Comentario
El fallecimiento, en septiembre de 1598, de Felipe II no influyó en la actividad bélica de España contra los rebeldes holandeses. Su hijo y sucesor Felipe III reanudó las ofensivas en los Países Bajos con buenos éxitos iniciales. El 15 de octubre de 1598 los tercios españoles ocuparon la plaza fuerte de Rhinberg, pero ulteriormente fueron incapaces de conquistar la isla de Bommel, defendida hábilmente por Mauricio de Nassau.
La cesión, por parte de Felipe II, de la soberanía de Flandes y de los Países Bajos a su hija la infanta Isabel Clara Eugenia, casada en abril de 1599 con el archiduque Alberto, tampoco varió sustancialmente la política Española en aquellos territorios. Es preciso destacar que los nuevos soberanos de Flandes tenían muy mermadas sus decisiones: no podían aceptar o declarar la guerra sin la autorización de Madrid y las numerosas guarniciones militares españolas en Flandes estaban controladas por la Junta de Gobierno del reino de España.
El archiduque Alberto -desde 1595, gobernador general de Flandes- una vez llegado a Bruselas y "jurado como príncipe soberano" intentó infructuosamente reanudar las negociaciones de paz con los neerlandeses.
Éstos, dirigidos militarmente por el eficaz e inteligente Mauricio de Nassau, conscientes de las dificultades económicas del archiduque y teniendo en cuenta que varias de las guarniciones españolas se habían amotinado por falta de pagas, determinaron efectuar un ataque por sorpresa contra el corazón de las "provincias obedientes a España", tratando de provocar un levantamiento de las poblaciones de "esas regiones sometidas a la tiranía de los papistas". Además, con su proyecto de conquistar las ciudades de Nieuport -muy próxima al canal de la Mancha- y Dunkerque, Mauricio de Nassau pretendía terminar con la piratería, permitida y aún fomentada por España, que tanto perjudicaba al tráfico marítimo de los holandeses.