Comentario
La idea central del ataque a Rusia era derrotar rápidamente a su Ejército, llegar a la línea Volga-Arkangel y, desde allí, destruir mediante ataques aéreos las reservas e instalaciones de la Rusia asiática. Simultáneamente se llevaría a cabo la explotación económica masiva de los territorios que se concretaba en el Plan Oldenburg, basado en la idea de apoderarse de los aceites y semillas oleaginosas de la URSS y del combustible del Cáucaso para trasladarlos a Alemania. Ello suponía la muerte por desnutrición de millones de personas.
El plan de ataque estaba listo en noviembre de 1940, pero la invasión de Grecia por los italianos alteró el programa. La inestabilidad provocada por la derrota italiana obligó a Hitler a acelerar la conquista de los Balcanes y aplazar su campaña contra Inglaterra. Después, la decisión de invadir la URSS obligó a posponer la operación León Marino y supuso la guerra en dos frentes, algo que ya había sido fatal para Alemania en la Primera Guerra Mundial.
Mientras los preparativos de invasión avanzaban, se mantenían unas teóricas buenas relaciones entre Berlín y Moscú; de modo que el 10 de enero de 1941 se firmó un nuevo tratado sobre cuestiones fronterizas y económicas.
Sin embargo, en los asuntos balcánicos existía tensión: históricamente Rumania y Bulgaria eran una zona conflictiva entre el expansionismo germano y el eslavo. Stalin no estaba dispuesto a ceder en este punto, pero los campos petrolíferos rumanos eran esenciales para los alemanes y estaban amenazados por un hipotético ataque aéreo soviético en caso de conflicto.
El grueso de las fuerzas acorazadas y motorizadas fue relevado de Europa occidental y trasladado al Este. El plan no difería esencialmente de los anteriores ataques alemanes: la clave eran las diecinueve divisiones panzer que marcharían en vanguardia y que representaban sólo la décima parte de la fuerza de invasión.
El Ejército alemán había duplicado en un año el número de tales divisiones acorazadas, pero no había aumentado sus efectivos, sino desdoblado las unidades en otras menores. De modo que aumentaron las tropas auxiliares, pero no el número de carros de combate.
Hitler confiaba en que la inferioridad técnica del Ejército ruso compensase esa deficiencia y que el desarrollo de los tanques tipo Mark III y IV, mucho más potentes y mejor artillados que los de 1940, aumentara suficientemente la capacidad de las piezas para no resentirse de los menores efectivos. Así, la campaña de Rusia se inició sólo con ochocientos tanques más que los empleados para el ataque al oeste de Europa.
Pero el principal problema de la invasión a la URSS no era táctico, sino logístico: el frío, la falta de comunicaciones y los enormes espacios eran los generales que habían derrotado a Napoleón. Para invadir y dominar Rusia se precisaba un equipo que los alemanes no tenían y una buena red de comunicación. Europa occidental estaba reticulada por magnificas carreteras que posibilitaban el avance del Ejército. Porque, tras las puntas de flecha blindadas, el grueso de las tropas y los suministros debían avanzar en camiones, en carros y a pie.
También una buena red de ferrocarriles era esencial para la vida del Ejército y las posibilidades de una invasión. Nada de ello existía en Rusia cuando los alemanes se alejaron de la frontera. Y la excesiva confianza en el hundimiento de la resistencia rusa no les hizo valorar esas dificultades.
Por otro lado, el ataque a la URSS era un balón de oxígeno para Inglaterra y le permitía, no sólo mantener la resistencia en la isla, sino impulsar la campaña del norte de África, con todos los riesgos que ello comportaba para la estrategia general alemana.
Todo se agravó cuando Hitler, frente a las teorías de Guderian, impuso una forma de invasión conservadora y lenta. Los partidarios de métodos audaces creían que los destacamentos acorazados debían penetrar lo más rápidamente posible en el territorio soviético, para colapsar la resistencia, como se había hecho en Francia.
Hitler y los generales más conservadores impusieron la táctica de avanzar rápidamente, pero deteniéndose para constituir grandes bolsas de prisioneros rusos. Sin duda esta práctica tuvo efectos espectaculares, en cuanto al número de soldados enemigos capturados, pero retrasó la penetración alemana y permitió la llegada del invierno mucho antes de que la invasión estuviera concluida.