Comentario
Cómo Cortés mandó a todos los pueblos nuestros amigos que estaban cercanos de Tezcuco, que hiciesen almacén de saetas e casquillos de cobre, y lo que en nuestro real más pasó
Como se hubo hecho justicia del Antonio de Villafaña, y estaban ya pacíficos los que eran juntamente con él conjurados de matar a Cortés y a Pedro de Alvarado y al Sandoval y a los que fuésemos en su defensa, según más largamente lo tengo escrito en el capítulo pasado; e viendo Cortés que ya los bergantines estaban hechos, y puestas sus jarcias y velas y remos muy buenos, y más remos de los que habían menester para cada bergantín, y la zanja de agua por donde había de salir a la laguna muy ancha e hondable, envió a decir a todos los pueblos nuestros amigos que estaban cerca de Tezcuco, que en cada pueblo hiciesen ocho mil casquillos de cobre, que fuesen según otros que les llevaron por muestra, que eran de Castilla; y asimismo les mandó que en cada pueblo labrasen y desbastasen otras ocho mil saetas de una madera muy buena, que también les llevaron muestra, y les dio de plazo ocho días para que trajesen las saetas y casquillos a nuestro real; lo cual trajeron para el tiempo que se les mandó, que fueron más de cincuenta mil casquillos y otras tantas saetas, y los casquillos fueron mejores que los de Castilla; y luego mandó Cortés a Pedro Barba, que en aquella sazón era capitán de ballesteros, que los repartiese, así saetas como casquillos, entre todos los ballesteros, e que les mandase que siempre desbastasen el almacén, y las emplumasen con engrudo, que pega mejor que lo de Castilla, que se hace de unas como raíces que se dice zacotle; y asimismo mandó al Pedro Barba que cada ballestero tuviese dos cuerdas bien pulidas y aderezadas para sus ballestas, y otras tantas nueces, para que si se quebrase alguna cuerda o saltase la nuez, que luego se pusiese otra, e que siempre tirasen a terrero y viesen a qué pasos llegaba la fuga de sus ballestas, y para ello se les dio mucho hilo de Valencia para las cuerdas; porque en el navío que he dicho que vino pocos días había de Castilla, que era de Juan de Burgos, trajo mucho hilo y gran cantidad de pólvora y ballestas y otras muchas armas, y herrajes y escopetas. Y también mandó Cortés a los de a caballo que tuviesen sus caballos herrados y las lanzas puestas a punto, e que cada día cabalgasen y corriesen y les mostrasen muy bien a revolver y escaramuzar; y hecho esto, envió mensajeros y cartas a nuestro amigo Xicotenga "el viejo", que como ya he dicho otras veces, era vuelto cristiano y se llamaba don Lorenzo de Vargas, y su hijo Xicotenga "el mozo", y a sus hermanos y al Chichimecatecle, haciéndoles saber que en pasando el día de Corpus Christi habíamos de partir de aquella ciudad para ir sobre México a ponerle cerco, y que le enviase veinte mil guerreros de los suyos de Tlascala y los de Guaxocingo y Cholula, pues todos eran amigos y hermanos en armas; e ya lo sabían los tlascaltecas de sus mismos indios el plazo y concierto, como siempre iban de nuestro real cargados de despojos de las entradas que hacíamos. También apercibió a los de Chalco y Tamanalco y sus sujetos que se apercibiesen para cuando los enviásemos a llamar; y se les hizo saber cómo era para poner cerco a México, y en qué tiempo habíamos de ir; y también se les dijo a don Hernando, señor de Tezcuco, y a sus principales y a todos sus sujetos, y a todos los demás pueblos nuestros amigos; y todos a una respondieron que lo harían muy cumplidamente lo que Cortés les enviaba a mandar, e que vendrían, y los de Tlascala vinieron pasada la pascua del Espíritu Santo. Hecho esto, se acordó de hacer alarde un día de pascua; lo cual diré adelante el concierto que se dio.