Comentario
El retablo barroco es sin duda la creación fundamental del arte religioso español. Algunas de sus características son coincidentes con las del arte efímero, como el hecho de ir por delante de la arquitectura y de convertirse en una fuente generadora de nuevas fórmulas. Así se explica que a lo largo del siglo se pasara del retablo inspirado en las portadas de las iglesias a las portadas-retablo.En las primeras décadas del siglo su tipología aún dependía del modelo escurialense. Presentaba un esquema fraccionado, de varias calles y cuerpos superpuestos, y su diseño fue paulatinamente pasando de manos de los ensambladores a las de los arquitectos, siendo Gómez de Mora el más destacado tracista de este período. Sin embargo, en la etapa de plenitud barroca sus cualidades cambiaron sustancialmente a causa de las ideas contrarreformistas, que le exigieron convertirse en un universo de formas sobre el santuario, en un gigantesco muro de fe, para atraer la mirada del fiel y realzar la importancia de la zona litúrgica. Estos nuevos planteamientos fueron iniciados por Alonso Cano y Pedro de la Torre, auténticos renovadores de la tipología del retablo a partir de los años centrales de la centuria.Realizado casi exclusivamente en madera dorada y policromada, los retablos asumieron cada vez con mayor intensidad el carácter de una composición arquitectónica, en la que columnas, frontones y entablamentos definían una estructura espacial, combinando pintura y escultura para formar un gran aparato escenográfico destinado a impactar y conmover el alma del fiel. Se transformaron así en obras de singular importancia, en las que se fundían las tres artes, pero generalmente diseñados por los arquitectos, tarea a la que se dedicaron los más relevantes artistas de la época.La desaparición de la cuadrícula en favor de la escena única, para fijar mejor la atención del espectador, y la utilización de la columna salomónica son las notas más sobresalientes de su evolución, a la que también contribuyeron el progresivo aumento y enriquecimiento de los elementos decorativos, y el carácter dinámico que les proporcionaba la composición en diversos planos. Desde la armonía unificadora de Gómez de Mora hasta la aparatosidad escenográfica de José Benito Churriguera, a lo largo del siglo el retablo alcanzó la consideración de obra de primera magnitud, decisiva para entender el significado del barroco español.El retablo cascarón -que recubría por completo el ábside-, el retablo-relicario, el retablo-escaparate -de una sola escena en hornacina de cristal-, el retablo-baldaquino -en ocasiones exento-, fueron algunas de las fórmulas estructurales de este tipo de obras. Tras alcanzar su plena definición en el XVII y su punto álgido en las primeras décadas del XVIII, entraron después en franca decadencia durante el neoclasicismo, porque su función y su esencia estaban íntimamente ligadas a las ideas religiosas, unas ideas que le llevaron a su máxima expresión, pero que al perder su hegemonía en la vida del país ocasionaron su declive, ya que el retablo se vació de los contenidos espirituales en los que basaba su razón de ser.