Época: vida cotidiana XVIII
Inicio: Año 1660
Fin: Año 1789

Antecedente:
Usos sociales y convivencia

(C) Antonio Blanco Freijeiro



Comentario

La casa campesina, unidad de residencia y producción, es la auténtica domus, término con que se designa a un tiempo el hogar y el conjunto de bienes privados familiares. Ella cobija a la familia, los animales, las reservas de alimentos, las cosechas y los aperos de labranza. Sus dimensiones son variables, encontrándose modificadas en razón de la estructura familiar dominante, por motivos económicos, demográficos, de estrategias matrimoniales, fórmulas de sucesión y reparto de la riqueza, etc. Se suelen construir, indistintamente, de tierra, madera o piedra, dependiendo siempre del material más común y abundante en cada zona. Durante el siglo XVIII, las otras veces abundantes casas de una sola habitación, se van reduciendo, sobre todo en las áreas europeas de economía agraria más desarrollada, a los sectores humildes de la sociedad rural, siempre que se trate de viuda o una pareja con hijos pequeños, y a los mendigos, constructores también de chozas. Entre los labradores y los artesanos rurales aumentan las casas con, al menos, dos habitaciones, establos y lagares independientes. En ellas, la importancia del mobiliario aumenta. La cama principal es para el matrimonio cabeza de familia, a quien le corresponde el privilegio de ocupar la sala o, si lo hay, el dormitorio, lo que se considera signo de burguesía. Aún en este caso, la práctica del aislamiento nocturno de la pareja no ha llegado todavía. Cuando, en el peor y más normal de los casos, sólo existe un lecho, en él duermen también los hijos. Los armarios, que se cerraban con llave, eran muebles muy importantes dentro de las casas, pero a partir de ahora se van a sustituir por el arca que suponía una buena parte de la dote aportada por la novia.