Comentario
También contemporáneo de Domingo de Andrade es el benedictino fray Tomás Alonso, el primer monje que intervino como maestro de obras en la inmensa fábrica de San Martín Pinario, edificio todavía entonces inconcluso y en el que fray Tomás va a introducir un énfasis decorativo que a la vez contrasta y complementa la severidad clasicista de su fábrica. La condición de monje de fray Tomás hace que tengamos muy pocas noticias sobre su vida y actividad artística que, salvo cuando trabaja en el Hospital Real, se circunscribe a sus labores en el monasterio; tan sólo sabemos que, en 1677, ya estaba en San Martín trabajando como maestro de obras y que en 1684 fue a Orense a dictaminar sobre la torre de las campanas de la catedral que había hecho Pedro de Arén.
Fray Tomás Alonso es fundamentalmente un decorador que aborda pequeñas construcciones o remodelaciones, primando el sentido ornamental a base de formas fantásticas en las que entremezcla elementos vegetales y humanos, como aparecen en las ménsulas de la balconada de la fachada del Hospital Real, excesivas en su decoración abigarrada y turgente, de una gran imaginación en el manejo de un vocabulario que incluso evoca el mundo medieval, como recuerda Bonet. En 1675 se construye en San Martín Pinario la torre del claustro de la portería, de planta rectangular y dos cuerpos decrecientes, toda ella revestida de exuberante decoración de roleos vegetales que pueden ponerse en relación con el quehacer de fray Tomás Alonso, quien debió de trazar también la magnífica escalera del refectorio, en el ángulo noroeste del claustro principal, la más rica escalera del barroco compostelano por su esplendorosa decoración de sartas de frutas, mascarones grotescos y jugosos roleos vegetales. La escalera es de hueco al aire y de caja cuadrada con cuatro tramos, cubierta con una cúpula octogonal sobre trompas, en un trazado insólito en la arquitectura del momento, no menos sorprendente que la decoración de balaustres y machones con hojas rizadas y figuras humanas agrutescadas. En la cúpula alternan los escudos de las trompas y del anillo con figuras mitológicas y una extraordinaria variedad de elementos vegetales cuya turgencia y plasticidad evocan la talla en madera.
En el interior de la iglesia, fray Tomás Alonso construyó el gran coro elevado de los pies del templo, así como la balconada lateral que se asoma a la nave y al crucero. La gran amplitud dada al coro es consecuencia de la propia extensión y auge de la comunidad monástica que necesitaba sin duda este recinto, y que se levanta sobre una bóveda plana casetonada, adornada con jugosos florones similares a los que aparecen en otras obras del arquitecto benedictino, lo mismo que las ménsulas sobre las que se apoyan los balcones, semejantes a las del Hospital Real.