura compleja a nivel socioeconómico. Los más significativos y con mayor información son Tell-es-Sawwan y Choga Mami, conociéndose, no obstante, otras instalaciones como Matarrah, Shimshara y los niveles superiores de Yarim Tepe, entre otros.
Las producciones cerámicas significativas de esta cultura están caracterizadas por formas simples de jarras con cuerpo redondeado, cuencos, fuentes y grandes platos decorados con motivos pintados en tonos marrones-rojizos sobre superficie beige. Los motivos son variados, de temática animalística (aves, peces, escorpiones...), o de tipo antropomorfo, representados de forma estilizada y con una disposición equilibrada.
La estructura urbanística de los poblados muestra su creciente complejidad, destacando en primer lugar su gran extensión (Choga Mami, cerca de las seis hectáreas; Tell Sawwan y Bagouz, de dos a tres hectáreas). Las excavaciones iraquíes, desarrolladas en extensión en Tell-es-Sawwan, han puesto en evidencia la existencia de diez construcciones contemporáneas dispuestas en torno a un patio central, con espacios de circulación entre las mismas. Más importante aún es la constatación de construcciones colectivas que delimitan el poblado. En el nivel IIIA las diferentes unidades de habitación son rodeadas por un foso dominado por una muralla construida en adobe. En ella se abren varias puertas de acceso que desembocan en el espacio central o plaza.
Las construcciones domésticas se caracterizan, principalmente, por su planta rectangular multicelular, de tipo complejo y grandes dimensiones (15 x 12 metros). Las habitaciones se disponen con disimetría, con un sistema de pasajes centrales alineados a partir del eje central de la vivienda. Destacan, además, a nivel tecnológico, dos novedades: el uso sistemático de adobe fabricado en molde y la construcción de contrafuertes exteriores en los ángulos de la construcción, estos últimos como consecuencia de las necesidades creadas por la existencia de un piso o nivel superior, al cual se accedería por escaleras exteriores.
Económicamente, la novedad más significativa es la constatación, por primera vez de forma evidente, de la práctica de irrigación. Esto se comprueba principalmente en el asentamiento de Choga Mami, donde las excavaciones han puesto al descubierto una serie de canales en las vertientes de las montañas que rodean la llanura donde se ubica el poblado, tallados, en una extensión considerable, de forma paralela a la pendiente natural a fin de recoger las aguas. Estas evidencias constituyen las primeras pruebas del transporte de agua en varios kilómetros. En Sawwan la irrigación se debió realizar a partir del Tigris, situado en las proximidades del poblado. Por otra parte, la práctica de la irrigación se constata igualmente en las variedades cultivadas (cebada de seis hileras, lino), especies que necesitan una gran cantidad de agua. Esta agricultura floreciente se combina con una ganadería no menos significativa, donde los ovicápridos y el buey constituyen las principales especies domésticas, a las que habría que añadir el cerdo y el perro.
En Sawwan destacan, asimismo, la explotación de los recursos naturales, bien provenientes del propio Tigris, con una abundante pesca y recolección de moluscos, o bien de la llanura aluvial con la caza de gacelas, onagros, gamos y jabalíes principalmente.
Las prácticas funerarias continúan con la tradición de inhumaciones con tratamiento diferenciado para adultos, con una posición fetal a veces envueltos en esteras impermeabilizadas con asfalto, o niños depositados en el interior de jarras, en los dos casos colocados bajo el suelo del hábitat. Los ajuares son poco significativos, a excepción de la presencia, exclusivamente en las sepulturas de niños, de figurillas en terracota o piedra (mármol o alabastro), correspondientes esencialmente a representaciones femeninas. Éstas, muy características de esta cultura, son representadas de pie, y en algunos casos con collares de perlas aplicados o con incrustaciones de concha o asfalto para la representación de los ojos, diferenciándose ligeramente de las halladas en el hábitat, en las que las representaciones son más heterogéneas (figuras femeninas sentadas, masculinas, animalísticas), destacando, no obstante, la clásica representación de los ojos en grano de café. Finalmente, hay que señalar, como ya fue el caso en las culturas precedentes, la expansión por medio del intercambio de la cerámica de Samarra hacia otras zonas culturales. Esta fuerte expansión de las producciones cerámicas vinculadas a la nueva movilidad de productos, ideas y probablemente grupos humanos del Próximo Oriente, provoca que en el caso concreto del grupo Samarra su difusión llegara hasta la zona montañosa del Zagros por la parte del este y al Éufrates por el oeste.