Época: XX7
Inicio: Año 1910
Fin: Año 1915

Antecedente:
El expresionismo. El Puente

(C) Virginia Tovar Martín



Comentario

Los miembros de Die Brucke compartían intereses que no estaban bien vistos en medios oficiales, dominados por un postimpresionismo internacional, amable, elegante y de buen gusto, muy apropiado para decorar los salones de las casas guillerminas. Sus intereses iban hacia la violencia expresiva de Van Gogh y sus colores arbitrarios pero emotivos; la angustia de Munch, atormentado por todas las variantes del sufrimiento; la limpieza y la inmediatez de las artes populares y las culturas primitivas plasmadas en las esculturas negras y oceánicas.En Dresde, la vieja ciudad barroca donde iniciaron sus actividades, tenían a la vista la importante colección etnológica del Zwinger, y Kirchner recuerda en la "Crónica" lo que su visión significó para ellos. Compartían la conciencia de haber perdido el paraíso y en esos objetos primitivos veían una manifestación de él y una identidad con lo que ellos mismos hacían y con el modo de vida que querían llevar. La sociedad y el arte no europeos tenían una expresión sin contaminar y cargada con la fuerza de los impulsos humanos básicos. Su primitivismo lo era en sentido muy amplio: incluía la escultura africana y la de los mares del sur; pero estaba abierto a otras manifestaciones, como las terracotas y los bronces etruscos, que Heckel descubrió en 1906 durante un viaje a Italia, o el arte egipcio, que fue la aportación de Müeller.A Van Gogh le conocían por exposiciones de la Galería Arnold, y Nolde le había conocido ya a finales del siglo. Era la violencia y la deformación expresiva lo que les atraía de él y con lo que se podían identificar; con la profunda unidad entre forma y contenido que hay en su obra, con las emociones y el sentimiento religioso. A Munch, fascinado a su vez por Van Gogh, le conocían desde 1892, cuando se exhibieron por primera vez sus obras en Berlín, y porque, ya consagrado, vivió en Alemania entre 1900 y 1907. Munch, con su angustia, fue el punto de partida de los expresionistas y en 1889 escribió algo que parece la divisa o el pistoletazo de salida: "Ya no debes pintar interiores con hombres leyendo y mujeres sentadas. Deben ser seres que respiren y sientan, que amen y sufran".