Época: América borbónica
Inicio: Año 1700
Fin: Año 1810

Antecedente:
América borbónica
Siguientes:
La Real Hacienda
La agricultura
La ganadería
La minería
El comercio
La industria



Comentario

La gran reforma borbónica fue, sobre todo, económica y guiada por el principio de aumentar el rendimiento de las colonias para que produjeran más para la metrópoli y aumentaran su capacidad de compra (y con ello su tributación a la Hacienda) de manufacturas importadas de la Península. Se reestructuró por ello la planta fiscal, se modernizó el sistema comercial, se protegió e intentó tecnificar la minería, se fomentó el desarrollo agropecuario y se pusieron obstáculos al industrial para que no minara el comercio español. Las reformas lograron sus objetivos y las colonias estaban a su máxima capacidad de producción a comienzos del siglo XIX.
La Hacienda real experimentó un gran auge, debido a las reformas administrativas impuestas por los Borbones, que aseguraron un incremento de los ingresos y un mayor control sobre el gasto. La agricultura experimentó un enorme desarrollo durante la centuria gracias a una mejor explotación de la tierra y a la mejora del soporte comercial, que facilitó la exportación a Europa. Hubo también un aumento del suelo agrícola, gracias a la incorporación de suelos baldíos. La Corona fracasó sin embargo en sus proyectos de distribuir mejor la propiedad y de sanear su tenencia.

La minería afrontó un gran reto, pues muchas de las minas superficiales estaban agotadas y fue necesario trabajar en galerías profundas, con problemas de apuntalamiento y desagüe. Pese a esto, y gracias a la política de protección que los Borbones desempeñaron, consiguió cuadruplicar su producción a lo largo del siglo, con aumentos globales del 600% en México, y del 250% en Perú. A fines de la colonia, Hispanoamérica enviaba a España más de 20 millones de pesos de plata por año, que suponían el 62% de su producción total, reservándose el resto para su propia economía.

En cuanto al tráfico comercial, aumentó progresivamente, favorecido por las reforma emprendidas encaminada a establecer una cierta liberalización. Otros elementos esenciales del reformismo comercial fueron las compañías comerciales y los consulados. El contrabando fue el mayor problema planteado, en especial el desarrollado por barcos ingleses.

La industria, por el contrario, no consiguió despegar, pues a sus males seculares (falta de capitales, de mano de obra especializada y de buenas vías de comunicación, y grandes bolsones de población autosuficiente) se unió el énfasis de la Corona en evitar la aparición de industrias que compitieran con las metropolitanas.