Época: Arte Antiguo de España
Inicio: Año 150 A. C.
Fin: Año 350

Antecedente:
Urbanismo hispanorromano

(C) Carmen Fernández Ochoa



Comentario

Hasta hace pocos años, muchos autores defendían que las primeras ciudades habían surgido en España como consecuencia de la conquista y colonización romanas. Se aceptaba así mismo que este proceso se había adelantado en los asentamientos coloniales fenicios y griegos, cuya posible funcionalidad como centros urbanos formaba parte de un fenómeno independiente. Las investigaciones recientes plantean la realidad de una forma bastante distinta, e incluso autores como M. Bendala, llevan la génesis del urbanismo -en su pleno sentido- a los grandes poblados del Bronce Final Tartésico. A. Balil señaló, en su día, que la política urbanizadora de Roma en Hispania se caracterizó más por la valoración de las ciudades preexistentes que por el estímulo y la fundación de nuevas ciudades.Por nuestra parte, en un trabajo conjunto con los profesores Abad, Bendala y Fuentes, señalamos cuáles eran a nuestro juicio, los planteamientos de Roma en materia de urbanística después de la conquista, y sus efectos sobre las culturas locales.
Los principios que rigieron la actuación romana se pueden enunciar de la siguiente manera:

- Aprovechamiento selectivo de las grandes aldeas y poblados fortificados tanto del Sur, Levante y Meseta (oppida) como del NO peninsular (castros y citanias).

- Unificación de varios centros de menores dimensiones y entidad en uno solo, o bien, vinculación jurídica y administrativa de centros más modestos a otro principal del que dependen como entidades contributas. Esta forma de aglutinación, equivalente al sinecismo que se dio en las poleis griegas, recibe el nombre de contributio. Dicho sistema conllevaba, en ocasiones, la creación de un nuevo centro urbano, bien de nueva planta o bien mediante la reorganización del principal de los núcleos integrantes.

- Roma aplicó también en Hispania la fórmula de la dípolis, es decir, la creación de una ciudad adosada o próxima a un núcleo preexistente. Estas ciudades dobles, que en Hispania tienen su máximo exponente en Emporiae (Ampurias), solían fundirse después en una sola entidad urbana.

- La última fórmula, a la que Roma acudió en menor escala, fue la creación de ciudades ex novo.