Época: cultura XVIII
Inicio: Año 1660
Fin: Año 1789

Antecedente:
La cultura en el siglo XVIII
Siguientes:
Mapa religioso europeo
Fe e Ilustración
Movimientos de renovación religiosa
Los dominios del catolicismo

(C) Antonio Blanco Freijeiro



Comentario

En el terreno de la religión, el siglo XVIII se nos muestra, una vez más, como una época compleja, como un período de transición entre las formas tradicionales de pensamiento y vivencia religiosa y un nuevo mundo emergente más secularizado, antidogmático, fruto del triunfo de la revolución científica y el cartesianismo, que obliga a un cambio cualitativo de gran importancia a la hora de pensar en Dios y en el Universo. Por ello, junto al ataque furibundo de los filósofos a las Iglesias establecidas, origen de una corriente anticlerical de gran éxito en el futuro, nos encontramos movimientos en el seno de esas mismas Iglesias, sobre todo la protestante, que ansían tanto renovar la vivencia de la fe como ser la respuesta a las ideas racionalistas apelando a la sensibilidad y el sentimiento. Tampoco las diatribas en nombre de la razón conseguirán atenuar la fe ni terminar con las devociones populares, de forma que las prácticas religiosas siguen marcando la vida de la mayor parte de las poblaciones. No puede olvidarse que el siglo XVIII fue también época de peregrinaciones, el momento en que Bach crea sus misas y Haëndel sus oratorios.
Se mantiene, asimismo, el papel de la religión como medio de cohesión social dentro de los Estados, de ahí que los gobernantes, muchos de ellos piadosos, fomenten y practiquen la observancia. Ahora bien, el poder que ello supone para las Iglesias, en especial la católica, va a ser cuestionado en su legalidad y atacado a lo largo de la centuria por la política de los gobernantes dirigida a poner al clero bajo su control y a su servicio. También los ilustrados se dieron cuenta de la utilidad de este poder y algunos de ellos llegaron a defender un sistema religioso a dos niveles: uno, racional y puro para la elite; otro, sentimental para regular las mentes y los corazones de la plebe. El culto revolucionario al Ser Supremo plasmaría estas ideas.

En suma, fuente de poder o vivencia personal, racional o revelada, la religión jugó un papel importante en el mundo europeo dieciochesco.