Comentario
La expansión del poder silyuqí no se detuvo con la conquista de Bagdad en el año 1055 sino que continuó en época de Alp Arslan (1063-1O72), hasta dominar toda Mesopotamia, Siria y gran parte de Palestina. Al mismo tiempo, el sultán ocupaba Georgia (1068) y vencía a los bizantinos en Mantzikert (1071), lo que abrió las puertas de Anatolia oriental a la entrada de grupos turcomanos mal encuadrados políticamente debido a la lejanía y marginalidad del territorio en que se instalaban. Damásco y Jerusalén fueron conquistadas ya en época de Maliksah (1072-1092), pero no Cilicia, el Taurus y las plazas de Edesa y Antioquia, donde gobernaba en nombre del Imperio de Constantinopla un armenio helenizado, Filareto.
La época de Maliksah vio el apogeo del régimen silyuqí, que mantiene usos de gobierno de origen persa, según los refleja el "Siyasetnameh" o "Libro de Gobierno", compuesto por el visir Nizam. Pero los turcos seguían considerando su dominio territorial como una especie de patrimonio de familia divisible, aun reconociendo la hegemonía de Bagdad, a lo que se añadía la proliferación de concesiones de tierras en iqta a los turcomanos u oguzes y a otros miembros del ejército, y la independencia de hecho de diversos grupos tribales. Las disputas entre pretendientes fueron frecuentes desde finales del siglo XI, así como el gobierno de los territorios asignados en dote a miembros menores de la familia por jefes militares o atabeg, que a veces sobrepasaron su función de tutoría y se consolidaron en el gobierno, formando incluso dinastías provinciales. Así se consolidó en Mosul y Alepo la de Zengi (1128-1146), fortalecida por los éxitos del atabeg y de su hijo Nur-al-Din (1146-1174) contra los cruzados europeos. Mientras tanto, el Jurasan se independizaba bajo el mando de Sanyar, pero éste fue derrotado por los mongoles Kitán, que ocuparon Samarcanda y amplios espacios del Asia central islámica -por cierto que en este hecho tomo pie la leyenda del Preste Juan-. Después de la muerte de Sanyar, en 1056, el Jurasan padeció una época de desgobierno, dominado por diversos jefes guerreros oguzes; a finales de siglo, los gobernadores de Jwarizm consiguieron restaurar el orden y la unidad política en todo el Irán pero, a su vez, introdujeron como mercenarios a los Qipchaqs, cuyas correrías y devastaciones en los primeros decenios del siglo XIII fueron el precedente inmediato de las que produciría la invasión mongola.
Mientras tanto, en Iraq subsistía el sultanato originario hasta finales del siglo XII, aunque el poder efectivo estaba en manos de los jefes militares dueños de territorios en iqta. Además, el califa al-Nasir consiguió liberarse de la tutela de los sultanes y gobernar efectivamente en Bagdad y su territorio, durante cerca de cuarenta años, entre los siglos XII y XIII, apoyado por los sectores de población que se agrupaban en movimientos de cofradía religiosa o futuwwa, y por las alianzas que buscó entre los cadíes y en las diversas familias religiosas del Islam, en especial -aparte de los suníes- entre los si´íes duodecimanos. Su proyecto político no tuvo continuación pero algunas de sus ideas y procedimientos serían recogidas por los turcos de Asia Menor.
Los silyuqíes apoyaron decididamente al sunnismo, fundaron mezquitas y escuelas teológicas o madrasas, y protegieron asociaciones hospitalarias o piadosas de sufis (jangahs), porque fueron receptivos hacia las ideas sufíes tal como las expuso Gazalí (m. 1105). No persiguieron, sin embargo, al si´ísmo, excepto a la rama de los "asesinos" o isma'ilíes hasissyyun, que seguían practicando el terrorismo político-religioso. Aquella ortodoxia ecléctica hacía más tolerable el régimen, basado en la fuerza militar de los turcomanos y de diversos mercenarios kurdos y de otras procedencias, a veces de origen esclavo, que ganaban en poder a medida que se fragmentaba el de los silyuqíes y aumentaba la importancia de la iqta.
¿Hubo transformaciones profundas en el régimen agrario como consecuencia de aquellos cambios políticos y del nomadismo inicial de los turcos? Es posible que a medio plazo así haya sido, pero los peores efectos se observan después de las depredaciones y conquistas de los mongoles en el siglo XIII, aunque las dificultades y la ruina de la agricultura sedentaria y de los regadíos comenzarían antes debido a los hábitos de pastoreo nómada de los nuevos dueños, al peso excesivo de los tributos sobre los cultivadores, y a la inseguridad política, que dificultaba tanto el ejercicio pacífico del comercio como el mantenimiento de las obras públicas indispensables.