Época: Guerras Israel
Inicio: Año 1900
Fin: Año 2004

Siguientes:
La emigración a Palestina
Protestas árabes
Embrión de terrorismo
Proyectos de partición
Stern contra todos
El Hotel King David
Limpieza étnica



Comentario

El 6 de julio de 1938 era un día más de agobiante calor en el mercado árabe de verduras de Haifa. A mediodía, un hombre corpulento, ataviado, como casi todos, con kufia y túnica, entró en el recinto repleto de gente, cargando dos cántaros de leche. Tambaleándose por el peso, el porteador llegó hasta el centro del mercado, depositó su carga junto a unas carretillas y se marchó. Pocos minutos después, los cántaros estallaron. Cuando se disipó el humo, 21 personas yacían muertas en el caos de hortalizas y frutas y 52 más estaban gravemente heridas.
Una semana más tarde, en el mercado árabe de la Ciudad Vieja de Jerusalén, una mina eléctrica explosionó justo cuando los fieles salían de orar en la mezquita. Ocho personas murieron y treinta quedaron heridas.

Más eficaz en su poder destructivo fue la bomba escondida en un recipiente de pepinos ácidos, colocada, de nuevo, en el mercado de Haifa el 25 de julio: las víctimas fatales fueron 39 árabes; otros 70 resultaron heridos. Al día siguiente, en el mercado de verduras de Yafa, otra bomba mataba a 24 personas.

Los terroristas judíos habían inaugurado en ese tórrido mes de 1938 una terrible invención propia que haría escuela: el asesinato indiscriminado de civiles por medio de bombas.

"Antes los árabes -y menos frecuentemente los judíos, por lo general en represalia- disparaban a vehículos y a peatones y, ocasionalmente, lanzaban una granada matando a unos pocos transeúntes o pasajeros", según el historiador israelí Benny Morris, profesor de la Universidad Ben Gurion de Beer Sheba. "Ahora, por vez primera, se colocaban bombas en centros árabes llenos de gente y docenas de personas eran asesinadas y mutiladas indiscriminadamente". La siniestra novedad encontró pronto imitadores árabes y "se convirtió en algo así como una tradición: en el futuro, mercados, estaciones de autobuses, cines y otros edificios públicos de Palestina serían los objetivos de rutina, dándole un tinte brutal al conflicto".

Los "derechos de autor" le corresponden a la Irgun, una de las organizaciones terroristas del sionismo que, a lo largo de más de un decenio, sembró el pavor entre árabes e ingleses.