Comentario
Aunque la más antigua cerámica no es de Mesopotamia sino de Japón (11000 a.C.), podemos saber que cuando ésta aparece en Oriente Medio (8000 a.C.) se trata de una invención independiente, sin influencias externas.
La necesidad de transportar alimentos o almacenarlos hace que se construyan recipientes duraderos y más prácticos, en lugar de las canastas o cestas que usaban los cazadores-recolectores. Los cuencos de madera, barro o piedra son pronto sustituidos por las vasijas de cerámica, mucho más ventajosas. La cocción del barro permite lograr piezas más duraderas, resistentes e impermeables, cuya forma puede ser modificada a voluntad.
Este proceso no sólo permite fabricar vasijas, sino también construir otros objetos, como sellos para estampar -que pudieron servir como amuleto o para marcar propiedades-, adornos, etc. Al ser un material blando, es también fácil de decorar, bien por impresión, incisión, pintado, etc. Los motivos que gustan a las poblaciones de este periodo son los geométricos.
La aparición de la cerámica marca una etapa decisiva de la evolución humana y un punto de inflexión en el proceso de neolitización, de tal forma que, antes de su aparición, el Neolítico es llamado precerámico, mientras que, después, se le denomina Neolítico cerámico.
En la fabricación alfarera intervienen varios elementos. La arcilla, el principal, puede ser mezclada con otros materiales como arena, desperdicios, cabellos, etc, lo que determina un resultado muy diferente. La cocción, quizás la parte del proceso más importante, depende de las condiciones en que se realice, en especial la cantidad de oxígeno, que determinará el color final de la pieza, desde el rojo -con oxidación- hasta el gris o negro -reducida-.
La forma y el tamaño de la pieza podía determinarse a mano, moldeándola y añadiendo piezas a modo de asas, bolas, anillos, láminas, etc. También la arcilla podía ser prensada en moldes o moldeada en un torno lento (a partir del 4500 a.C.) o rápido (desde el 2000 a.C.). Por último, la arcilla podía ser esmaltada, pintada, pulimentada, llevar incrustaciones o, desde el 1500 a.C., ser vidriada. Los diferentes tipos cerámicos resultantes determinan la existencia de diferentes tradiciones arqueológicas, siendo de gran utilidad para el estudio de las culturas del pasado.