Comentario
Del mismo modo que los historiadores han querido vincular el triunfo del palladianismo en Inglaterra con el ascenso progresista whig, han señalado una idéntica relación con la aparición del jardín pintoresco en aquel país, opuesto al racionalismo del jardín francés, en los primeros decenios del siglo XVIII. Y, sin duda, existe una relación íntima entre el jardín pintoresco y el palladianismo. Es más, de la misma forma que a través de Palladio se perseguía recrear la arquitectura antigua, también el jardín pintoresco era entendido como el más próximo a los de la Antigüedad, tal como eran descritos en los textos clásicos griegos y romanosSe trataba, como en la arquitectura clásica, de buscar la perfección en la imitación de la naturaleza. De ahí, que el trazado de los jardines pintorescos parezca que reproduce el desorden del paisaje, porque se imita la naturaleza con la naturaleza misma, no es un coloquio desigual entre lo natural y lo artificial, sino la búsqueda de un equilibrio compositivo y perceptivo. En este contexto, la divulgación de los jardines orientales, especialmente los chinos, tendría una notable importancia, máxime si consideramos que los teóricos e intelectuales que defendieron la idea del jardín pintoresco pensaban que aquellos jardines derivaban directamente de los romanos y griegos. Es más, ya en 1624, un ferviente admirador de Palladio como H. Wotton había podido escribir en sus "Elements of Architecture" que así como las fábricas deben ser regulares, así también los jardines deben ser irregulares o al menos configurados con una muy salvaje regularidad.Sin embargo, en esa relación se apuntan ya algunas consecuencias decisivas para la estética y el arte posteriores. En efecto, con esa nueva valoración de la naturaleza, que surge del clasicismo, se van a vincular nuevos análisis relativos a las sensaciones y emociones que esa irregularidad buscada en el jardín pintoresco puedan revelar, desde la disolución del orden y la simetría clásicos, a las teorías del asociacionismo, en la mejor tradición del empirismo inglés. En todo caso, la proliferación de jardines a la inglesa durante el siglo XVIII, incluso como depositarios de arquitecturas exóticas, tendrá una relativa incidencia en los debates arquitectónicos. Pensemos que jardines semejantes habían acompañado a la teoría y al arte del Manierismo y del Barroco. Es más, las descripciones de los textos clásicos, sobre todo de las Villas de Plinio el Joven, parecían legitimar el origen clásico de ese tipo de jardines. También los palladianos ingleses trazaron los primeros jardines pintorescos en estrecho contacto con intelectuales y filósofos de formación clásica como A. Pope, Shaftesbury o Addison. Pero será a partir de la segunda mitad del siglo XVIII cuando esa nueva idea de la relación entre estética, arquitectura y naturaleza logre sus más interesantes aportaciones, con las obras de W. Chambers o Capability Brown. Sólo con el Romanticismo las consecuencias compositivas, figurativas, tipológicas y lingüísticas de la valoración pintoresca de la naturaleza afectarán al arte de una forma decisiva.