Época: Imperi Japon
Inicio: Año 1868
Fin: Año 1945

Antecedente:
Los fundamentos del imperialismo

(C) Jesús Hernández Perera



Comentario

El año 1931 señaló otro giro decisivo en la historia moderna de Japón: las Fuerzas Armadas japonesas invadieron Manchuria, lanzando a su país por un camino de acción directa en el continente.
El incidente de Manchuria no fue tanto la causa de la orientación japonesa hacia la expansión militar como el síntoma de agudísimos problemas internos y de una tensión creciente en las relaciones de Japón con el mundo exterior.

El alejamiento de Japón de la comunidad de las potencias democráticas había ido aumentando desde la terminación de la Primera Guerra Mundial; parecía que el destino de Japón se hallaba en el continente y no en la cooperación con las potencias occidentales.

Lo que lanzó el ataque contra Manchuria, dando paso a la consolidación del militarismo en Japón, debe ser analizado en el contexto del empeoramiento de la política interna y en el carácter del problema continental con que Japón se enfrentaba. En los años treinta, los japoneses estaban convencidos de la necesidad de proteger sus intereses.

En esa fecha -1940-, Konoye anunció la adopción de una Nueva Estructura Nacional con el fin de transformar al Japón en un Estado avanzado de defensa nacional. También a comienzos de 1940 fueron disueltos los partidos políticos, y su lugar lo ocupó la Asociación para la Asistencia a la Autoridad Imperial, que, basada en la idea del partido único, proponía la unificación de todo el esfuerzo burocrático y político de Japón en torno a los objetivos imperiales.

Los esfuerzos de movilización realizados bajo la Asociación fueron de tres clases: la llamada movilización popular, es decir, el esfuerzo de movilizar totalmente el frente interno social; la movilización de la voluntad nacional, consistente en el esfuerzo por llevar a cabo una fusión de todas las organizaciones políticas, sociales y culturales del país, y la movilización espiritual: mantener la unanimidad en el pensamiento y la creencia de las consignas de un exacerbado nacionalismo.

Desde 1940, Japón se encerró en un círculo de acontecimientos que lo situaban más en el ultranacionalismo y expansionismo imperialista y en el aislamiento del mundo occidental, y que acabaron lanzándolo al torbellino de la Segunda Guerra Mundial, cuyos hitos más importantes fueron: en el orden diplomático-internacional, en julio de 1940 acuerdo con el Gobierno francés de Vichy para la ocupación de Indochina; en septiembre del mismo año firma del Pacto Tripartito de Berlín, que sellaba una alianza militar entre Alemania, Italia y Japón, y concedía a este país el reconocimiento de su primacía en Extremo Oriente, afirmándose la determinación japonesa de crear un orden asiático, y, en abril de 1941, firma de un pacto de no agresión con la URSS, que lo dejaba libre para avanzar en dirección sur, hacia las colonias francesas, holandesas y británicas.

En el plano del expansionismo imperialista, en agosto de 1940 Konoye formuló su declaración sobre política nacional fundamental (Tiedemann), insistiendo en el plan del nuevo orden en Asia oriental, y desarrolló la idea de una esfera de coprosperidad asiática oriental mayor que situaba a Japón en el centro de un bloque defensivo, cuyo perímetro pasaba por las zonas coloniales.

En este sentido, el ministro Matsuoka anunció el programa de una Asia Grande: en primer lugar, el Imperio, de acuerdo con la política del Ministerio de Ultramar, formado por Corea, Formosa, Manchuria y China del norte; y en segundo lugar, los países integrados en un espacio económico bajo dirección japonesa que serán agrupados en una misma zona monetaria, el bloque del yen: Siberia oriental, Sajalin, Tailandia, Birmania, Nueva Caledonia e Indias holandesas.

A fines de 1940, el plan imperialista se completó: los proyectos de expansión económica parecían estar a punto de alcanzar sus objetivos, aunque faltaba lo esencial: el control efectivo de este vasto espacio geográfico; y fue durante 1941 cuando se desarrollaron los preparativos militares. Por último, en octubre de 1941 el general Tojo fue nombrado primer ministro, y el Japón militarista, ultranacionalista y expansionista entró de lleno, en diciembre del mismo año, en la Segunda Guerra Mundial.

En el marco, por tanto, de estos planes y acuerdos, tanto nacionales como internacionales, la intervención de Japón en la Segunda Guerra Mundial cubrió las siguientes fases: a) desde 1937, la guerra con China, ya citada; b) desde diciembre de 1941, con el ataque a Pearl Harbor, guerra con Estados Unidos y Gran Bretaña, y, hasta 1942, gran expansión y conquistas japonesas en el Pacífico y en el continente asiático: China, Filipinas, Indochina, Hong Kong, Malaya, Singapur, Birmania, Indonesia; c) desde 1943, ofensiva aliada por el Pacífico y el continente y retrocesos japoneses, hasta los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945, con lo que Japón capituló ante los aliados en septiembre del mismo año.

Japón, potencia mundial y en plena expansión imperialista en 1937, pasaba a ser un país derrotado, arruinado y ocupado en 1945.