Época: Seg rev ind
Inicio: Año 1870
Fin: Año 1914

Antecedente:
La segunda revolución industrial

(C) Joaquín Córdoba Zoilo



Comentario

Como ha señalado E. J. Hobsbawm, economistas e historiadores han debatido la esquizofrenia del capitalismo mundial de la época: el núcleo fundamental del capitalismo lo constituían las economías nacionales. El único equilibrio que reconocía la teoría económica liberal era el equilibrio a escala mundial. Pero, en la práctica, la economía mundial de los países capitalistas era un conjunto de bloques sólidos (cada economía definida por la frontera de un Estado). No sólo competían las empresas sino también las naciones, cuyo paroxismo se manifestó, entre otras razones por ésta, durante la Gran Guerra. Incluso las empresas cosmopolitas, como las grandes instituciones financieras, procuraron vincularse a una economía nacional conveniente, aunque siguieran operando en todo el mundo.
Estas observaciones se refieren fundamentalmente a las economías de los países industrializados o en fase avanzada de desarrollo, economías-Estado capaces de defenderse de la competencia de otras economías fuertes. El resto de los países tenían economías dependientes, en mayor o menor grado, del núcleo desarrollado y una potencia decidía su rumbo por una acción indirecta o, sencillamente, mediante la colonización.

En los países occidentales, el proteccionismo, a través de la legislación del Estado y como una interferencia del mercado, fue una característica de la época, sobre todo durante la depresión agrícola. El gobierno de cada país, en mayor o menor medida, dependía de unos votantes que formaban grupos de intereses. Son estos intereses -en ocasiones contrapuestos- los que presionaron para que se protegieran sus respectivos beneficios de la competencia extranjera.

Fundamentalmente en artículos de consumo, las tarifas proteccionistas comenzaron a aplicarse a finales de los años setenta. Sólo Gran Bretaña defendía la libertad de comercio sin restricciones. Además de la falta de un campesinado numeroso, y por tanto de un voto proteccionista importante, el Reino Unido, en los años setenta, aún era el mayor exportador de productos industriales, de capital y de servicios (comerciales, transporte y financieros) y el más importante reexportador de bienes primarios, pues dominaba el mercado de productos como el azúcar, el trigo o, por supuesto, el té. A cambio, el librecambismo supuso el relativo hundimiento de la agricultura británica.

La libertad de comercio no sólo interesaba a Gran Bretaña, sino a otros países que vivían del sistema económico inglés. Los productores de ganado en los países americanos del Plata y Australia o los agricultores daneses no tenían interés en cerrar las fronteras económicas. En todo caso, otros intereses hicieron que aun en estas naciones, como en Dinamarca, se diera un considerable grado de proteccionismo de algunos productos.

Países como Estados Unidos, Francia, Suecia, Italia, España, el Imperio Austro-Húngaro, Rusia, Alemania, etc., aplicaron el recargo de las tarifas aduaneras de una buena parte de los productos agrarios o industriales de consumo, como los textiles.

En algunos casos, el proteccionismo resultó un éxito, como el que acompañó a la agricultura francesa, en otros, como en Italia y España, fracasó al no impulsar una decidida modernización. En conjunto, parece que el proteccionismo industrial impulsó a las industrias nacionales a abastecer los mercados nacionales, que crecían rápidamente, como hemos visto. Según P. Bairoch, el incremento global de la producción industrial y el comercio fue mucho más elevado entre 1880 y 1900 que en períodos precedentes. En 1913, la producción global se había multiplicado por cinco respecto a la de 1870 y los países industriales habían aumentado considerablemente. La economía británica, en lo que respecta a la industria y la minería, había pasado a ocupar un tercer lugar después de Estados Unidos y Alemania.

Sin embargo, la economía capitalista mundial era también un fluido. El proteccionismo no fue general ni excesivamente riguroso, salvo excepciones. Además, no afectó a la mano de obra ni a las transacciones financieras.