Época: Asia
Inicio: Año 400
Fin: Año 651

Antecedente:
Asia en la Alta Edad Media



Comentario

La tenue y oscilante línea de separación entre Oriente y Occidente se deslizará por las estepas próximas a Mar Negro y por la Alta Mesopotamia. A través de estas tierras se efectuaran secularmente las intercambios entre el Extremo Oriente y el mundo Mediterráneo; pero en estos siglos grandes cambios en los mundos periféricos a esta periferia, desde el punto de vista de los imperios bizantino y persa, cambiarán la situación debido a la aparición de las primeras poblaciones turcas en Asia central y a la apertura de la ruta de las estepas eurasiáticas.
Una serie de pueblos pasaron por las estepas asiáticas próximas al Mar Negro para instalarse en zonas mas occidentales, mientras que otros permanecerán más o menos estabilizados hasta ser absorbidas por nuevas invasiones.

Una de las causas de todos estos movimientos hay que buscarla en la construcción de un sistema de grandes murallas por parte de las sucesivas dinastías chinas, que hizo que los pueblos nómadas del centro de Asia acrecentaran su presión sobre las poblaciones más occidentales a las que obligaron a desplazarse.

En la parte mas occidental del Asia central, los kusanas, vecinos primero de los partos y después de los sasánidas, controlaban las rutas hacia la China desde sus dominios de la Bactriana y la Sogdiana. El mundo kusana, estable y floreciente, favoreció las relaciones comerciales y religiosas a través de sus territorios. Pero esta situación de general equilibrio terminó a fines del siglo IV con las primeras oleadas de pueblos venidos del centro de Asia. Hacia 374, los hunos, pueblo amalgama quizá descendiente de los Hiong Nou, atacaron a los godos y avanzaron por el valle del Danubio y Panonia. Atila (453-453) hizo de su confederación una fuerza poderosa que llegó a amenazar seriamente al Imperio romamo. A su muerte los hunos retrocedieron hacia el norte de Crimea y el sur del río Don; muy pronto divididos en hordas rivales, dejaron de ser un peligro real para el imperio bizantino, mientras los sasánidas se enfrentaban a los hunos heftalitas.

Paralelamente a este proceso, en la parte mas occidental del Continente asiático, en China, la desaparición de la dinastía Ham, en el siglo III, seguida de un largo periodo de confusión, permitió que se reorganizase en las estepas de Mongolia una nueva confederación nómada, la de los yuán-yuán, que hizo marchar hacia el Oeste a muchas tribus turco-mongolas. Muchas de ellas sirvieron como mercenarias de los kusanas. Hasta lograr a mediados del siglo V instalarse en la Bactriana y Sogdiana, convirtiéndose desde entonces en un gran peligro para los persas, a los que derrotaron varias veces hacia 484.

A mediados del siglo VI, el pueblo turco de los tou-kiu, que vivía en el Altai, suplantó a los yuán-yuán, formando en Asia central un imperio que se dividió en dos khanatos: el más occidental, aliado con los sasánidas, luchó contra los hunos heftalitas, apoderándose de la Sogdiana, mientras los persas ocuparon la Bactriana, quedando la frontera establecida en el río Oxus.

Sogdiana, dividida en pequeños principados, con Samarcanda como ciudad principal, se convirtió en el centro más notable del comercio de la seda. Los turcos controlaban de esta manera desde sus nuevos territorios todas las rutas de Asia. A partir de 567, ante la negativa de los persas a conceder libertad de comercio a los mercaderes sogdianos, se produjo una aproximación entre el khan turco y Bizancio, en detrimento de los persas; a partir de entonces las nuevas rutas comerciales pasaban desde el Mar Negro, por el norte del Cáucaso, hasta el territorio turco, sin cruzar tierra sasánida.

A mediados del siglo VI la aparición de los ávaros, descendientes de los yuán-yuán o de los heftalitas, debido al avance turco, supuso para los bizantinos la oportunidad de utilizarles para aplastar definitivamente a las últimas tribus hunas del área. Desde 560 los ávaros dominaron las estepas entre el Volga y el Danubio, controlando a las diversas tribus eslavas y búlgaras que había en dicho territorio.

Por su parte el khanato de los turcos occidentales conoció su apogeo a finales del siglo VI con la conquista de Bactriana, pero el nuevo poderío de China, encarnado sucesivamente, a partir de 590, por las dinastías Suei y T'ang, logró desmantelar los khanatos turcos y restablecer poco a poco su hegemonía en la zona de Tarim. Será esta Asia central fragmentada la que poco después recibiría los primeros ataques islámicos a partir del 651, al fin del Imperio sasánida.