Comentario
La ciudad, durante el siglo XVI, será sometida, a unos desarrollos que resultan de la superposición de nuevos organismos sobre la estructura musulmana nazarí, auténtico urbanismo de ocupación. En conjunto, Granada durante el siglo XVI conservará la fisonomía orgánica impuesta por sus constructores árabes.
Las transformaciones urbanísticas que se van a producir vendrán de la mano de dos instituciones muy representativas del Estado absoluto: la Iglesia y el Cabildo de la ciudad. La unidad religiosa como elemento determinante de la nueva política estatal conlleva la expulsión de los judíos en el mismo año de la toma de Granada y la conversión forzosa de musulmanes en 1500. A partir de esta fecha la Iglesia va a redefinir mediante elementos puntuales el urbanismo nazarí tanto en la capital como en la provincia, generando un perfecto entramado social de control religioso que no es más que un apéndice ideológico del Estado.
Por su parte, el Cabildo de la ciudad va a ser la institución encargada de la remodelación total mediante normas urbanísticas que afectan al entramado urbano, así como aquellas que derivan de las necesidades de funcionamiento social (abastecimientos, saneamientos, control policial, etcétera).
Ahora bien, las grandes intervenciones que trastocan definitivamente la ciudad musulmana estarán dirigidas por la monarquía y afectan al centro de la medina. Este sector, centrado por la mezquita mayor, es traumáticamente intervenido al demolerse ésta, el baño colindante y los edificios emplazados a sus alrededores, para levantar la Capilla Real, la catedral cristiana, la Lonja, la Universidad y otros edificios de significación religiosa o burocrática que hacen de éste un núcleo urbano eminente. Se respeta, sin embargo, la Madraza cedida por los reyes como Casa de Cabildos (primer Ayuntamiento) y la Alcaicería como espacio comercial de alta rentabilidad.
A nivel político, la organización parroquial constituye el más completo programa de integración, que se define en uno de los momentos de endurecimiento del sistema. La ciudad estaba dividida en 23 parroquias erigidas por don Pedro González de Mendoza, el 15 de octubre de 1501, e instalada la mayor parte de ellas en pequeñas mezquitas consagradas. Este plan de dotación e institucionalización eclesiástica supone el proyecto de equipar a Granada según el modelo de las ciudades cristianas tardo-medievales en los demás dominios peninsulares, es decir, convertirla en una ciudad gótica.
El análisis de las construcciones que apoyan el programa de parroquiales es, posiblemente, la única vía para conocer el proyecto urbanístico de los conquistadores y su horizonte ideológico. La tipología que se adopta para intervenir los espacios culturales islámicos es extraordinariamente coherente hasta la uniformidad. Nave única con capilla mayor en el extremo pudiéndose separar ésta mediante arco toral, o bien con el empleo de elementos decorativos que no interrumpen la lectura espacial. En algunas ocasiones el espacio se fracciona mediante arcos diafragmas como en San José, individualizando capillas laterales de carácter funerario. Las más monumentales, como San Juan de los Reyes, elaboran tres naves con presbiterio saliente en la central. Más excepcional es la iglesia del convento de la Merced, de planta de cruz latina y cabecera ochavada, que se aproxima al plan de las grandes fundaciones monásticas. Su alzado, con el gran cimborrio en el crucero, es una verificación -no la única- de la gran flexibilidad de la metodología mudéjar. Todas ellas, sin excepción, recurrirán a la carpintería de lo blanco como solución de cubierta, elaborando complejos diseños de par y nudillo, limas bordones, moamares o proyectos de ocho paños, como el de la capilla mayor de San Ildefonso, que tienden a formas cupuladas.
El sistema de cubiertas de madera, que no necesita contrafuertes al exterior excepto en el arco toral, permite la posibilidad de ampliar el espacio religioso cuando las necesidades demográficas así lo aconsejan. Tal sería el caso de la parroquial de San Miguel Bajo, con tres ampliaciones sucesivas. También, en un intento de dignificar aún más la capilla mayor, ésta puede responder a un planteamiento de bóveda de crucería como en San Cristóbal.
Los exteriores evolucionarán desde propuestas donde el acceso es un sencillo arco de ladrillo (San Bartolomé) a portadas góticas que evolucionarán hacia las platerescas de Juan de Marquina en San Cecilio para encontrar, con el paso de los años, una nueva significación en los exteriores de Diego de Silóe y sus seguidores, que iban a erigirse en norma. A través de ellos se imponen unas nuevas opciones formales y simbólicas que constituyen una auténtica relectura del primitivo plan eclesiástico de carácter gótico, ahora bajo la óptica de una ciudad del Renacimiento.