Época: China2
Inicio: Año 1368
Fin: Año 1644

Antecedente:
Pintura ming
Siguientes:
Zhu Yonming, calígrafo

(C) Virginia Tovar Martín



Comentario

Localizados geográficamente en la ciudad de Suzhou y sus alrededores, en la provincia de Wuxien, se agruparon una serie de pintores cuyo principal rasgo común fue el de ejercitar la pintura como un modo de vida, alejado de las órdenes académicas, y que configuraban el ideal de los wen ren hua o pintura de hombres ilustrados.
La abreviatura del topónimo de la provincia de Wuxien, Wu, da nombre a esta agrupación de pintores: la Escuela de Wu. Formaron parte de ella los siguientes artistas: Shen Zhou, Tang Yin, Wen Zhengming, Qiu Yin, Zhen Shun, Lu Chih, Wen Jia, Wen Peng, Wen Boren y Dong Qichang.

Los orígenes del concepto y filosofía de la Escuela han de buscarse en la obra de poetas, pintores y calígrafos de la dinastía Song del Norte: Su Shih (1037-1101), Mi Fu (1052-1107), Wen Dung (1019-1100), Li Kung Lin (1049-1105) y Wang Shen. Ellos preconizaron la absoluta necesidad de entender la pintura como la manifestación de un sentimiento, ya sea expresado mediante la palabra (poesía), mediante las letras (caligrafía) o usando imágenes procedentes de la realidad inmanente (pintura). Las expresiones pintar una caligrafía o escribir una idea reflejan esta íntima unión entre las artes del pincel.

Asimismo, los poetas, pintores y calígrafos de la Escuela de Wu vieron en los maestros Song del Norte el medio adecuado de expresión, por su preferencia por la espontaneidad como contraste al elemento artificioso de la pintura Song del Sur, tan apreciada en los círculos académicos.

Se antepone la idea del artista como un intérprete de la realidad, más que como un registrador fehaciente de los acontecimientos o de las formas. De ahí que la expresión de la personalidad prime sobre la descripción de la realidad externa. Para lograr la espontaneidad necesaria, que permita la expresión, hace falta una técnica basada en el estudio y en la experiencia. No es casual que la mayor parte de los artistas de la Escuela de Wu perteneciera a familias acomodadas, de las que heredaron el gusto por el conocimiento y el coleccionismo de obras de arte. Suzhou se convirtió, durante los siglos XVI y XVII, en una ciudad cuya economía estaba basada en el comercio y con un gran prestigio por su carácter de centro cultural, incluso por delante de la capital del Imperio.

Veremos también que algunos de los componentes de la escuela intentaron con desigual éxito ser incluidos, por medio de los exámenes, en los círculos de la corte, abandonándola y regresando a sus lugares de procedencia.

Entre todos ellos existieron lazos muy estrechos: de maestro/alumno, mecenas/artista, familiares... que facilitaban la comunicación intelectual entre ellos, así como la colaboración mutua para el desarrollo de obras que hoy denominaríamos colectivas.

Estas reuniones fueron además objeto de muchas poesías, caligrafías y pinturas, con las que se pretendió expresar el espíritu de su tiempo.

Se considera fundador de la Escuela de Wu al gran pintor Shen Zhou (1427-1509), que con su obra marcó el corte estilístico decisivo con los pintores de la corte.

Si valoramos a los artistas no por su procedencia geográfica, sino por sus condiciones de vida y por los maestros de los que aprendían, hay que decir que Shen Zhou vivió en el seno de una familia acomodada, y le fue sencillo rechazar las llamadas de la corte con la excusa de cuidar a su madre viuda, tal y como aconsejaban las enseñanzas confucianas. Sus maestros comenzaron siendo los Cuatro Grandes de la dinastía Yuan: Zhao Mengfu, Wang Meng, Huang Gung Wang y Ni Zan, de los que copió sus obras y aprendió el espíritu. Sin embargo, en su aprendizaje no olvidó a los artistas Song del Norte e incluso a los anteriores. Entre los poetas elogió las obras de Po Chü-i (772-846) y Su Dung Po (1036-1101), y en caligrafía a Huang Ding Chien (1050-1110) y Zhao Mengfu.

Shen Zhou pintó más de doscientas obras, que pueden ser estudiadas según la influencia de unos u otros maestros, pero al mantener siempre unas constantes no resulta fácil la división de su obra en diversos períodos.

Entre estas constantes cabe citar su preferencia por las composiciones arquitectónicas, en cuanto a línea y plano, y el uso de una pincelada muy personal, en la que los trazos sustituyen a las aguadas, excepto en las siluetas de formas lejanas, así como la simplificación de las figuras humanas frente al detallismo de la Escuela de Zhe. También se observa en sus obras un gran interés por la textura y la repetición de líneas y puntos, procedente de la obra de Mi Fu, siempre utilizados siguiendo un vocabulario restringido tanto de formas como de trazos.

Para sus obras utilizó tanto formatos reducidos (hojas de álbum), como largos rollos horizontales, siendo menos frecuentes las composiciones en rollos verticales, más apropiados para representaciones de paisajes monumentales.

Su género pictórico preferido fue, en primer lugar, el paisaje, seguido del género de animales, plantas y flores. Shen Zhou concebía el paisaje, no en el sentido gradilocuente de Guo Xi, sino como un escenario, donde se desarrollaban sucesos cotidianos (Despidiendo a Lu Chih) y, sobre todo, donde el hombre, letrado o campesino, se integraba con el espíritu de la naturaleza. Por ello su obra posee una simplicidad extrema, que recuerda la obra de Ni Zan. Shen Zhou, a diferencia de Ni Zan, humanizó los paisajes mediante la introducción de personajes presentes y ausentes insinuados con pocos trazos (Poeta en un acantilado), o bien con pabellones solitarios que hacen referencia a la vida de los letrados.

Para las obras de pequeño formato (hojas de álbum), Shen Zhou eligió temas más concretos, como el álbum titulado "Diez vistas de Gu Su"(Suzhou), o "Paisaje con figuras", donde mostró, a una edad muy avanzada, su gran dominio de la composición y los juegos de tinta.

Wen Zhengming (1470-1559) es otro de los artistas destacados de la Escuela de Wu. Creció inmerso en un mundo de letrados y coleccionistas, conociendo desde muy joven la obra de los grandes pintores del pasado. Como alumno de Shen Zhou, heredó de él el gusto por los Cuatro Grandes de la dinastía Yuan, así como por los pintores de la dinastía Tang y Song.

Wen Zhengming, a diferencia de Shen Zhou, tuvo como principal objetivo el acceder a un puesto en la Academia. Con tal motivo, gran parte de su vida la dedicó al estudio de la caligrafía, la historia, poesía, literatura... y otras materias necesarias para aprobar los exámenes oficiales de la capital. Diez veces probó suerte y diez veces fue suspendido, siendo recompensado por su prestigio con un empleo en la Academia Han Lin de Beijing, en 1523. Poco tiempo después y decepcionado de las intrigas cortesanas, abandonó la capital, volviendo en 1527 a Suzhou.

La mayor parte de sus obras pertenecen a un período muy tardío, ya que se puede decir que hasta cumplidos los sesenta no se dedicó por entero a la pintura. A pesar de ello, y tras su vuelta a Suzhou, pronto se convirtió en el centro del círculo intelectual de la ciudad, reuniendo en torno a él a los mejores artistas del momento: Zhu Yunming, Zhen Shun...

Sus temas preferidos fueron paisajes de los sitios más famosos de Wu, utilizando tanto formatos verticales como horizontales. De carácter más elaborado que los paisajes de Shen Zhou, se aprecia en ellos su fuerte formación historicista y literaria. Aprendió y sintetizó de todos sus maestros, creando un estilo propio en el que utilizó todo tipo de pinceladas: desde las que buscan el detalle como si se tratara de un trabajo de miniatura (Viejos cipreses y roca) a aquellas que le permitieron trabajar en escalas monumentales (Paisaje montañoso).

Estos últimos le facilitaron experimentar en nuevas composiciones, como el cruce de diagonales, que obliga a lecturas en zigzag de sus obras. En general prefirió el uso de trazos sobre pinceladas, debido a su maestría como calígrafo, que influyó decisivamente en su técnica. La caligrafía de Wen Zhengming se aprecia no sólo en aquellas en que las composiciones caligráficas componen la totalidad de la obra, sino por la constante inclusión de poemas en sus obras pictóricas.

Junto con el paisaje, Wen Zhengming gustaba de ilustrar las reuniones de letrados, en sentido abstracto y real, con un gran poder evocador. En una de las versiones de su obra Degustando té, Wen Zhengming explicaba, en una inscripción en la obra fechada el 7 de abril de 1534, cómo estando enfermo y lamentando no poder reunirse con sus amigos junto a una taza de té, un amigo le visitó regalándole diversos tipos de té. Mientras gozaba de la preparación de esta infusión, pensaba en Lu Yu (?-804), poeta de la dinastía Tang y gran amante del té. Su pensamiento le llevó a copiar en la pintura los versos del poeta acerca de los utensilios necesarios para la ceremonia del té.

Esta obra representa un documento histórico por sus asociaciones con el pasado, así como un reflejo de la vida de contemplación necesaria para la creación. En otras utilizó árboles y rocas (Viejos cipreses y rocas, 1550) como símbolo del mismo mundo, realzando el significado con la inclusión de poemas alusivos. Dos de sus hijos, Wen Beng y Wen Jia, fueron también sus discípulos, formando parte del círculo de literatos de Wu. Ellos, junto a su padre y otros familiares y amigos, compusieron la obra Diez Poemas, en formato de abanico, que constituye una serie de reflexiones poéticas acerca del efecto estético de una cascada.

Entre los discípulos de Wen Zhenming, destaca Zhen Shun (1483-1544), poeta, calígrafo y pintor. El maestro le inculcó el gusto por los pintores del pasado, especialmente por aquellos relacionados con la pintura de letrados. A pesar de que ejerció una gran influencia sobre él, Zhen Shun supo crear un estilo propio, con unas pinceladas en las que utilizó los puntos o tien de Mi Fu, así como los juegos de tinta o mo-xi.

Tang Yin (1470-1523) contemporáneo de Wen Zhengming, también intentó sin éxito pasar los exámenes imperiales. A pesar de su gran preparación, parece ser que un compañero de examen le facilitó las preguntas, siendo descubiertos y expulsados en medio de un gran escándalo. Tras ello, se vio obligado a volver a Suzhou y dedicarse a la pintura no sólo como un fin sino como un medio para subsistir, convirtiéndose en un pintor profesional rechazado por el círculo de letrados. Su obra muestra una influencia mayor de Zhou Zhen (Escuela de Zhe) que de Shen Zhou, y no vería reconocida su valía artística hasta el final de su vida.

Su obra se compuso tanto de paisajes (Altas montañas y maravillosos árboles), según el estilo Song del Norte, como de retratos de personajes motivados por su carácter de pintor profesional (Dama con peonías). La constante dicotomía en la que se movió profesionalmente, quedó reflejada en su obra, donde se pueden apreciar algunos rasgos de la pintura de letrados, así como referencias a la pintura decorativa y artificiosa Song.

Antes de cerrar este breve estudio de la pintura Ming, y considerándolo como el mejor colofón para ello, haremos referencia a la obra de Dong Qichang (1555-1636). A su calidad de poeta, calígrafo y pintor, común a la mayor parte de los pintores de la Escuela de Wu, Dong Qichang unió también la de crítico y teórico del arte.

Su vida define el ideal de los pintores no oficiales, aun contando con el cargo de miembro de la Academia de Hanlin. Pertenecía a una familia de gran prestigio y posición. El mismo fue un gran coleccionista y estudioso de las obras de arte de la antigüedad. Sus conocimientos le valieron para ser convocado a la corte, primero para editar la historia de la dinastía Yuan y más tarde para ocuparse como tutor de la educación del príncipe Zhu Zhang Le (futuro emperador Guanzong). Su carrera en la corte terminaría en 1634, retirándose como presidente de la Oficina de Ceremonias.

Sus maestros fueron, en caligrafía, Mi Fu y Zhao Mengfu, mientras que en pintura fueron Huang Gong Wan, Dong Yuan y Wang Wei. Sus ideas acerca del estilo y la técnica en pintura están recogidas en su obra literaria. En ella desarrolló la teoría de dos escuelas en pintura: Norte y Sur, que condicionarán no sólo a los pintores posteriores, sino a toda la crítica artística hasta nuestros días.

Dong Qichang propugnaba la reinterpretación de los grandes maestros como el único medio de conseguir un estilo de expresión personal. Aunque exhortaba a la libertad de creación, sus escritos no permitían salirse de la ortodoxia, al definir con toda precisión qué estilos y cuándo han ser utilizados para expresar ideas y representar formas.

Aplicó estas teorías en sus propias obras, destacando las siete hojas de álbum tituladas Album de paisajes, en los que se supone que imitó los estilos de algunos de los viejos maestros: Mi Fu, Huang Gongwang y Wu Zhen, en la aplicación de diferentes pinceladas.

Sus composiciones evitaban los elementos decorativos o laboriosos, basándose en composiciones triangulares con una nueva iconografía del paisaje cuyo carácter y fuerza estriba en su abstracción.