Comentario
Conocemos la vida del Profeta a través de biografías escritas a mediados del siglo VIII, cuando ya había divisiones en el seno del Islam, lo que explica algunas divergencias, pero hay bastantes datos y jalones cronológicos de aceptación común. Muhammad nació en torno al ano 570 en el seno del clan de los hachemíes y vivió primero con su tío Abu Talib y después con su mujer Jadiya (m. 619), atendiendo a los negocios, en situación poco destacada, aunque durante aquellos años hizo algunas relaciones que pesarían mucho en los primeros momentos de la expansión islámica, con Abu Bakr, posteriormente se casaría con su hija A'isha, y con Alí, primo de Muhammad y su yerno pues casó con su hija Fatima.
La recepción del mensaje divino, según la tradición islámica, y su recitación o Qur'an ocurrió ya avanzada la vida de Muhammad, entre los años 610 y 612. Además, durante diez años lo difundió escasa y localmente en La Meca hasta que la enemistad de los mercaderes poderosos de la ciudad le hizo huir a Yatrib (Medina) con sus adeptos en septiembre del 622, año inicial del calendario islámico, que así conmemora la expatriación tribal o hégira de su fundador. En Medina tomó forma la comunidad islámica con unos principios nuevos de organización que permanecieron en algún aspecto, al tiempo que Muhammad daba forma completa a su revelación religiosa; la fuerza de sus seguidores fue creciendo y en el 628 regresó a La Meca para peregrinar a su santuario, el principal del mundo islámico por eso, y desde 630 se instaló en la ciudad después de recibir la adhesión a la nueva fe del clan de los quraysits, al que pertenecía su tío al-'Abbas, hasta entonces adversarios suyos. Las restantes tribus del Hiyaz aceptaron la nueva fe y la organización que conllevaba rápidamente, y comenzaban ya las primeras expediciones hacia el exterior cuando el Profeta murió en junio del año 632.
La palabra de Muhammad, aunque de contenido radicalmente religioso, estimulaba también profundas transformaciones sociales, primeramente, entre los beduinos. El Islam o sumisión a Dios no es una religión nueva sino que Muhammad se considera el último de los portavoces de la revelación divina, el "sello de los profetas", sucesor en este aspecto de Moisés y Jesús, de modo que tanto judíos como cristianos son, para el creyente musulmán, gentes en el camino de la verdad aunque no la conozcan completa. El monoteísmo islámico es radical y simple, lo que hubo de atraer a disidentes tanto del cristianismo ortodoxo -monofisitas- como del maniqueísmo y mazdaquismo dualistas iranios. La práctica religiosa era sencilla y aseguraba la salvación mediante rito, sin que hubiera un nexo indispensable entre aquélla y las exigencias éticas -lo que no quiere decir, en modo alguno, que el Islam no proponga una ética a sus adeptos-: los pilares de la religión son profesar la fórmula de fe, orar, ayunar, dar limosna, peregrinar a La Meca, contribuir a la expansión del Islam. Desde el punto de vista social, el Islam pretendía establecer una comunidad de creyentes dotada de plena paz interior (´umma), rompiendo con los marcos tribales de los beduinos y, después, con las jerarquizaciones sociales rígidas de los imperios a los que atacó: aunque este ideal no se lograra nunca -como tampoco se logró el de la primitiva comunidad o iglesia cristiana- sino que subsistieran rasgos de la organización tribal y de otras preislámicas, así como diferencias étnicas y económicas, el mensaje era atractivo, casi revolucionario en el mundo de su época, lo que atraería a muchos adeptos.