Época: Berlín
Inicio: Año 1944
Fin: Año 1945

Antecedente:
El fin del fascismo

(C) Virginia Tovar Martín



Comentario

Los carros cumplieron con gran celeridad su misión, a partir de un nuevo repliegue hasta posiciones situadas al norte de Florencia, sobre las ciudades de Lucca y Pistoia. Sin embargo, los aliados atacaban de nuevo con el VIII Ejército, y el día 20 la brigada griega de montaña liberaba la importante ciudad portuaria de Rímini. Una semana antes, el V Ejército comandado por el general Clark lanzaba en el oeste una ofensiva paralela. El 17, sus fuerzas habían ocupado un tramo de once kilómetros de longitud de la misma Línea Gótica.
Esta progresión se vería momentáneamente detenida ante la presencia de cuatro divisiones alemanas, pero llegados los últimos días del mes de septiembre, las fuerzas de la Wehrmacht continuaban retirándose hacia el norte. Su principal preocupación estribaba en cortar el paso del enemigo hacia la ciudad de Bolonia, principal nudo de comunicaciones del país. Pero para entonces un nuevo elemento dificultó las operaciones: el mal tiempo otoñal favorecía la aparición del barro e impedía el avance de hombres y máquinas.

A principios de octubre, los alemanes demostraron su voluntad de negarse a proseguir los sucesivos repliegues realizados. Mientras, la mejoría de las condiciones climatológicas había permitido a los aliados la utilización masiva de su aviación y artillería. Con todo, la situación no era buena para los angloamericanos, ya que se estaba poniendo de manifiesto de forma clara el hecho de que los alemanes habían tomado la decisión de resistir a toda costa en las posiciones en que se encontraban. Esto había quedado demostrado al observar el fuerte incremento en el volumen de su artillería, que ahora respondía eficazmente a los ataques del adversario.

La ofensiva aliada quedaría de esta forma detenida a una distancia de solamente dieciséis kilómetros de la ciudad de Bolonia. Los atacantes ya no podían utilizar la aviación debido al mal tiempo reinante, por lo que sus posiciones se vieron debilitadas en gran medida. Además, las continuas peticiones hechas por los generales Alexander y Clark de nuevos refuerzos de tropas no fueron escuchadas por sus superiores, que tenían puesto todo su interés en las operaciones realizadas en el norte de Francia. Por el contrario, Kesselring se veía fuertemente reforzado en estos momentos con el envío de nuevos efectivos.

Firme en su idea de contener en lo posible el avance soviético, Churchill insistía en la necesidad de efectuar un desembarco anfibio en la península adriática de Istria para alcanzar Viena lo antes posible. Mientras, un total estancamiento se demostraba en el escenario bélico italiano, que si animaba el optimismo de los alemanes actuaba en sentido contrario sobre los aliados. Para éstos resultaba ya evidente que era imposible una conclusión victoriosa del conflicto dentro de aquel mismo año de 1944.

El aplazamiento de la ofensiva iniciada en el verano tenía varias causas diferentes y complementarias entre sí. Primeramente, la inesperada resistencia opuesta por los alemanes, que no se había previsto en absoluto.

En segundo lugar, la necesidad de retirar tropas de este frente para enviarlas a territorio francés. Y, por fin, la necesidad del traslado de tropas británicas para pacificar a la ya liberada Grecia, donde se había iniciado un cruento enfrentamiento civil entre los sectores opuestos que habían integrado la resistencia antialemana. Todos estos motivos harían que, llegado ya el invierno, quedase olvidada ya toda posibilidad de adelantarse al avance soviético en Centroeuropa a través del norte de Italia.

Para los meses siguientes, la conferencia de jefes de Estado Mayor reunida en Yalta había decidido que, dada la imposibilidad de lanzar un ofensiva a gran escala en la península, deberían realizarse de forma continua operaciones de desgaste del enemigo, manteniéndole siempre en jaque permanente. Mientras, la retirada de tropas con destino al frente occidental proseguía, y no se vio detenida hasta los últimos días de marzo de 1945. Pero para entonces, también los alemanes habían visto reducidas sus fuerzas. Parte de ellas había sido trasladada a la ya acosada Alemania, mientras que otras habían sido empleadas en las operaciones de ocupación del territorio húngaro, que habían sido realizadas ante los deseos de Budapest de pactar con la amenazadora Unión Soviética.

Gran parte de la actividad de las fuerzas aliadas durante el inicio de la primavera de 1945 estuvo dedicada a la construcción de los denominados puentes Bailey, hasta un total de más de 2.500. Estos servirían tanto para suplir los volados por el enemigo como para facilitar los movimientos de las fuerzas en todos los posibles frentes. Al mismo tiempo, el escenario bélico se veía equipado por una serie de armas y pertrechos cada vez más perfeccionados en todos los aspectos. La obligada tregua había permitido además llevar a cabo un vasto plan de adiestramiento general de las tropas, en previsión de las actividades a realizar tras la reanudación de la ofensiva.