Comentario
Bulgaria inicia el segundo milenio de nuestra era sucumbiendo frente a Bizancio. El 29 de julio de 1014, ante la fortaleza del Kliuch (cerca de Strúmitza), Basilio II Bulgaróctonos aniquila al ejercito eslavo-macedonio del zar Samuel, culminando poco después un proceso expansivo que había iniciado en torno al año 1000. Desde entonces, Bulgaria pasa a formar parte integrante del Imperio bizantino, durante más de ciento cincuenta años. En este periodo, la influencia de Bizancio fue profunda, especialmente a nivel administrativo. Además, el país estuvo sometido a la presión de pechenegos y cumanos, y la herejía bogomilita siguió extendiéndose a pesar de las persecuciones llevadas a cabo por Constantinopla. El bogomilismo, bajo la dirección de una buena parte del clero, se convirtió en una especie de oposición frente a la iglesia griega.
Sin embargo, la caída del primer Imperio búlgaro no significó su fin. El espíritu de independencia de este pueblo se manifestó de forma ininterrumpida en rebeliones (Delián, 1040; Vóitej y Vodin, 1072; Néstor, 1074; Leka y Dobromir, 1078...) de los que aspiraban a restablecer el Estado búlgaro. El levantamiento más poderoso tuvo lugar en 1185, al norte de los Balcanes, protagonizado por dos hermanos boyardos de origen búlgaro-cumano, Pétar y Asén. Con ellos, se inició el "segundo Imperio búlgaro", con capital en Tárnovo. El objetivo prioritario del nuevo Estado fue la recuperación de los antiguos territorios. Un proceso expansivo que se consolidó con Kaloián (1197-1207), hermano de los anteriores.
En principio, con la formación del Imperio latino de Oriente, surgen inevitables conflictos con los occidentales, pero con el tiempo se entabla el dialogo y la cooperación entre ambas partes.
En época de Ivan Asén II (1218-1241), el segundo Imperio búlgaro alcanza su apogeo, pues vuelve a ocupar las fronteras que había tenido en los gloriosos reinados de Simeón y Samuel, y pasa a ser la máxima potencia de la Península Balcánica. Ensanchamiento territorial que tiene repercusiones favorables en lo económico, cultural y espiritual. Tárnovo se alza como patriarcado búlgaro, adquiere un extraordinario prestigio entre los eslavos y se convierte en el centro del mundo eslavo-oriental. A partir de 1230, Bulgaria pone de manifiesto su posibilidad de llegar a ser una formación política capaz de cohesionar y organizar al mundo balcánico frente a la expansión de Occidente. Sin embargo, dicha posibilidad no cristaliza y la muerte de Iván Asén abre un periodo de inestabilidad marcado por la primera presencia de los mongoles en territorio búlgaro, por la presión de húngaros, serbios y griegos y por una política interna muy frágil. A partir de 1256, la guerra civil iniciará el declive definitivo.
A finales del siglo XIII, se produce el levantamiento del campesino Ivailo. Alzamiento precursor de los que más adelante tendrán lugar en otros puntos de Europa. Ivailo reunió un ejercito para combatir a los mongoles y también para oponerse al poder de los boyardos y al del zar Constantino Tij (1258-1277), el último representante de la dinastía Asén. El movimiento perdió muy pronto su carácter social y sólo sirvió de trampolín para colmar las ambiciones de su líder, que logró casarse con la viuda del ultimo zar y proclamarse rey legítimo de los búlgaros en 1278. Fue asesinado en 1280.
En esta última etapa, la influencia de Bizancio fue aumentando, incluso en los asuntos internos búlgaros.
Hacia 1285, los mongoles devastan las tierras búlgaras. Una invasión que se completa sin obstáculos en 1292. Durante algunos años el reino de Tarnovo pasa a la dependencia de la Horda de Oro.