Comentario
El nuevo rey Carlos III iba a encontrar dificultades insalvables para mantener la política de relativa neutralidad fernandina.
El ascenso de Rusia en el este, el fortalecimiento de Prusia en el marco de las tensiones con Austria y, sobre todo, el expansionismo británico llevaron al nuevo rey a establecer un duradero acuerdo con Francia en 1761 que le asegurase una participación digna en el concierto internacional (Tercer Pacto de Familia). Ahora bien, aunque con fracasos parciales en los diferentes frentes, parece evidente que España disfrutó por vez primera de una teoría nacional en asuntos exteriores y no sólo de una teoría dinástica. Y no menos cierto que el norte diplomático se situó en individualizar la política exterior española evitando ir a remolque de los franceses, que no siempre eran fieles cumplidores de sus compromisos.
Bajo la batuta de Floridablanca, el interés comercial en la diplomacia española llegaría a su máxima expresión en dos frentes. Primero se manifestó en la apertura al mundo mediterráneo islámico con la firma de dos importantes tratados con Marruecos que otorgaron a España ventajas pesqueras, seguridades en el comercio marítimo y la posibilidad de establecer un consulado permanente. Aunque algo más conflictivas, también mejoraron las relaciones con Argel y Túnez, donde la burguesía mercantil catalana había fijado sus intereses concretados en los primeros acuerdos con estos países.
Y en segundo lugar, América se impuso como la pieza mercantil más importante de la Corona. Este último fue el motivo central de los costosos pero ineludibles enfrentamientos bélicos con Inglaterra y también de la imposibilidad de establecer un acuerdo con la misma. En 1762 estalló la guerra entre ambas naciones. Un año después, en la Paz de París, España se quedaba con la Luisiana francesa pero a costa de perder Florida y Pensacola así como Sacramento, esta última recuperada en 1777. Almismo tiempo, España se veía obligada a renunciar definitivamente a la pesca en Terranova y a conceder a los ingleses un permiso para cortar palo de Campeche en Honduras. Con todo, la revancha hispana no se hizo esperar. La oportunidad la ofreció la Guerra de Independencia americana, que permitió a la alianza franco-española imponer, en la paz de Versalles de 1783, la formación de los Estados Unidos, al tiempo que España podía recuperar las dos Floridas en América y también Menorca, aunque Gibraltar quedaría definitivamente en manos de los británicos.
Así pues, a pesar del acuerdo con los franceses y los conflictos con los ingleses, el interés nacional fue haciendo crecer la teoría de con todos y con ninguno. Pese a que ha merecido a veces el calificativo de política de tenderos, parece evidente que esta posición indicaba un mayor realismo en términos de beneficio nacional. La pluralidad en las relaciones y la equidistancia respecto a las diversas potencias europeas fueron dos conceptos al alza durante el reinado de Carlos III. Con ellos, las posiciones teóricas de Carvajal fueron llegando gracias a Floridablanca a su máxima expresión práctica.