Época: Primera Mitad I Mile
Inicio: Año 1000 A. C.
Fin: Año 500 D.C.

Antecedente:
Primera Mitad I Milenio



Comentario

El desmoronamiento del Imperio Hitita había dejado un vacío de poder que sólo parcialmente será recuperado en su parte meridional por grupos de población emparentados con los antiguos hititas, aunque en gran medida hablan lengua luvita, según se desprende de los jeroglíficos procedentes de sus residencias palaciegas. Por lo general fueron reacios a aceptar las novedades culturales que se estaban produciendo desde el cambio de milenio, por lo que resultan especialmente llamativas sus manifestaciones artísticas. La posición estratégica de Karkemish le permitió convertirse en uno de los reinos neohititas más importantes, pero los imperialismos urarteo y neoasirio por un lado y la incontenible expansión de los arameos por otro, fueron reduciendo los límites geográficos del mundo neohitita que, a finales del siglo VIII, prácticamente ha desaparecido.
Til Barsip, por ejemplo, ya en el siglo X pasa a manos arameas, para convertirse en el influyente reino de Bit Adini. Otro tanto ocurrió con Samal (la afamada fortaleza de Zincirli), Arpad y la antigua localidad de Hamath. De este modo, la mayor parte de Anatolia meridional y Siria septentrional pasó a ser territorio arameo. Mientras se producía este proceso de aramización, se iban perdiendo elementos culturales propios del mundo hitita, pues algunos reyes del siglo IX aún llevan la nomenclatura de los antiguos reyes de Hatti. El predominio arameo acabó también con los restos hurritas que aún quedaban a pesar de la lejanía del colapso de Mitanni, y es que los elementos demográficos no están sometidos exclusivamente a las veleidades políticas.

Los importantes palacios neohititas de Tell Halaf (Guzana) o Karatepe, ponen de manifiesto la continuidad arquitectónica desde la Edad del Bronce, a pesar de las novedades introducidas por los arameos, sobre todo el bit hilani, designación del edificio palacial con dos salas alargadas a las que se accede por una antesala con columnas. Los artesanos locales se esfuerzan por reproducir los principios artísticos del Imperio hitita, pero su maestría no es excesiva. Tal vez conscientes de ello, los príncipes contratan especialistas, como los fenicios que trabajan en Til Barsip o Karatepe, lo que pone de manifiesto la capacidad de estos principados y sus amplias relaciones internacionales, consecuencia de los beneficios de su intenso comercio.

Estos arameos son un elemento nuevo en el panorama étnico de la zona. Son contingentes nómadas que desde tiempo atrás mantienen contactos con los sedentarios, descendientes de los suteos y de los akhlamu, mencionados por las fuentes del II Milenio. Su potencial militar y la debilidad estructural de los estados de la región son causas determinantes para que los arameos logren imponer líneas dinásticas en antiguos centros urbanos, en los que integran su elemental sistema de organización gentilicia, cuyos jefes mantienen unas especiales relaciones con el monarca, que se presenta como protector providencial, restaurador de los lazos verticales de relación interestamental, óptimos para una buena cohesión social. Por otra parte, desde el punto de vista cultural, se produce un mestizaje; así, mientras adoptan los dioses locales, logran imponer su lengua. En efecto, en menos de cinco siglos el arameo es la lengua más usual de todo el espacio próximo oriental y en el hecho lingüístico interviene el comportamiento político de las deportaciones de población durante los reinados neoasirios y las repatriaciones de los aqueménidas.

Los principales centros políticos arameos fueron Bit Agusi (casa de Agusi), en la zona de Alepo, con capital en Arpad; Bit Adini con capital en Til Barsip, cabalgando en el Eufrates; Guzana era la capital de Bit Bahiani, en la llanura del Khabur; y no menos importantes fueron Hamath y sobre todo, Damasco, que mantuvo una rivalidad considerable durante dos siglos con Israel.