Comentario
Las primeras etapas del Paleolítico Superior han sido tradicionalmente establecidas por la existencia de diferencias con el Musteriense subyacente. Desde las primeras clasificaciones de H. Breuil, la presencia de la tecnología de hojas y la industria de hueso y asta fueron los criterios básicos. A estos caracteres técnicos se unía un importante factor antropológico: la aparición del Homo sapiens sapiens, también conocido como hombre de Cro-Magnon. Esta distinción antropológica está en la base de todas las interpretaciones y valoraciones distintas sobre la singularidad del Paleolítico Superior. Sin embargo, como veremos, esta visión simplista se ha visto alterada en los últimos años al obtenerse nuevas atribuciones cronológicas, así como el descubrimiento de nuevos yacimientos. El problema se complica por la unión de dos factores; por un lado, nos encontramos en los límites del método del C14, pues cerca de los 40.000 años la cantidad de C14 se reduce a cantidades infinitesimales. Por ello, sólo gracias al descubrimiento de nuevos sistemas, sobre todo el del acelerador de partículas, se empiezan a obtener nuevas dataciones: ¿cuáles son los límites entre el Paleolítico Medio y el Superior?; ¿cuántos raspadores o buriles hacen falta para definir el Paleolítico Superior?; ¿hay suficientes cambios económicos o de estructuración social como para que sean ciertamente distinguibles? Como veremos, estas preguntas están aún lejos de ser respondidas en su totalidad.
En primer lugar, hay que considerar que durante un período cronológico comprendido desde hace 45.000 hasta hace 35.000 años observamos cómo en áreas tales como el Próximo Oriente o Europa (tanto oriental como occidental) se producen una serie de cambios tecnológicos que transformarán gradualmente las industrias locales del Paleolítico Medio. En cada región las tradiciones específicas permitirán la aparición de industrias con caracteres nuevos. Sin embargo, en otras, como el norte de Africa, se documentan industrias que tienen una perduración hasta fechas relativamente próximas, como el Ateriense.
Los niveles de transición se sitúan en el Próximo Oriente en dos yacimientos principales, Ksar Akil en el Líbano y Boker Tachtit en el Negev. En ellos se percibe la transición tecnológica por disminución de la técnica Levallois, que tiende a ser utilizada en la fabricación de hojas. Los instrumentos principales son los buriles y los raspadores, aumentando la disminución de las raederas. Un instrumento característico son las puntas de Emireh, por lo que se ha propuesto denominar Emiriense a este momento. Las dataciones de Boker Tachtit sitúan este momento cerca de los 46.000 años.
Tras estos niveles de transición, los primeros momentos del Paleolítico Superior están marcados por la presencia de dos tradiciones que se solapan geográfica y cronológicamente. Por un lado, una industria caracterizada por una tecnología elaborada de hojas y hojitas, en cuyo instrumental abundan las piezas de dorso, así como las puntas de base retocada o puntas de El-Ouad, por lo que se ha propuesto para este momento el término de Ahmariense. Junto a él se encuentran las primeras evidencias del Auriñaciense Levantino, tecnológicamente opuesto al Ahmariense, basándose en una tecnología de lascas cuyo componente industrial está caracterizado por los raspadores y los buriles. Su cronología lo sitúa después de las culturas de transición. En fechas cercanas al 28.000 a.C., el Ahmariense desaparece y el Auriñaciense Levantino perdurará hasta fechas cercanas al 18.000 a.C. Tecnológicamente, nos hallamos ante dos modelos: uno se basa en la producción de lascas y grandes hojas gruesas que se transformarán en raspadores espesos y en hocico. La otra técnica se dedica a la producción de pequeñas hojas y hojitas que evolucionarán hacia las puntas de El-Ouad.
La mayoría de los yacimientos se sitúan, sobre todo, en cuevas y abrigos. La ausencia de yacimientos al aire libre no es de fácil interpretación, pues las prospecciones sistemáticas de los arqueólogos israelíes no han dado resultados positivos. La presencia de industria ósea en yacimientos como Ksar Akil permite también reconocer que ésta se fabricó con cuchillo de sílex, no habiéndose reconocido el uso de buriles como en Europa. Entre los tipos óseos se hallaron los punzones, las puntas y bipuntas así como las espátulas. En varios yacimientos aparecen restos de colorantes. La única obra de arte conocida proviene de la cueva de Hayonim, que consiste en una plaqueta caliza con una posible figura de caballo.
En Europa la transición al Paleolítico Superior se dividió en dos tendencias metodológicas. Por un lado, se postulaba una evolución policéntrica en la que las industrias habían evolucionado partiendo de la base del Paleolítico Medio local. Por otro, se proponía la llegada de grupos humanos nuevos (el Homo sapiens sapiens) procedente del Próximo Oriente, debido a los restos antropológicos y a la presencia de industrias de técnica laminar (como el Acheleo-Yabrudiense), ambos presentes en esta zona durante el Paleolítico Medio.
En los últimos años, los descubrimientos han complicado el modelo y tienden a considerar un origen poligénico y policéntrico para el Paleolítico Superior. En Europa occidental, durante el interestadial de Henguelo (Würm II/III), se empiezan a encontrar las industrias del Perigordiense Inferior o Chatelperroniense y el Auriñaciense como los primeros en las que aparecen elementos característicos del Paleolítico Superior, tales como las hojas y la industria de hueso. Estas se han relacionado con el Musteriense en sus diferentes facies. Así, el Perigordiense Inferior o Chatelperroniense, caracterizado por las puntas de Chatelperron, derivaría del Musteriense de Tradición Achelense tipo B, en el que aparecen también cuchillos de dorso, especialmente los del tipo del Abri-Audi. En él las raederas alcanzan aún cantidades importantes.
El Auriñaciense presenta en muchos aspectos relaciones con el Musteriense, especialmente en el uso del retoque escamoso que lo vincula con un Musteriense Charentiense tipo Quina. Durante mucho tiempo, la existencia de un cierto hiatus cronológico unido a la presencia de industria ósea, desconocida en el Musteriense, hizo proponer a muchos autores un origen extraeuropeo para el Auriñaciense. Las nuevas fechas radiocarbónicas obtenidas en yacimientos españoles, como la Cueva del Castillo y la Arbreda, que sitúan a industrias auriñacienses cerca del 38.000 a.C. el primero y del 36.000 a.C. para el segundo, permiten cubrir este hiatus y postular un origen local. Por otro lado, la contemporaneidad de ambas fases culturales ha sido descubierta en varios yacimientos, tanto franceses (Roc-de-Combe, La Piage) como españoles (El Pendo), en los que se encuentran interestratificados, con niveles Auriñaciense debajo del Perigordiense Inferior, confirmando en cierta medida su relación con las tradiciones musterienses locales.
El Perigordiense Inferior representa una industria que conserva todavía muchos de los elementos del Musteriense, como la pervivencia de la técnica levallois, la presencia de raederas y puntas musterienses en proporciones intermedias. Junto a éstas aparecen la tecnología de hojas y la multiplicación de los raspadores y buriles. La necesidad de materias primas de mejor calidad provoca una mayor movilidad de los grupos. Otro factor nuevo es el uso del hueso, utilizado sobre todo como colgantes de marfil y hueso o dientes perforados. Estos representan uno de los primeros elementos estéticos conocidos. Su dispersión espacial es restringida, apareciendo exclusivamente en Francia y en la Región Cantábrica española. Cronológicamente, contamos con fechas del 34.000 a.C. en la Cueva de Morín (Cantabria, España). En la cueva de Arcy-sur-Cure aparecieron los restos de varias cabañas, construidas con un basamento de piedra que soporta una superestructura de defensas de mamut. Estas estructuras estaban impregnadas de ocre, tendencia que se convertirá en habitual. En el yacimiento de Saint-Cesaire (Charente, Francia), F. Leveque descubrió los restos de un enterramiento de un individuo neandertal muy evolucionado, demostrando la pervivencia de este tipo humano en el Paleolítico Superior en fechas cercanas al 35.000 a.C. El descubrimiento de estos restos neandertales hizo que muchos autores atribuyeran esta cultura en su totalidad a éstos; sin embargo, la generalización nos parece excesiva, y sólo nos demuestra que la información que poseemos es aún parcial y todavía quedan muchos datos por descubrir.
Más compleja es la situación del Auriñaciense. Como ya dijimos, para éste se ha propuesto un origen extraeuropeo, en función del mayor uso de la técnica laminar en los yacimientos clásicos y la presencia de individuos de tipo moderno. Su dispersión geográfica es más amplia que el Perigordiense Inferior, pues lo encontramos por toda Europa desde los Balcanes hasta la Península Ibérica. Caracterizado por una industria lítica de grandes hojas, junto a lascas espesas que se transforman en raspadores carenados y en hocico, unida a una industria de hueso centrada en las azagayas. El problema fundamental es la falta de unidad real del Auriñaciense. Los elementos característicos no se presentan por igual en toda Europa. Mientras que en algunos lugares como Mladec (Checoslovaquia) o Istallosko (Hungría) existen azagayas con fechas del 28.000 a.C., el resto de la industria es de difícil atribución. Otros materiales atribuibles a estos momentos iniciales del Auriñaciense son los de Willendorf (Austria), situados entre el 42.000 y el 37.000, con raspadores espesos. Los materiales, raspadores espesos e industrias de hueso, de las cuevas búlgaras de Bacho Kiro y Temnata, situadas cerca del 38.000 a.C., fueron en principio atribuidos al Auriñaciense, aunque posteriormente se prefirió incluirlos dentro de una cultura transicional, el Bachokiriense, a partir de la cual se propondría la hipótesis de su expansión hacia el oeste. La tendencia más probable es, tal como propusimos, la existencia de cultura de transición en las que los elementos característicos aparecerán en diversos lugares entre el 38.000 y el 33.000. Ésta ya se encuentra homogeneizada en el 33.000 como la primera cultura paneuropea.
Otras formas de transición específicas de la Europa central son las industrias de tipo Bohuniciense. Éstas se sitúan en la actual Moravia (Checoslovaquia) uniendo algunos elementos de técnica levallois a hojas retocadas y raspadores espesos, y con una cronología entre los 41.000 y los 36.000. La presencia, en algunos conjuntos, de puntas foliáceas bifaciales nos lleva a otro de los grandes conjuntos culturales: el Szeletiense. Esta industria, descubierta en primer lugar en el yacimiento de la cueva de Szeleta, en Hungría, ha sido posteriormente encontrada por toda la zona norte de Europa, siguiendo fundamentalmente las montañas de los Cárpatos, tanto al norte como al sur, hasta Polonia. En esta última, se presenta bajo la forma de una facies especial, el Jermanoviciense.
A esta tradición de puntas foliáceas se podría también incluir el Lincombiense de Inglaterra. Los materiales del Szeletiense y culturas afines se caracterizan por la presencia de puntas foliáceas talladas con retoque plano, cuyo origen se podría rastrear hasta las industrias del Pleistoceno Medio de tipo Altmülh. Durante los inicios del Pleistoceno Superior en otros yacimientos alemanes, como Ranis, o moravos, como Külna, se puede constatar una fase Micoquiense que podría situarse como origen más directa de esta facies. Cronológicamente, los niveles de la propia cueva de Szeleta se sitúan entre los 40.000 a 30.000 años. Las industrias con foliáceos también se sitúan en la base de las industrias de la llanura ruso-ucraniana, donde reciben el nombre de cultural de Kostieski-Sungir, pudiendo resultar de la evolución local de las industrias musterienses de Crimea. Curiosamente, también junto a ella encontramos una tradición ligada al desarrollo de una técnica laminar, con industria de hojas de dorso, conocida como industrias de Kotienki-Spitsine. Como hemos visto, el periodo entre los 43.000 y los 33.000 años se caracteriza por una enorme variedad cultural, reflejo tanto de la evolución de los distintos tipos de Musteriense como de la propia interacción entre ellas.
No son muchos los elementos artísticos que podemos atribuir a este momento, aunque sí poseemos uno de los más espectaculares. En Sungir se descubrieron los restos de tres concentraciones circulares de fauna, de cerca de 20 metros de diámetro, separados por áreas vacías de restos. En ellas se encontraron abundantes útiles, así como restos de fauna y objetos de adorno. Próximas a las estructuras se descubrieron tres sepulturas, posiblemente de las más espectaculares conocidas. Los muertos se encontraban cubiertos de ocre rojo y literalmente cubiertos de conchas, dientes de animales y cuentas. En una de ellas, la presencia de 3.5OO perlas de marfil repartidas por el cuerpo hace pensar que sus ropas estaban engarzadas de cuentas de marfil, conchas y demás elementos. A su lado se descubrió una tumba doble, en la que dos muchachos se encontraban enterrados cabeza con cabeza. Sobre el pecho de uno y sobre el hombro del otro se encontraron dos estatuas de marfil, una representando un caballo y la otra un mamut. Junto a ellos se depositaron dos lanzas de marfil de mamut de 2,40 metros de largo. El proceso de fabricación de éstas debió de ser enormemente complicado, dada su longitud y la natural curvatura de las defensas. La punta de una de las lanzas estaba bordeada de lascas de sílex y la presencia de una ranura hace pensar en el uso de resinas para ligarlas. Cerca de la punta también tenía un aro de marfil, posiblemente usada para equilibrarla, aunque su peso, cercano a los 5O kilos, la convertía en un arma de difícil manejo. Junto a ellas se pudieron reconstruir varias lanzas de madera. Como vemos, durante estos momentos la complejidad social ya debió alcanzar cotas muy elevadas.