Época: Barroco4
Inicio: Año 1600
Fin: Año 1700

Antecedente:
El arte en los centros periféricos

(C) Antonio Martínez Ripoll



Comentario

En Lecce, capital de la Terra d'Otranto, en los dominios del Virreinato de Nápoles, se dio una de las más originales versiones del Barroco, al socaire de la comitencia de las órdenes religiosas, genuinas instituciones crediticias con alto poder económico y financiero, y a un fuerte arraigo de la religiosidad posttridentina, sin olvidar el poder de las baronías locales. En Lecce y en todo el Salento: Nardó, Galatina, Gallipoli, Galatone, triunfó el ornamento y la fantasía sobre la construcción y la técnica, hasta confundirse arquitectura con decoración, disfrazando las estructuras, que poco o nada importan, en beneficio de las superficies revestidas por completo de una espesa y menuda ornamentación de flores, hojarascas, frutas, formas cartilaginosas, motivos perlados, héroes mitológicos, figuras monstruosas y quiméricas, entremezclándose con las representaciones más canónicas de santos, ángeles y otros símbolos religiosos.Es probable que estas frenéticas minucias ornamentales fueran favorecidas por la bellísima piedra local: una marga calcárea, dorada oscura, de grano fino y homogéneo, que se labra con mucha facilidad. Aunque esto sea verosímil, no debemos olvidar que esas inflexiones decorativas, de elaborado y ligero detallismo, superpuestas a unas estructuras arquitectónicas de claridad renacentista, funden aportes autóctonos del Románico apuliano con otros lombardos, napolitanos y españoles, en este caso ligados por la crítica con el arte Plateresco, tanto por su manifiesto horror vacui como por la apariencia de cuidada labor de orfebrería en piedra. La tipología del barocco leccese, ideada y erigida por los arquitectos locales o maestri Bella pietra, más preocupados por enriquecer los paramentos que por crear y definir los espacios, no incluye sólo iglesias y conventos, sino que también abarca palacetes y casas baronales, así como elementos del omato urbano: edículos, balcones, agujas triunfales, pozos, fuentes.La personalidad más interesante fue Giuseppe Zimbalo, apodado lo Zingarello (Lecce, 1620-1710), que dirigió la reconstrucción del Duomo, de nítido esquema toscano (1659-70), con sus fastuosas portadas Norte y Oeste y el gallardo campanario (1661-82). Si en Sant'Agostino (1663) fue brillante y en la fachada de San Giovanni Battista al Rosario (1691-1728) magistral, se superó a sí mismo en la iglesia de la Santa Croce dei Celestini, con el convento anejo (1549-1695). De planta basilical y cubierta artesonada, la sencillez estructural de su interior se refleja en la articulación de su gran portada. Construida durante un dilatado arco temporal, con la articipación de varios artistas locales (G. C. Penna, F. A. Zimbalo, G. Zimbalo, G. Cino, su homogeneidad refleja tanto la continuidad de los modos del quehacer artesanal como la pervivencia del gusto local. El otro gran arquitecto, Giuseppe Cino (Lecce, 1644-1722), es autor, entre otras obras, del palacio del Seminario (1694-1709) y de la iglesia de Santa Chiara (1687-91), y cuya actividad se introduce en pleno siglo XVIII. En un ambiente en el que la continuidad estructural y formal es el fundamento, merece citarse la fachada de San Matteo (1667-1700), obra del arquitecto lombardo Achille Larducci, por los ecos que declara de la lección de Borromini, en especial por el empleo de la dinámica contraposición pulsante entre convexidad-concavidad.