Época: Arte carolingio
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
Arte carolingio
Siguientes:
El mensaje divino
La teoría del Estado y su imagen
Un objeto de lujo: el códice

(C) Isidro G. Bango Torviso



Comentario

El complemento final de cualquier tipo de creación del arte carolingio es la imagen. A una sociedad como la nuestra, acostumbrada a contemplar la arquitectura medieval bajo la óptica equivocada de los arquitectos restauradores que dejan los muros limpios de pintura, le cuesta trabajo comprender la verdadera estética arquitectónica medieval, que no consideraba que un edificio estaba totalmente concluido hasta que la decoración pictórica o musiva cubría los muros por el interior y el exterior.¿Cuál es el lenguaje plástico que utilizan los artistas carolingios para trasmitirnos sus imágenes? Una respuesta simple y directa sería necesariamente equívoca. Técnicas, materias, modelos y tradiciones hacen que exista una gran diversidad de formas y medios de expresión. La lectura de las opiniones de los especialistas nos permite apreciar la divergencia, a veces extrema, de sus criterios interpretativos. En líneas muy generales, se podría decir que unos hablan de una plástica de tradición antigua, mientras que otros la consideran ya románica; este dualismo sería expresado por otros como una corriente naturalista y otra convencional con tendencia a la abstracción. Desde el punto de vista de una historia vitalista de estilos, unos hablarían del acta de defunción de lo antiguo, mientras que otros referirían la partida de nacimiento del arte medieval.La simple contemplación de tres figuras como las del "Evangeliario Gonduino", de los "Evangelios de Godescalco" o de los "Evangelios de Ebbon" nos puede ilustrar perfectamente de tres criterios distintos de representación. Una definición lineal, con una configuración anatómica plana y de torpes convencionalismos son las características de la obra de Gonduino, que denuncia la dependencia de la plástica de la Europa bárbara. La corporeidad y el volumen que se aprecian en el Cristo de Godescalco pretenden crear unas formas verosímiles, que se aproximen a la naturaleza, algo, evidentemente, propio de una estética antigua. La misma intención de aproximación a una estética de verosimilitud naturalista se da en la imagen del evangelista de Ebbon, aunque los recursos cromáticos sean diferentes; sin embargo, al artista le ha interesado también el reproducir una cierta interiorización del personaje, parece como si estuviese redactando en pleno éxtasis, la expresividad del rostro y la ciclónica movilidad de líneas contribuye a ello.Los ejemplos que acabamos de referenciar podrían multiplicarse hasta la saciedad y, siempre, se mantendría, con ciertas variantes accidentales, la polémica naturalismo-antinaturalismo. Pero esta antítesis no es una creación carolingia, existía ya en el mundo tardorromano. Por esta circunstancia, los artistas carolingios la pueden utilizar por su tradición inmediata propia o por imitación de un modelo antiguo. Cuando contemplamos algún rostro de un conjunto de pinturas y observamos en él unos trazos que pretenden individualizar algunos rasgos fisionómicos, entendemos perfectamente los textos de época cuando nos hablan de la pervivencia del retrato como género pictórico. En este mismo sentido debemos interpretar algunas descripciones literarias de obras pintadas. Una precisión de este tipo, "Aquí puede verse el furor del primero de estos reyes ensañándose", sólo puede ser descrita cuando existe un mínimo pretexto plástico que lo justifique.En la plástica carolingia perviven juntas las dos tendencias, mejor o peor interpretadas según la habilidad técnica de los artistas, ambas son herencia de la Tardía Antigüedad. Con la crisis del imperio desaparecerá toda intención naturalista y tan sólo pervivirá el lenguaje convencional de recursos abstractos que define las artes figurativas del románico. Es por esto, por lo que existe una total ambigüedad a la hora de definir conceptualmente algunas obras de esta época. Dos creaciones de artistas carolingios pueden ser catalogadas por los especialistas con una adjetivación estilística diametralmente distinta: una podría ser considerada antigua, tardorromana, mientras que la otra se incluiría en el románico.