Comentario
En la mística cristiana el concepto de encarnación -personificación de Cristo o María, percepciones sensoriales, milagros, etc.- está presente de manera extraordinaria en algunas de sus figuras más relevantes. San Francisco de Asís, en un momento en el que la devoción al Crucificado está en pleno auge, experimenta las cinco heridas o llagas que Cristo tuvo en la cruz, denominadas estigmas. Santa Teresa de Jesús habla de su propia experiencia, en la que alcanza un estado de éxtasis que incluye manifestaciones místicas, un paso en el camino hacia la unión mística con Dios. Sus vivencias espirituales las reflejó en su obra Las Moradas, en la que, no obstante, describe con cautela sus experiencias místicas y extáticas, dado el gran control y vigilancia que la Inquisición ejercía sobre manifestaciones de este tipo, que podrían ser consideradas heréticas.
En ocasiones las experiencias místicas son descritas por los devotos o testigos acompañadas de manifestaciones físicas, como estados de trance, levitaciones, lloros o gritos, que son interpretados como producto de la acción divina en el interior del individuo.