Comentario
Si el artesanado daba vida a buena parte de la diversidad social urbana, otras procedían del comercio, la política y la religión, actividades que se concentraban en las ciudades. Los grupos de mercaderes y financieros poderosos no participaban como tales en el poder político pero eran los notables de la sociedad urbana (a'yan), a los que más de una vez apelaba el poder, organizado en el seno de la burocracia y del ejército que rodeaban al califa o al emir; sus altos cargos eran una aristocracia (jassa) no hereditaria sino de función, aunque cabe suponer que los lazos profesionales y familiares harían de ella un grupo relativamente estable en sus componentes. La vinculación y circulación de personas entre el mundo del comercio y el de la religión y de la ley era, por lo que parece, más frecuente: los grupos de ulemas, faquíes, cadíes, incluso algunos sufíes, tenían el prestigio que daba el hecho de ser el núcleo principal en torno al que tomaba conciencia de sí misma y sentido de identidad la sociedad en su conjunto; muchos de sus nombres y creaciones profesionales han llegado a nuestros días a través de los diccionarios biográficos escritos entonces, puesto que se refieren sobre todo a ellos. Pero hasta el siglo XI no comenzó a haber centros de estudios religiosos superiores o madrasas anejos a mezquitas mayores, donde se institucionalizaran las funciones de algunos miembros de aquella aristocracia intelectual.