Comentario
Los grandes proyectos de Carlos V se van a concretar en la fecha de 1526. Tras su matrimonio en Sevilla permanecerá por espacio de cinco meses en Granada, conformándose a su alrededor una importante corte de humanistas y políticos. A partir de esta estancia se trazará un plan de amplio alcance tendente a la cristalización de la ciudad como capital imperial. Ahora bien, para entender la importancia de esta elección no podemos olvidar el papel desempeñado por la aristocracia cortesana concretada, en Granada, en la familia de los Tendilla que controlan, en última instancia, la imagen imperial.
La teorización política del Imperio, que el doctor Mota expone ante las Cortes de La Coruña en 1520, tratará de instituirlo como continuación del antiguo: "...mientras las otras naciones enviaban a Roma tributos, España enviaba emperadores, y envió a Trajano, Adriano y Teodosio; igualmente, ahora vino el imperio a buscar al emperador a España, y nuestro rey de España es hecho, por la Gracia de Dios, rey de romanos y emperador del mundo". De forma similar, en la plasmación artística de los ideales del nuevo monarca se rechaza lo moderno, lo gótico, por el nuevo lenguaje cimentado en la antigüedad greco-romana.
Esto justifica plenamente el abandono del proyecto de Enrique Egas para la catedral de Granada, ya que el cambio de función que convierte a ésta en capilla funeraria imperial, necesitaba de un nuevo lenguaje que recuperara las formas y símbolos de la Roma imperial, un léxico más adecuado para la idea universitaria de un Imperio, que pretendía ser continuación del romano.
La catedral se conforma con una cabecera, excepcional en la arquitectura religiosa del Quinientos, compuesta por una capilla mayor con cúpula y girola concéntrica. A la rotonda añadió Silóe una basílica de cinco naves constituyéndose así una iglesia del tipo de las que se conocen por Grabkirche, de época paleocristiana, resultante de la unión por medio de un arco triunfal de una basílica con un mausoleo, martirium o iglesia conmemorativa de planta central. De éstas la única que perduró hasta el siglo XVI fue la del Santo Sepulcro de Jerusalén, que influirá de forma evidente en el proyecto granadino (E. Rosenthal).
No obstante, Silóe romperá el concepto de espacio-camino típicamente medieval, intentando conjugar la necesidad de amplio espacio que le brinda el proyecto basilical con las teorías arquitectónicas del Renacimiento. Para ello construye dos cruceros situando el coro en la nave central y fraccionando, de esta forma, el espacio. El ámbito coral junto con la capilla mayor y la primera nave transversal que une la Puerta del Perdón con la de entrada a la Capilla Real constituyen el primer crucero. En el sotocoro se define el segundo con la línea visual que parte de la portada principal y el eje que une la portada de San Jerónimo con la entrada al Sagrario. Este lugar sería primado mediante una bóveda oval, construida en el siglo XVII, con diseño de José Granados de la Barrera.
El programa siloesco se concluía con el sistema de pilares donde empleaba medias columnas corintias sobre un plinto y con un entablamento que duplicaba la altura del orden. Ello permitía, sin desproporción del módulo clásico, la espacialidad debida a una catedral.
Por desgracia, el proyecto renacentista fue modificado en varios momentos históricos. Así, en 1702 se desmontó la cubierta oval del segundo crucero temiendo su ruina. Por otro lado, a lo largo del siglo XVII se construyeron las cubiertas siguiendo diseños de tradición gótica; en 1926 se cerraban los intersticios en torno a la capilla mayor para situar allí el coro, lo que dejaba la nave central libre. Todo ello eliminaba las significaciones centrípetas del proyecto siloesco y permitía una falsa lectura gótica del conjunto, otorgando la historiografía a Diego de Silóe una serie de connotaciones negativas que lo situaban como decorador que ocultaba con el sistema de soportes un proyecto anterior.
Por suerte los últimos trabajos, sobre todo los de Rosenthal, han permitido valorar las ideas arquitectónicas de Silóe en su justa medida, y la apertura en 1991 de los arcos de la capilla mayor demuestra la concepción unitaria del diseño original y su perfecto funcionamiento ritual.
El diseño exterior constituía un programa unitario resultado de la idea de conmemoración, teniendo una fuerte importancia como modelo perpetuado no sólo en la ciudad, sino en el área geográfica del entorno. En él se nos muestra Silóe en pleno dominio del repertorio decorativo del Renacimiento, capaz de generalizar un lenguaje donde la trascendencia se expresa a través del prestigio de lo antiguo. Cuatro de las portadas de la catedral se completaron antes de su muerte: la del Ecce Homo, la de la Sacristía y los cuerpos bajos de las del Perdón y San Jerónimo.
De las mismas destacamos la del Perdón por constituirse, como ya señalamos, en la entrada al crucero principal y, por tanto, conformarse como el exterior, también, de la Capilla Real. El cuerpo inferior constituye la obra maestra de diseño monumental del primer Renacimiento. Responde a un arco de triunfo enmarcado por columnas pareadas sobre pedestales, con dos niveles de hornacinas en los intercolumnios. Al esquema arquitectónico se le une un rico programa alegórico de virtudes y heráldica referidos tanto a los enterramientos de la Capilla Real como a los previstos en la Capilla Mayor de la catedral.
La fachada principal propuesta por Silóe, que no se llegó a realizar, respondía a un sistema fundamentado en el empleo del arco de triunfo flanqueado por dos torres gemelas. Este proyecto sería sustituido en el siglo XVII por el de Alonso Cano existente en la actualidad.
En definitiva, esta construcción conjuga en su diseño las necesidades de panteón imperial y de gran catedral de la capital del último reino musulmán en la Península. Sus significaciones no se consiguieron con un proyecto goticista similar a las últimas catedrales medievales o incluso modernas, como la de Segovia, sino recurriendo a un léxico renacentista que tuvo plasmación espacial monumental en Granada, creándose un modelo válido para el resto de catedrales andaluzas (Guadix, Málaga, Jaén) y de Hispanoamérica (México, Puebla, Lima).