Época: Stalingrado
Inicio: Año 1942
Fin: Año 1943

Antecedente:
En el cráter de Stalingrado

(C) Andrés Ciudad y María Josefa Iglesias



Comentario

Entre los meses de octubre y noviembre, los generales alemanes que se encontraban bajo las órdenes de Paulus comenzaron a poner de manifiesto sus dudas sobre los planes alemanes en la ciudad. Entre éstos, el general von Schwedler había advertido del peligro de concentrar todas las fuerzas acorazadas en un punto. Las alas del frente alemán eran como un compás abierto de 90 grados, es decir, formaban un ángulo recto al fondo del cual se encontraba Stalingrado: ¿Qué ocurriría -se preguntaba von Schwedler- si los rusos atacaran sobre las alas cerrando de golpe el compás? Sin embargo, puesto que el 20 de julio Hitler había dicho que "los rusos están acabados", von Schwedler fue destituido.
Aquél mes de noviembre de 1942 comenzó con mucho frío, nubes, pequeñas tormentas de nieve y el termómetro a 20 grados bajo cero. El 11 de noviembre, los alemanes lanzaron sobre Stalingrado un ataque masivo con cinco divisiones apoyadas por 150 carros, aviones "Stukas" y fuerzas especiales de asaltantes que habían llegado en avión desde Alemania. Se trataba de un esfuerzo concentrado orientado a repeler a los defensores del río. Sin embargo, los rusos estaban bien atrincherados. Los "panzer" alemanes, hechos para espacios abiertos y "maniobrables", avanzaban con dificultad entre los escombros, haciéndose muy vulnerables. Los rusos les dejaron pasar y dispersaron a la infantería atacándola por separado, cambiando así los planes de batalla del enemigo.

Los alemanes consiguieron superar el perímetro de la cabeza de puente abriendo en dos las fuerzas de Chuikov, llegando hasta el Volga en un frente de 500 metros. Con muchísimas pérdidas humanas, los soviéticos bandearon la ofensiva y, después de tres días, los alemanes tuvieron que constatar que en realidad no habían conseguido sobrepasar la tupida red extendida entre la colina de Mamaye y las oficinas de"Octubre Rojo".

Poco después del amanecer del jueves 9 de noviembre, los soldados rusos escondidos en las trincheras fueron destinados de repente a establecer un rombo entre el sur y el norte. Con un tiempo bien elegido, es decir, entre los primeros hielos, que endurecen el suelo y permiten una gran rapidez de movimiento, y las primeras grandes nevadas que, sin embargo, impiden prácticamente cualquier posibilidad de maniobra, los grupos del Ejército de Rokossovsky, Vatutin y Eremenko se pusieron en marcha para cerrar la tenaza sobre el Volga. En conjunto, las fuerzas lanzadas por los rusos llegaron a 1.500.000 soldados, 900 carros armados, 13.000 cañones y 1.100 aviones. Aunque no había mucha diferencia en relación con el adversario (el mismo número de hombres, 700 panzer, 10.000 cañones y 1.200 aviones), en este momento los soviéticos habían mejorado notablemente la calidad de sus medios acorazados, así como sus "Stormovik", cazabombarderos, los adversarios más peligrosos para los carros y las concentraciones de tropas. Entre el 19 y el 23 de noviembre, la contraofensiva rusa destruyó 15 divisiones alemanas, de las cuales tres eran acorazadas, haciendo 60.000 prisioneros; sus puntas más avanzadas, en el extremo de la tenaza, al terminar el quinto día, se encontraban a 65 km al oeste de Stalingrado, en Kalac. Por allí, por encima del puente que hay sobre el río, pasaron los refuerzos de Paulus. El puente fue minado; los ingenieros alemanes que montaban la guardia recibieron la orden de hacerlo saltar en cuanto apareciese un soldado ruso. A las 16:30 horas del día 23 de noviembre, los alemanes que se encontraban en Kalac avistaron una larga columna de carros armados proveniente del norte: ¿Serían amigos o enemigos? Media hora más tarde, en la desembocadura del puente, aparecieron tres semiorugas "Horch" con el distintivo del 221 Ejército Panzer. Sin embargo, por el torrente apareció un grupo de unos sesenta soviéticos que aniquilaron a los alemanes haciendo pasar la avanzadilla de Rokossovsky. El compás previsto por von Schwedler se cerró: alrededor de los alemanes se dibujó un anillo de unos 35-60 kilómetros que transformó a los asaltantes en asaltados dando un cambio decisivo al curso de la Segunda Guerra Mundial. Paulus, que se encontraba en las cercanías de Kalac, se libró por casualidad de ser capturado; entonces se dio cuenta de que el flanco sur estaba descubierto, que faltaba carburante y que tenían víveres para unos seis días. Igual que se demostró poco razonable a la hora de empujar a sus propias fuerzas hacia el "ángulo muerto" de Stalingrado, Hitler, se mostró ahora igualmente poco razonable no accediendo a morder la presa.

Para resistir el asedio, el 6º Ejército necesitaba diariamente 750 toneladas de abastos (municiones, carburante, pienso y víveres); la aviación de transporte afirmaba que un puente aéreo podía abastecer como máximo 350 toneladas; sin embargo, Göring aseguraba a Hitler que la Luftwaffe conseguiría abastecer 500 toneladas diarias. De esta forma, el Führer decidió socorrer directamente al Ejército que se encontraba prisionero, encargando a Manstein que rompiera el cerco ruso sirviéndose del 4° Ejército acorazado de Hoth, así como del 31 y 41 Ejércitos rumanos. Hacia mediados de diciembre fracasó también esta nueva ofensiva. Para el 6º Ejército de Paulus sólo quedaba la posibilidad de aprovechar la cuenca para salir del cerco combatiendo. Paulus temió desobedecer las órdenes del Führer, que le pidió que resistiera en su puesto; Manstein sintió el mismo temor, por lo que las disposiciones que impartieron estaban llenas de reservas. Dos días más tarde, Hoth se vio obligado a suspender el avance hacia Stalingrado y Hitler no tuvo más remedio que ordenar la retirada hacia el Cáucaso si no quería perder un millón de hombres. El 6º Ejército estaba condenado: comenzó una agonía que duró 76 días.

La última fase del asedio de Stalingrado está llena de inútiles y vanos intentos por parte de los alemanes de resistir. Convertidos ellos mismos en asediados, repitieron el modelo ruso de la resistencia a ultranza estableciendo plazas fuertes en las casas, en las fábricas, organizando encuentros desesperados por las calles, en las plazas, en los montes. Todo era ya insostenible debido a la rigidez del tiempo invernal. El 8 de enero, los rusos invitaron al enemigo a que se rindiera, pero el ultimatum fue rechazado. La última semana de enero, los soviéticos ocuparon el único aeropuerto que les quedaba a los alemanes, el de Gumrak; el 30 de enero dispusieron su último y horroroso bombardeo contra Stalingrado. Al día siguiente se rindió Paulus.

De los 320.000 alemanes que había en Stalingrado, 140.000 murieron a causa de las heridas sufridas durante la batalla, el hambre, el frío y de enfermedades; 20.000 soldados desaparecieron en combate y 70.000 heridos fueron evacuados antes y después del saqueo. Los 90.000 supervivientes dejaron abandonados 750 aviones, 1.550 carros armados, 480 coches blindados, 8.000 cañones y morteros, 60.000 automóviles y 235 depósitos de municiones, siendo evacuados hacia los campos de prisioneros de Siberia. Entre ellos había 2.500 oficiales, 23 generales y un feldmariscal. De todos ellos regresaron sólo 5.000.

A las 14:46 horas del día 2 de febrero, un avión alemán de reconocimiento sobrevoló a gran altura la ciudad transmitiendo el siguiente mensaje: "En Stalingrado no hay señales de combate".