Época: Mahayana
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
Escuela de Amaravati

(C) Isabel Cervera



Comentario

Al explicar la producción artística de la escuela de Amaravati hay que hablar en primer lugar de su stupa, famosa en la antigüedad y fundamental para definir el estilo gracias a la abundancia y calidad de los restos arqueológicos. Sin embargo, las imágenes de culto propiamente dichas son escasas; los bodisatvas y las yakshis, que tanta importancia tenían en las escuelas de Gandhara y Mathura, aquí son prácticamente inexistentes. El Buda de Amaravati llega a definir un prototipo original, pero hay muy pocos ejemplares; por eso y de una manera intencionada se trata en segundo lugar.
La originalidad del Buda de Amaravati radica en el intento de provocar el fervor popular a través de la ingenuidad con una amable imagen infantil, apenas un joven, esencialmente diferente de la belleza apolínea del Buda de Gandhara o del sacro idealismo del Buda de Mathura.

Es muy posible que las primeras configuraciones del Buda de Amaravati se realizaran tardíamente, entre el año 180 y 200 d. C., bajo la influencia de la escuela de Mathura. En este sentido cabe explicar la protuberancia craneal de la ushnisha a base de un casquete de rizos en espiral, y los pliegues arbitrarios del manto, a pesar de un mayor realismo tanto en el estudio del peinado como en el de la calidad textil. Absolutamente particular es la aguda observación del natural al plantear un rostro alargado, propio de la etnia drávida, y una sonrisa, ya típica del Buda de Amaravati, acentuando la comisura de los labios.

Desde luego el gran atractivo artístico de este Buda reside en su cabeza, que triunfa sobre la tosquedad escultórica del resto del cuerpo. Las cabezas presentan un volumen suave, en el que los rasgos faciales no se muestran con aristas ni contrastes sino a base de modulaciones sutiles, que pueden llegar a producir una ilusión de vida.

No sólo en Amaravati y sus alrededores, sino en todo el Valle inferior del río Kistna, hay restos de enormes stupas y vastos complejos monásticos Andhra de gran interés histórico-artístico: Ghantashala, Jaggayyapeta, Gummadidirru, Goli...

Nagarjunakonda (Colina de Nagarjuna) fue el monasterio budista más importante de todo el sur de India; allí fundó una universidad mahayana Nagarjuna, el famoso filósofo protagonista del quinto concilio budista que, presidido por el emperador Kushana Kanishka en torno al año 150 d. C., dio el triunfo al budismo mahayana. En este concilio se codificó la enseñanza de Nagarjuna en el texto sánscrito Abhidharma (Doctrina Suprema), del que posteriormente derivarán numerosos libros interpretativos, reflejos de la versatilidad del budismo mahayana, que acaba subdividiéndose en múltiples escuelas a lo largo y ancho de todo Oriente.

Nagarjunakonda se llama hoy Vijuyapuri (en el distrito de Guntur, a 160 km de Amaravati) y es una importante central eléctrica alimentada por un lago artificial, que cubre los restos de una monumental stupa y otras ruinas arqueológicas; algunos monumentos se han salvado y desplazado a una colina cercana, donde todavía se puede contemplar una stupa, una chaitya, una especie de aula-auditorio al aire libre y algunos viharas.

Las piezas escultóricas de más valor se encuentran en los museos nacionales de Madrás y Delhi; reflejan un estilo tardío propio del siglo III d. C., donde las formas denotan cierta decadencia debida a una exagerada estilización, pero revelan una gran soltura compositiva y un contagioso dinamismo.

Las obras de Nagarjunakonda suponen un excelente broche de oro al bajorrelieve narrativo, que caracteriza al arte budista en general y, en particular, a la escuela de Amaravati, cuya blandura se opone a la robustez escultórica de Mathura.