Comentario
Desde finales de los años cincuenta España sufre dos cambios fundamentales: un intenso y prolongado crecimiento económico y una profunda transformación social. Un tercer cambio, el político, va a seguir sin realizarse, pese a ciertas modificaciones habidas.
Las transformaciones de la estructura económica y social van a tener una influencia decisiva en la vida de los españoles, favoreciendo la demanda de cambios políticos. A partir de esas transformaciones ya no se reivindica de forma esporádica y sentimental volver al sistema democrático de la República, pues una nueva generación en la oposición, más realista y presente entre la población, va a establecer una estrategia conducente a la democracia que no implicará una ruptura total con el pasado.
No asistimos en esos años a una acumulación de hechos lineales que nos llevan inevitablemente a la transición hacia la democracia, pero es obvio que al producirse una profunda transformación social surge el cambio político como una opción factible.