Comentario
La evolución arquitectónica y las características de la utilización del espacio por parte de las sociedades agrícolas, muestran una renovación tanto desde el punto de vista tecnológico como sociológico, respecto a las sociedades de cazadores-recolectores. La morfología y distribución de los asentamientos están relacionadas, entre otros factores, con las nuevas formas económicas, quizá con mayor evidencia que en los períodos anteriores debido a la importancia de la estabilidad y sedentarismo de la población para la práctica de la agricultura y ganadería.
El sedentarismo es el elemento más novedoso y significativo que conlleva el hábitat agro-pastoril. Aunque no se excluye la probable existencia de poblaciones sedentarias entre los cazadores-recolectores, la verdadera consolidación de la sedentarización de los asentamientos se produce con la aparición y el desarrollo de las nuevas fuerzas productivas. Para la zona del Oriente Próximo se mantiene la hipótesis de una sedentarización de las poblaciones mesolíticas, evidenciada por campamentos base o poblados de mayores dimensiones y con la documentación de un mayor esfuerzo arquitectónico en la construcción de las unidades de habitación, e incluso, de estructuras domésticas de importancia decisiva como ámbitos de almacenamiento u hogares.
En la misma zona oriental, con las primeras evidencias de una manipulación de vegetales (cereales y leguminosas) el poblado ya constituye la unidad de asentamiento básico. Esta primera fase, a finales del IX milenio y primera mitad del siguiente, significa la consolidación de las técnicas de construcción (aparición de verdaderos muros con un uso importante de la tierra como material de construcción) y el cambio en la concepción del hábitat, que comporta el paso de la planta de tipo circular simple a pluricelular y los primeros ensayos de construcciones de planta rectangular o cuadrangular (Beidha, Mureybet). Asimismo aparecen, en alguno de ellos, las primeras evidencias que implican una cierta organización comunitaria (torre y muralla de Jericó). A partir de la segunda mitad del VIII milenio y a lo largo de todo el VII, coincidiendo con la primera generalización y diversificación de las prácticas agrícolas y los primeros signos de una domesticación de los ovicápridos, se aprecia lo que podríamos denominar el desarrollo de los poblados. La concepción del hábitat viene caracterizada por una duplicidad en los modelos de construcción. Un primer tipo de construcción es el monocelular, caracterizado por una sola habitación, de amplias dimensiones y de utilización multifuncional. El segundo tipo es el pluricelular, es decir, se efectúa una división del espacio construido, bien sea a partir del desarrollo del nivel horizontal, con la aparición de habitaciones pluricelulares, o bien en el nivel vertical con construcciones a dos niveles. Destaca asimismo y como novedad importante esta división del espacio, que inicia una funcionalidad diferenciada.
En el continente europeo, durante esta primera fase que cubriría, en términos generales, desde el VII al V milenios, se observa asimismo la estabilización de los asentamientos agrícolas, vinculándose en algunas zonas con influencias orientales, mientras en otras se relaciona con una notable continuidad del substrato autóctono mesolítico. Así, en el sureste europeo aparecen establecimientos estables (Karanovo, Argissa), situados esencialmente en las zonas bajas de los valles y con una arquitectura simple, utilizando la madera y la arcilla como materiales básicos: son construcciones simples y principalmente rectangulares. La arquitectura balcánica se distingue de la oriental por un uso del tejado a doble vertiente, conocido de manera detallada por maquetas en arcilla, y por una distribución de las viviendas de tipo aislado y en ningún caso aglutinante. En la zona de Europa central y noroccidental el tipo de hábitat es similar, si bien con una distribución de los asentamientos más dispersa aprovechando una instalación preferencial en las zonas de loess (ejemplos de Elslou y de Sitlard, Holanda, o de Bylany, Checoslovaquia). Se puede distinguir entre el hábitat danubiano y el de las estaciones litorales de Europa central. El primero se caracteriza por un uso casi exclusivo de la madera. Las evidencias de las mismas lo constituyen las alineaciones de agujeros excavados en la arcilla, donde se clavaban los postes de madera que constituían el armazón de la construcción, con paredes también en materiales vegetales recubiertas de arcilla. Su planta es siempre rectangular y de dimensiones variables, que potencien una interpretación de utilización por familias individuales para las de menor longitud, y para las de mayores dimensiones su utilización por varias familias con estabulación de animales y almacenamiento. Este tipo de construcción está perfectamente adaptado a un medio boscoso y de fuerte pluviosidad, hecho que incluso se observa en la misma orientación de las edificaciones, que siempre es paralela a los vientos dominantes. Este tipo de construcción conoce una extensión muy amplia, cubriendo desde Ucrania hasta Francia septentrional, pasando por Rumania, Checoslovaquia, Alemania, Países Bajos y Bélgica. En las regiones de Europa central se halla una forma de hábitat caracterizado por su ubicación cerca de los lagos o en las zonas de turba. Este tipo de hábitat, denominado tradicionalmente palafítico, había sido interpretado como poblados flotantes, es decir, habitaciones construidas sobre plataformas de madera sustentadas por postes encima de las aguas en los bordes de los lagos. Las recientes investigaciones han matizado la visión romántica de estas estaciones litorales, indicando que se trata de pequeños poblados edificados sobre las orillas del lago, con construcciones instaladas bien sobre el mismo suelo, bien sobre plataformas elevadas; variación que se observa incluso en una sola unidad de habitación que puede presentar una extremidad instalada directamente en el suelo mientras que las demás lo están sobre una plataforma elevada por postes.
En las regiones meridionales del Mediterráneo occidental, las recientes investigaciones han corregido lo que se creía un modelo de asentamiento de tipo disperso con una ocupación preferencial de abrigos y cuevas en los valles próximos a la costa, por una ocupación de tipo más complejo, donde los asentamientos al aire libre, formados por pequeñas agrupaciones de cabañas, se complementan con ocupaciones especializadas en abrigos y cuevas. Los dos tipos de asentamientos tienen una distribución esencialmente costera, ocupando los primeros el fondo de valles de terrenos fértiles y aptos para el desarrollo agrícola. La perduración del substrato mesolítico autóctono parece evidente en este tipo de hábitat.