Comentario
La correspondencia de Avempace (Ibn Bachcha, m. h. 1138), publicada recientemente, y el hallazgo de manuscritos fragmentarios y anónimos hasta hoy -pero identificados a partir de 1985- del Kitab al-Istihmal de al-Mutamán cambian mucho la idea que teníamos del desarrollo de las matemáticas en al-Andalus. El rey de Zaragoza disponía en su biblioteca de las obras de Euclides, Ptolomeo, Apolonio, Arquímedes, Eutocio, Teodosio, Menelao, Banu Musa, Tábit ibn Qurra, Ibrahim ibn Sinan, Alhacén, etcétera, y supo establecer nuevos desarrollos a partir de ellos, simplificando en unos casos los teoremas y demostraciones de esos autores. Pero no fue sólo eso: es en el Istihmal donde aparecen por primera vez teoremas como el atribuido hasta ahora al italiano Giovanni Ceva (1678), y soluciones mucho más elegantes de problemas que, como el de Alhacén, fueron sólo superados en Europa en el siglo XVII.A su lado y al de sus sucesores, incluyendo en esto a los almorávides que ocuparon Zaragoza en el 1110, figura Ibn Bachcha, quien sostuvo una correspondencia científica con su amigo Abu Cháfar ibn Hasday, que vivía en Egipto. El zaragozano demuestra conocer en detalle la obra del máximo astrónomo peninsular de todas las épocas, Azarquiel (m. 1100), y confirma lo que ya se sospechaba por otras fuentes: que él personalmente, mientras vivía en la capital de Aragón, se había consagrado al cultivo de la música y había inventado el ritmo del zéjel que ha llegado hasta nuestros días y que se utiliza por igual en Oriente (crítica política) y en Occidente. Con razón Ibn Quzmán, casi coetáneo suyo y el mejor autor de las cancioncillas en cuestión, sólo pudo vanagloriarse de haber transformado un género difícil (tal como lo dejó Ibn Bachcha) en fácil y -digámoslo todo- propio para temas ligeros. Ante Ibn Quzmán y la envergadura de su obra, la poesía clásica (Ibn al-Jafacha, Ibn al-Zaqqaq y bastantes más) puede dejarse de lado en este resumen.La vida de Ibn Bachcha -que ejerció de ministro junto a gobernadores de muy distinto pelaje- fue accidentada, acabó en la cárcel y fue perseguido varias veces. Incluso es posible que tomara parte en la batalla del Congost (1115) contra los barceloneses. Pero como el poder le gustaba, fue emigrando hacia el sur hasta instalarse en Marruecos, centro del Imperio almorávide que, entonces, iba desde el Senegal hasta el Ebro. Vivir junto al Emir de los Musulmanes equivalía a mostrar querencias políticas y ganarse amigos y enemigos. Fue víctima de sus intrigas, que con frecuencia le llevaron a la cárcel de donde una de las tantas veces le sacó el cadí de Córdoba, el gran jurisconsulto Averroes el abuelo. Parece que una de las frecuentes intemperancias de Ibn Bachcha irritó de tal modo al por otra parte gran médico, Avenzoar (1091-1161) que éste se libró de él enviándole una berenjena deliciosamente cocinada pero previamente rellena de veneno.Abu Marwán ibn Zuhr, el Avenzoar de los traductores latinos, es el representante en la época almorávide de una familia que, a lo largo de cinco generaciones, ejerció la medicina en al-Andalus y cuyos miembros escalaron con frecuencia altos cargos durante las sucesivas administraciones de taifas, almorávides y almohades. Abu Marwán es el primer médico que describe el absceso de pericardio y uno de los primeros que recomiendan la traqueotomía y la alimentación artificial por el esófago o por el recto. Además, fue uno de los pocos médicos medievales que identificó el agente causante de la sarna.