Época: Africa
Inicio: Año 1941
Fin: Año 1943

Antecedente:
La guerra en el norte de África

(C) Emma Sanchez Montañés



Comentario

El éxito defensivo no deslumbró a Rommel, que apenas disponía de efectivos que oponer a otro asalto de Montgomery. Los italianos de las Divisiones Littorio y Trieste empezaban a retirarse del frente y la 164 División de infantería, perdido el saliente norte, escapaba del cerco a duras penas.
Al acabarse ese día, le quedaban 187 tanques de los que sólo 35 eran alemanes y apenas contaba con combustible para otra jornada de operaciones.

"Había llegado el momento de replegarse a la línea Fuka", escribió Rommel tras ordenar que minasen esa zona. Y en la madrugada del 3, envió a su ayudante a Berlín con una nota solicitando libertad para retirarse. Seguro de ser oído, ordenó el repliegue de la infantería y colocó al resto de sus tanques y anticarros como escudo para proteger la retirada.

Entretanto, en el campo inglés cundía el nerviosismo. Pasados diez días, no se habían cumplido aún los objetivos previstos para el primero y las pérdidas eran enormes: más de 500 tanques y más de 12.000 hombres.

Y, lo que es más grave, la confusión en sus líneas era tremenda. Sólo esto puede explicar que únicamente la RAF acosase al ejército del Eje en retirada.

El desastre germano-italiano se produjo cuando Rommel recibió la respuesta de Hitler: resistir a ultranza, aguantar hasta que se hundiera el impulso enemigo. "En cuanto a sus tropas, demuéstreles que no existe otro camino que el de la victoria o la muerte", concluía el telegrama.

Aunque furioso y desencantado con quien le ordenaba tal locura, Rommel obedeció y las consecuencias fueron tremendas: el XX Cuerpo de ejército italiano quedó pulverizado, los restos del Afrika Korps, desbordados y su jefe Von Thoma, capturado; las divisiones italianas Folgore, Pavía y Brescia, fueron cercadas y se rindieron.

Las tropas inglesas penetraron a mediodía del día 4 en Sidi Abdel Rahman. Ese era el objetivo de Montgomery para el 24 de octubre.

Rommel había perdido treinta y seis horas preciosas. Su ejército se retiró en desbandada. Unidades italianas y alemanas se mezclaban con los vehículos que, sin gasolina, eran empujados con la esperanza de hallar combustible más adelante.

Los campos minados de Fuka no podían ser defendidos ya. Cualquier resistencia era inútil. Había terminado la batalla de El Alemein cuando llegó el segundo telegrama de Hítler autorizando la retirada.

El balance era tremendo para ambas partes. Los británicos, en cifras del general Alexander, habían perdido 13.500 hombres, entre muertos y heridos y unos 600 tanques. Las tropas del Eje, en cifras de Rommel, 7.800 hombres (2.800 italianos) y 28.000 prisioneros (8.000 alemanes). Y sus fuerzas acorazadas apenas si salvaron 50 carros de combate.

Según radio El Cairo, durante esos doce días se dispararon en El Alemein más de un millón de cañonazos y la RAF arrojó más de 100.000 bombas.

De aquella batalla, que para muchos tratadistas supone un rotundo fracaso de la dirección militar británica, que sólo pudo imponerse por una inmensa superioridad en hombres y medios, surgió un mito efímero, Montgomery, premiado en Gran Bretaña con el vizcondado de El Alemein. Toda su imaginación como general podía resumirse en esta frase de sus Memorias: (Después de El Alemein), "la liquidación de las fuerzas del Eje de África era inminente, siempre que no volviéramos a cometer errores".

Él, por si acaso, no se expuso a "cometer el error" de perseguir a las tropas de Rommel en retirada e impedir su consolidación más atrás. Probablemente, Montgomery tuvo la oportunidad de evitar la batalla de Túnez.

En este caso, como en casi todas las situaciones controvertidas del pasado, el tiempo da la razón. El carisma del vencido se ha impuesto ampliamente al autobombo del vencedor. Hoy se sigue hablando de Rommel en todo el mundo, mientras que de Montgomery ya sólo se acuerdan en Inglaterra.