Época: China
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
Dinastías Sui y Tang

(C) Isabel Cervera



Comentario

Yang Jian, emperador de la dinastía Sui, utilizó el budismo, religión extranjera, como vínculo de unión entre todos los pueblos chinos y no-chinos que en los siglos precedentes se habían asentado en sus territorios. El budismo impulsó con la creación de monasterios todas las artes, pero de una manera especial la pintura y la escultura. Sin embargo, no sólo fue el budismo el motor de las artes, sino que desde la corte se fomentó la pintura mural en la decoración de los muros de palacios y mausoleos, cambiando sustancialmente la temática respecto al arte religioso. Yang Jian creó escuela y academias de caligrafía y pintura, recopiló obras antiguas y editó catálogos de las colecciones imperiales. En las pinturas murales de la corte se aprecian tanto las influencias de pintores del norte como del sur, siguiendo en ambos casos un estilo meticuloso, el uso de la pincelada lineal, y el gusto por la pintura de contornos. Los temas hacían alusión a personajes históricos famosos por sus acciones bélicas o cualidades de buenos gobernantes, mientras que las pinturas murales de las tumbas incidían en aspectos de carácter confuciano, como el respeto a los antepasados, mezclado con símbolos taoístas de la inmortalidad. En cualquier caso, y tras el paso de la historia, los logros pictóricos de la dinastía Sui no fueron más que prolegómenos ante la pintura de la dinastía Tang. A comienzos de la dinastía Tang, el emperador Daizong (627-649) proclamó los tres principios básicos de su reinado: unidad, poder y prosperidad, eligiendo la pintura como el principal medio propagandístico por todo el país. Fue la pintura de personajes el género más desarrollado para tales fines, rechazando el lujo y los detalles superfluos. Para Daizong los temas que los pintores debían desarrollar tenían que tener un carácter didáctico y práctico: retratos de grandes emperadores y reyes, temas donde se elogiara la unidad nacional mediante la representación de personajes de diferentes etnias; gobernadores militares premiados en las fronteras, así como costumbres aristocráticas y populares de la corte y provincias. La boda de una princesa Tang con un príncipe Tubo consolidó los lazos entre chinos y tibetanos, sirviendo como tema pictórico, donde se analizaban los intercambios culturales entre ambos pueblos. El caso más evidente es el juego de polo, que llegó a Chang'an, vía Tíbet, procedente de Pakistán; o el uso de maquillaje femenino desconocido hasta entonces por las mujeres chinas. Esta política de integración nacional se relacionó con el aumento de pintores pertenecientes a minorías nacionales que iban accediendo a puestos de importancia en la corte. Al mismo tiempo, los oficiales de las regiones fronterizas utilizaron la pintura como medio de expresión de los diferentes usos y costumbres, introduciendo nuevos temas iconográficos en la Corte. Todas estas pinturas murales se consideran documentos de la historia, en los que la condición del pintor-artesano no permitía a éstos más que una representación fidedigna. Lentamente fueron introducidas innovaciones que permitieron enfatizar en la expresión de la idea sobre el realismo. La pintura de personajes facilitó esta nueva actitud: guqi (fuerza del carácter) y qingsi (mundo espiritual), acercando las figuras a la vida real tal y como se aprecia en las pinturas murales de las grutas de Dunhuang. En este sentido destacan pintores como Wu Daozi y Zhou Fang. Wu Baozi realizó numerosas pinturas en templos de Chang'an y Luoyang, en los que se aprecia una gran vitalidad tanto en la expresión de los personajes como en el uso del color. No existe ningún original suyo, si bien todos los escritos de sus contemporáneos hacen referencia a su obra, considerándola como una de las influyentes. Zhou Fang encabezó un grupo de pintores especializados en temas de la vida aristocrática, con un estilo definido como "bonito, vistoso, exuberante y rollizo", adjetivos que se corresponden muy bien a sus obras tal y como demuestran las copias llegadas hasta nuestros días. Mujeres preparando la seda es un ejemplo de ello: rollo de formato horizontal en el que se narran los diferentes pasos para preparar un tejido de seda, ocupación femenina que ilustra todo el mundo sugerente y delicado de las cosmopolitas damas de la corte Tang. Niñas, mujeres y ancianas se reparten el trabajo, mientras que hablan y juegan con unos movimientos sueltos y naturales. Las expresiones de sus rostros implican un estudio profundo por parte del artista del espíritu y la fuerza de carácter, que hacen de esta obra no sólo un estudio de modos y costumbres sino una aproximación real a la vida. El pintor Han Gan presenta otra temática impregnada del mismo espíritu: caballos y jinetes, siendo el máximo representante de este género muy popular en la dinastía Tang. Aunque Wu Daozi, Zhou Fang o Han Gan fueron conocidos por un género pictórico determinado, ninguno de ellos excluyó los demás géneros. La representación de figuras humanas y animales se realizaba sobre un fondo de paisaje, en el que pájaros y flores adquirieron un lugar importante para embellecer el tema central de la composición. El género pájaros y flores existió con anterioridad a las dinastías Sui y Tang, pero es en esta última cuando se pone de moda en la corte. Miembros de la familia imperial se ejercitan en este género, siendo conocidos por sus pinturas de mariposas, pájaros... La aparición de montañas, flores y jardines en las pinturas murales es una muestra de cómo este género fue más allá de ilustrar especies raras, mostrándolas en su entorno tal y como se ve en las hojas aparecidas en la Tumba de Astana (Turfán). La pintura de paisaje se inició siguiendo la tradición de historias procedentes de textos budistas y taoístas. Lo que comenzó siendo un fondo de relato, terminó con la recreación del paisaje cuya traducción literal en chino es montaña y agua. Pese a que tradicionalmente se ha venido considerando a Wang Wei y Wu Daozi como los creadores de este género junto a Jing Hao, caben ciertas matizaciones. La primera es la idea establecida en la crítica artística de los Song, cuando se marcan las diferencias entre la escuela del norte y la del sur, más por razones de interés que reales. A Wang Wei (699-761), poeta y pintor, se le consideró fundador de la Escuela del sur, basada en el uso de la tinta negra, categoría formulada en asociación a la pintura Chan. A pesar de no conservarse ninguna obra original, sólo copias de dudosa procedencia, no hay que negar que en cierto sentido Wang Wei innova y realza el género del paisaje, con el uso de la aguada y los golpes de pincel para conseguir plasmar la textura de la materia. Fue letrado de la corte, asumiendo a lo largo de su vida diferentes cargos oficiales tanto antes como durante la rebelión de An Lushan. Entre sus actividades destaca la de crítico de arte que muestra en su obra "Fórmulas para el paisaje", donde manifiesta sus opiniones sobre la manera de conseguir a través de la pintura una atmósfera real y una composición equilibrada. La muerte de su mujer le hace abandonar la corte y convertirse en monje budista con el nombre de Mojie. Él mismo se consideraba mejor poeta que pintor, dado el menosprecio que la actividad pictórica aún tenía frente a la poesía y parece evidente que fue la poesía lo que le condujo a la pintura. Su obra paisajística se centra, tras vacilaciones, en el paisaje de su pueblo natal Wang Chuan. Una poesía suya nos sirve para acercarnos al mundo literario y plástico de Wang Wei:
Sentado sólo en medio de silenciosos bambúes,

taño mi laúd y canto largo tiempo.

Nadie sabe que estoy en el bosque,

sólo la luna brillante acude a acompañarme.

Tras este recorrido por la pintura Tang, observamos cómo se configuraron dos tipos de paisaje: 1) Verde y dorado, que utilizan el azul y verde, contorneado con oro o marrón rojizo, de fuerte carácter decorativo. 2) Tinta y aguada (Wu Daozi, Wang Wei), pintura contorneada con tinta y coloreada con aguada. Las pinceladas de estos artistas son vigorosas y llenas de cambios, siendo el inicio de la concepción pictórica como experiencia individual.