Época: Grecia antigua
Inicio: Año 900 A. C.
Fin: Año 510 D.C.

Antecedente:
La Grecia antigua

(C) Alvaro Cruz García



Comentario

Entre los años 900 y 725 a.C., un lento crecimiento demográfico y económico consolida las nacientes poleis o ciudades-estado griegas. Atenas, Argos, Corinto y las ciudades de Eubea, entre otras, irrumpen en la escena del comercio mediterráneo, gracias a sus refinadas producciones cerámicas y de metal y a las exportaciones de aceite y vino.
El siglo VIII, clave como punto de encuentro entre el final de la Edad Oscura y la época arcaica, renacimiento que continúa y se opone al período inmediatamente anterior, es también el punto de partida de un período rico en logros culturales, en transformaciones sociales y políticas y en situaciones conflictivas. Las ciudades, a través de la afirmación en el plano económico, militar y político, se implantan como lugares de actuación de los propietarios de las parcelas de la tierra cívica, los soldados defensores del territorio, los que se hallan en disposición de disfrutar de la politeia, de los derechos de ciudadanía. La comunidad se amplía considerablemente, pero para ello pasa a través de la stasis como conflicto interno y de la transformación del sistema aristocrático, heredero de la antigua realeza, en un sistema predominantemente oligárquico, en algunos casos tendencialmente democrático.

Paralelamente, en íntima relación con todo lo anterior, el mundo griego amplía su escenario geográfico a través de la expansión colonial, fenómeno vinculado por medio de lazos diversos con los cambios económicos de la polis en formación, hasta el punto de que, al mismo tiempo que se produce como efecto del modo de desarrollarse ésta, se transforma en factor influyente sobre el modo en que se configura a lo largo del período. La expansión comercial de las ciudades de este periodo hizo que, hacia el siglo IX antes de nuestra Era, diera comienzo la fundación de colonias por todo el Mediterráneo, desde el Mar Negro hasta Iberia y desde el Norte de África hasta las costas francesas, buscando el beneficio del trasiego mercantil.

El crecimiento demográfico y económico promueve el descontento, sin embargo, de buena parte de la población, que requiere cambios políticos y de las estructuras sociales. Frente a estos grupos reivindicativos, las elites aristocráticas se oponen a compartir el poder, lo que da lugar a crecientes fricciones internas. También se propone la fundación de colonias como medio para desactivar la tensión interna, evitando una expansión regional que llevaría a sangrientas y costosas guerras frente a las poleis vecinas. La Magna Grecia o Megále Hellas nace en la Italia meridional como una extensión de la Hélade, con fundaciones como Pithecussai, Cumas, Naxos o Siracusa. A lo largo del siglo VI, Grecia alcanza un poder hegemónico en el Mediterráneo. Sus productos surcan el mar de un extremo a otro, llegando a puertos muy alejados entre sí. Pero Grecia, las poleis griegas, no sólo exportan productos, también formas artísticas, estructuras políticas o ideológicas, cultura, en definitiva. Las colonias que se fundan en este momento, también las orientales, pronto se convierten en centros en plena ebullición intelectual, promovida por filósofos, artistas, científicos y literatos. El tráfico de ideas y personas entre Oriente y Occidente, ciertamente no siempre de modo pacífico, es constante y enriquece a ambas partes.

Volviendo a la política, el sistema oligárquico acaba finalmente por colapsarse, dando lugar a la entrada en escena de los tiranos. Éstos no son otra cosa que personas notables que toman el poder con el apoyo de buena parte de la sociedad, cansada de un sistema de gobierno aristocrático que consideran perjudicial. Tyrannos, término de derivación Anatolia, quiere decir "señor". Los tiranos acceden al poder con el consenso de buena parte de la población, que busca en su persona alguien capaz de solucionar los problemas que la acosan. A pesar de las connotaciones despectivas con que el término ha llegado a nuestros días, hubo tiranos que gobernaron de manera despótica, mientras que otros buscaron la aceptación del pueblo promoviendo la economía o emprendiendo programas de obras públicas. En esta época una polis, Corinto, alcanza un gran desarrollo con la dinastía de los Cipsélidas, que promueve la fundación de colonias agrícolas y comerciales y fomenta el comercio potenciando los puertos de Kenchreai y Léchaion, además de emprender la construcción de una carretera sobre el istmo.

En Atenas se ensaya una manera diferente de afrontar las tensiones sociales, mediante cambios legislativos en materia constitucional y fiscal, promovidas entre otros por figuras como Dracón y Solón. Sin embargo, las tentativas de reforma fracasan y promueven la instalación de la tiranía.

Esparta, en cambio, desarrolla un sistema peculiar, un gobierno aristocrático basado en un cierto nacionalismo de etnia que le hará rechazar a lo largo de su historia la entrada de extranjeros. La expansión de Esparta en este periodo le llevará a apropiarse de mesenia y buena parte del Peloponeso, no pudiendo sin embargo con Argos.

Otra característica de este periodo es el encumbramiento de dos lugares que van a ocupar un lugar significativo en la historia y la cultura griegas: Delfos y Olimpia. Ambos sitios se consolidan ahora como santuarios panhelénicos, lugares ajenos a los conflictos que enfrentan a las diferentes poleis y en los que resolver disputas. Sedes religiosas, en ellos se celebran competiciones deportivas y literario-teatrales, que sirven de válvula de escape para las tensiones del mundo helénico. La influencia de Delfos y Olimpia como sede diplomática se acrecienta con el paso del tiempo: sus sacerdotes, mediadores en conflictos o portadores de la voluntad de los dioses, incrementan su poder, al tiempo que crecen los edificios y las donaciones.

Desde el año 561 a.C. la tiranía llega también a Atenas. Pisístrato toma el poder frente a la familia de los Alcmeónidas, a los que excluirá del gobierno. Durante su mandato, Atenas conocerá la paz social y emprenderá en lo exterior una política expansiva, armando una poderosa flota. Su política incluye también el favorecimiento de la pequeña propiedad y la pequeña empresa. Esta primera etapa de tiranía en Atenas finaliza en el año 510 a.C., tras un periodo de feroces luchas contra los hijos de Pisístrato. En ese año se inaugura la democracia con Clístenes.

La relativa tranquilidad que vive el mundo griego pronto va a verse quebrada. El pujante Imperio persa, comandado por Ciro y Cambises, comienza a extenderse desde el oriente, amenazando primero a las ciudades más cercanas, las de Jonia. Mileto, Éfeso, Focea, Esmirna o Samos comienzan a caer en la órbita persa, en algunos casos debido a la actitud favorable a los persas que muestran sus tiranos. El enfrentamiento entre los mundos helénico y persa se manifestará con toda su crudeza en el periodo siguiente, la etapa clásica.