Comentario
El deportado en un campo nazi no tenia ninguna posibilidad de escapar. Rudolf Höss así lo confesó antes de ser ejecutado: "El interno político es enviado a un campo de concentración por un período que no ha sido fijado de antemano: quién sabe si para un año, quién sabe si para diez años. La decisión pertenece a la oficina (la Gestapo) que ha ordenado su internamiento, la cual no está dispuesta a reconocer que se ha equivocado. El internado es la víctima de esta oficina que ha decidido su suerte. No tiene posibilidad alguna de protestar o de presentar recurso".
En alguna ocasión, y excepcionalmente, se procedía a hacer encuestas suplementarias a los casos más favorables, las cuales finalizaban en sorprendentes liberaciones. Generalmente, la duración del internamiento dependía del destino o, si se quisiere, del azar.
En todos los campos había varias categorías de deportados. Los detenidos por derecho común llevaban un triángulo verde al lado del número de matrícula.
Este color designaba a los criminales. El triángulo negro era para los asociales. Para los deportados no había diferencia entre ambas categorías, pues entre ellos se reclutaba a los que mostraban más aptitudes para ejercer de kapos o de verdugos.
El triángulo rosa era para los homosexuales, el amarillo para los judíos (en realidad eran dos triángulos de este color que, superpuestos, formaban la estrella de David), el rojo para los detenidos políticos y resistentes y el morado para los objetores de conciencia. Los deportados españoles llevaron el triángulo azul de los apátridas con la S de Spaniard cosida en el centro.
El comandante supremo de la Wehrmacht, mariscal Wilhelm Keitel, es el autor de la orden Nacht und Nebel (Noche y Niebla), publicada el 12 de diciembre de 1941: "Las personas que en los territorios ocupados cometan acciones contra las fuerzas armadas han de ser transferidas al Reich para que sean juzgadas por un tribunal especial. Si por alguna razón no fuese posible procesarlas, serán enviadas a un campo de concentración con una orden de reclusión válida, en términos generales, hasta el final de la guerra.
Parientes, amigos y conocidos han de permanecer ignorantes de la suerte de los detenidos: por ello, estos últimos no deben de tener ninguna clase de contacto con el mundo exterior. No podrán escribir ni recibir paquetes ni visitas. No deben transmitirse a ningún organismo extranjero informaciones sobre la vida de los detenidos. En caso de muerte, la familia no debe de ser informada hasta nueva orden. Falta todavía una reglamentación definitiva sobre este aspecto de la cuestión.
Las disposiciones anteriores son válidas para todos aquellos detenidos sobre los que, durante las diligencias de la reclusión por razones de seguridad realizadas por la Oficina Central de Seguridad del Reich, haya la anotación Nacht und Nebel".
Los nazis elegían fórmulas poéticas para referirse a sus crímenes y atrocidades. Otra designación era Meerschaum, espuma del mar y, lo mismo que la vida efímera de estas burbujas que se forman sobre el líquido, los deportados clasificados con esta imagen tenían que diluirse sin dejar huella.
Unos y otros deportados estaban destinados, pues, a ser engullidos por la nada, eran cómo espuma del mar o bien desaparecían en la noche y en la niebla. Himmler, tal vez inspirado poéticamente, tomó esta expresión del libreto de la ópera de Ricardo Wagner, El oro del Rin, cuando Fafner dice a los enanos del bosque: "Seid Nacht und Nebel gleich!", sed como la noche y la niebla. Es decir, desapareced.
El 27 de julio de 1944, el mariscal Keitel ponía en marcha el Kügel Erlass (decreto bala): "Todo prisionero de guerra evadido y capturado, oficiales y suboficiales incluidos (excluidos los ingleses y los americanos) debe ser puesto a disposición del jefe de la Policía de Seguridad. Naturalmente, esta medida no debe divulgarse por ningún motivo. No se informará de ella a los demás prisioneros (...) Evadido no recuperado será también la respuesta que se dará a las preguntas de la Cruz Roja Internacional".
Más tarde, este decreto fue también válido para los trabajadores civiles que desertaban y los soldados enemigos hechos prisioneros, incluidos ingleses y americanos.
Reinhard Heydrich, jefe de la Oficina Central de Seguridad del Reich (RSHA), dividió, en 1941, los campos en tres categorías: Dachau y Sachsenhausen fueron considerados de primera categoría; Buchenwald y Mosseriburg, de segunda; Mauthausen, de tercera.
A este último campo eran enviados todos los elementos irrecuperables para el régimen. Los burócratas del RSHA llamaban a Mauthausen molino de huesos.
De la prevención o reforma de los primeros momentos, los nazis pasaron con toda naturalidad a la idea de exterminio.
Mientras tanto, Heydrich maduraba la famosa solución final para millones de judíos y el campo de Auschwitz era ya un hecho. Convoyes enteros de deportados eran gaseados cuando llegaban a los campos.
En Treblinka, miles de judíos iban todos los días a las cámaras de gas. Muchos morían por el camino, transportados en vagones para el ganado, noches y días, sin alimento alguno y sin casi aberturas para poder respirar.
A su llegada a los campos, los SS asesinaban a los que se habían vuelto locos o a los que estaban en el límite de sus fuerzas. En el campo, las durísimas condiciones en los kommandos de trabajo o la escasa alimentación (a veces no superaron las 800 calorías diarias, cuando las condiciones impuestas por el trabajo exigían un mínimo de 3.000), la falta de higiene, la promiscuidad, la falta de medicamentos para simples enfermedades que se convertían en mortales, además de las torturas y los castigos corporales, convertían a cada deportado en un aspirante de la muerte.
Según un cuadro elaborado en la oficinas administrativas de Berlín, la vida de un deportado en un campo de concentración estaba programada para unos nueve meses. La gran mayoría de las veces no alcanzaba los seis meses.
El 8 de julio de 1941, Himmler da la orden de que los gitanos detenidos en toda Europa sean ejecutados. Diecisiete mil gitanos, hombres, mujeres y niños, son asesinados a tiros o con gas monóxido.
El 9 de septiembre de 1941 se usa por primera vez el gas Cyclon B en el campo de Auschwitz. Este método será estrenado con novecientos prisioneros de guerra rusos. En Treblinka, en sólo dieciséis meses, se asesinó fríamente a setecientos mil prisioneros.
Como declaró uno de los acusadores durante el proceso de Nuremberg, las atrocidades nazis no fueron perpetradas bajo la influencia de una pasión furiosa o de una cólera guerrera, sino en virtud de un frío cálculo, de métodos perfectamente conscientes, de una doctrina preexistente.
Ya en 1932, Adolf Hitler había dicho: "No todos deben tener los mismos derechos (..), nunca consentiré que otros pueblos tengan los mismos derechos que el pueblo alemán. Nuestro deber es dominarlos.
El pueblo alemán ha sido elegido para convertirse en la nueva clase de señores en el mundo (...), en el orden social del futuro habrá una clase de señores, una clase histórica, elegida para la lucha entre los elementos más diversos; estará la masa de miembros del partido, organizada de manera jerárquica, y éstos formarán la clase media; estará la multitud anónima, la colectividad de los servidores, los eternos inferiores. Más abajo estará, también, la clase sometida de las razas extranjeras. Llamémosla tranquilamente la moderna clase de esclavos".
En los campos de concentración nazis, los SS no tropezaron con ninguna barrera, jurídica o ideológica, que les impidiera ejecutar su misión de exterminio. Todo estaba programado para que llevaran a la práctica las teorías en que habían sido educados.