Comentario
Tanto en la fase inicial de gestión directa de las explotaciones por el aparato estatal como en fases posteriores, cuando las minas eran alquiladas a publicanos y, más tarde, cedidas a propietarios privados, la administración de la explotación exigía un amplio equipo de técnicos, contables y encargados del abastecimiento de los mineros.
Se conoce bien la organización de las compañías de publicanos, societates publicanorum. Se constituían como sociedades anónimas o limitadas con la participación de capitales de particulares que percibían beneficios proporcionales a la cantidad económica aportada para la creación de la sociedad. Las sociedades de publicanos, jerarquizadas como las equivalentes modernas, contaban con unas oficinas y caja central en Roma, donde residía el jefe de la sociedad, princeps; disponían de una organización análoga sucursal en cada provincia donde estuvieran operando y, de ellas dependían todas las pequeñas cajas u oficinas distribuidas por la provincia. En sellos de plomo hallados en la mina de El Centenillo (área de Castulo) hay diversas marcas grabadas que hacían referencia a los datos para el control y la contabilidad; también presentan las siglas S(...) C(...). Se han desarrollado como S(ocietas) C(astulonensis), pero Domergue ha advertido de que no hay garantías del valor de tal desarrollo, por más que fuera cierto que esas minas estaban explotadas por una sociedad de publicanos.
Si los responsables de las sociedades de publicanos eran libres, ciudadanos romanos o latinos, las tareas contables y administrativas eran encargadas a esclavos o libertos de la sociedad. Cuando un esclavo de estas sociedades era manumitido, debía ser inscrito en el censo con los tres componentes del nombre, praenomen + nomen + cognomen. Sabemos de casos concretos de estos esclavos cuando encontramos libertos con un indicativo en el segundo componente de su nombre; así, un Argentarius fue esclavo de una sociedad con minas de plata, un Aerarius de una sociedad que explotaba minas de cobre, etc.; a veces, se llaman simplemente Publicius, lo que dificulta su distinción ya que tal nomen podía corresponder también al de un antiguo esclavo público.
Cuando Diodoro dice que muchos itálicos vinieron a Hispania atraídos por sus riquezas mineras y que compraban gran cantidad de esclavos para ponerlos en manos de los capataces de los trabajos de las minas (V, 36-38), está desvelando una práctica laboral bien conocida en las minas áticas de Laurión. El propietario del esclavo hacía la inversión inicial de adquirir un esclavo en el mercado y alquilaba su fuerza de trabajo; el dueño del esclavo podía residir en otra ciudad y alejado del distrito minero. El capataz de la sociedad minera fijaba un precio diario a pagar al dueño del esclavo y se responsabilizaba de la custodia y alimentación del esclavo ajeno.
Ahora bien, un distrito minero que contara sólo con mano de obra esclava podía convertirse en un gran foco de inestabilidad social que exigiera una presencia continua de tropas militares y de un complejo sistema de torres de vigilancia, como sabemos que había en el distrito minero de Laurión. No parece que ese fuera el sistema de las minas de Cartagena, aun existiendo una gran concentración de población minera. Por lo mismo, la cifra de 40.000 personas que había en las minas de Cartagena a mediados del siglo II a.C., dada por Polibio y trasmitida por Estrabón, no parece que pueda referirse sólo a los que trabajaban como mineros sino al conjunto de la población del distrito. Una parte de los trabajadores debían ser libres asalariados al modo de otros regímenes de explotación minera conocidos de época imperial, como las de las minas de Aljustrel (Alentejo, Portugal).
En el área del puerto de Cartagena se han hallado bastantes ejemplares de grandes lingotes de plomo -galápagos-, algunos de ellos con marcas que presentan abreviaturas de nombres personales: M. Aquinii C. f., C. Messi L. f., C. Fidui C. f.. S. Lucreti S. f., etc. Se fechan entre fines de la República y comienzos del Imperio. También conocemos galápagos de otras procedencias, como los hallados en El Centenillo con el texto "negotiator Publius Turullius Labeo". Se trata de nombres de los comerciantes, negotiatores, del plomo y la plata.
Algunos lingotes de plomo con su marca permiten conocer la difusión de los productos mineros por el Mediterráneo occidental. Así, C. Ponticioni M. f. Fab. se encuentra en Volubilis (Marruecos); marcas de los Planii de Cartagena se testimonian en diversos lugares de Italia, Sicilia y Africa. A su vez, algunos nombres de estos negotiatores se repiten en los de los primeros magistrados documentados en Cartagena (A. Varius Hiberus, P. Turullius Labeo y otros), hecho que confirma que las oligarquías de la ciudad tuvieron su base mayor de enriquecimiento en las minas.